domingo, 19 de mayo de 2013

Ocupaciones y misiones de los Espíritus

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

Libro Segundo
Capitulo X: ACUPACIONES Y MISIONES DE LOS ESPIRITUS

558. ¿Tienen los Espíritus otra cosa que hacer, fuera de adelantar personalmente?
  • Cooperan a la armonía del Universo al ejecutar las órdenes de Dios, cuyos ministros son. La vida espírita es una ocupación constante, pero que no tiene nada de penoso, como la de la Tierra, porque no hay en ella ni fatiga corporal ni las angustias de la necesidad.
559. Los Espíritus inferiores e imperfectos ¿desempeñan también un rol útil en el Universo?
  • Todos tienen deberes que cumplir. ¿Acaso el último de los albañiles no colabora en la construcción del edificio tanto como el arquitecto? 
560. ¿Posee cada uno de los Espíritus atribuciones especiales?
  • Lo cierto es que cada uno de nosotros debe vivir en todos lados y adquirir el conocimiento de la totalidad de las cosas, cumpliendo sucesivamente todas las funciones concernientes a los distintos planos del Universo. Pero, conforme se ha dicho en el Eclesiastés, para todo hay un tiempo. Así, éste cumple hoy su destino en este mundo, aquél lo cumplirá o ya lo hizo en otra época, en la tierra, el aire, el agua, etcétera.
561. Las funciones que desempeñan los Espíritus en el orden de las cosas, ¿son permanentes para cada uno y están dentro de las atribuciones exclusivas de determinadas clases?
  • Todos deben recorrer los diferentes grados de la escala para perfeccionarse. Dios, que es justo, no ha podido querer dar a unos el conocimiento sin el trabajo necesario para lograrlo, mientras que otros sólo lo adquieren con esfuerzo.
Del mismo modo, entre los hombres, nadie llega al grado más alto de habilidad en cualquier arte sin haber obtenido antes los conocimientos necesarios mediante la práctica de los pormenores más ínfimos de ese arte.

562. Puesto que los Espíritus del orden más elevado no tienen ya nada más que adquirir, ¿se hallan en reposo absoluto, o poseen también ocupaciones?
  • ¿Qué querrías que hiciesen durante la eternidad? El ocio perpetuo sería un eterno suplicio.
562 a. ¿De qué índole son sus ocupaciones?
  • Recibir directamente los mandatos de Dios, transmitirlos a todo el Universo y velar por su ejecución.
563. ¿Son incesantes las ocupaciones de los Espíritus?
  • Incesantes, sí, si con ello se entiende que su pensamiento se encuentra siempre en actividad, porque ellos viven por el pensamiento. Pero no hay que equiparar las ocupaciones de los Espíritus con las materiales a que se dedican los hombres. La actividad de aquéllos constituye de por sí un goce, por la conciencia que tienen de ser útiles.
563 a. Esto se concibe en lo que respecta a los Espíritus buenos. Pero, ¿sucede lo propio con los inferiores?
  • Los Espíritus inferiores tienen tareas adecuadas a su grado de progreso. ¿Confiáis vosotros al peón y al ignorante los trabajos del hombre inteligente?
564. Entre los Espíritus ¿los hay que permanecen ociosos, o que no se ocupan en nada útil?
  • Sí, más ese estado es temporario y está subordinado al desarrollo de su intelecto. Por cierto que hay, igual que entre los hombres, Espíritus que sólo viven para sí mismos. Pero tal ociosidad les pesa, y tarde o temprano el deseo de adelantar les hace experimentar la necesidad de actividad, y entonces se sienten felices de poder ser útiles. Estamos hablando de aquellos Espíritus que han llegado al punto de tener conciencia de sí mismos y de su libre albedrío. Porque en su comienzo son como niños recién nacidos, que obran más por instinto que por una voluntad determinada.
565. ¿Examinan los Espíritus nuestros trabajos artísticos y se interesan por ellos?
  • Examinan lo que puede probar la elevación de los Espíritus y su progreso.
566. Un Espíritu que en la Tierra tenía una especialidad –un pintor o un arquitecto, por ejemplo-, ¿se interesa de preferencia por los trabajos que han sido su predilección durante su vida?
  • Todo se confunde dentro de un objetivo general. Si es bueno, se interesa en ellos tanto como se lo permite la ocupación de ayudar a las almas en ascender hacia Dios. Por otra parte, olvidáis que un Espíritu que practicó un arte en la existencia que le conocéis, puede haberse consagrado a otro en una vida anterior, porque es preciso que lo sepa todo para ser perfecto. Así pues, según su grado de adelanto puede que no tenga ninguna especialidad. Así lo entendía yo al afirmar que todo se confunde dentro de un objetivo general. Notad incluso esto: lo que es sublime para vosotros, en vuestro atrasado mundo, son sólo niñerías en mundos más evolucionados. ¿Cómo queréis que los Espíritus que habitan esos mundos, donde existen artes desconocidas para vosotros, admiren lo que para ellos no es sino una tarea escolar? Lo dije ya: examinan lo que es prueba de progreso.
566 a. Concebimos que deba ser así en lo tocante a los Espíritus muy adelantados, pero estamos refiriéndonos a Espíritus más vulgares y que no se hallan todavía por encima de las ideas terrenas.
  • En cuanto a estos últimos, es diferente. Su punto de vista es más limitado y pueden admirar lo mismo que admiráis vosotros.
567. ¿Se mezclan a veces los Espíritus en nuestras ocupaciones y placeres?
  • Los Espíritus vulgares a que te referías, sí. Permanecen sin cesar en torno a vosotros y toman parte a veces muy activa en lo que hacéis, según su progreso adquirido. Y es necesario que procedan así, para impulsar a los hombres en los diferentes caminos de la vida, estimulando o moderando sus pasiones.
Los Espíritus se ocupan en las cosas de este mundo en virtud de su elevación o de su inferioridad. Los Espíritus superiores poseen, sin duda, la facultad de considerarlas en sus más pequeños detalles, pero sólo lo hacen en la medida en que esto sea útil al progreso. Únicamente los Espíritus inferiores conceden una importancia relativa a esas cosas, conforme a los recuerdos que permanezcan todavía presentes en su memoria y a las ideas materiales que no se hayan extinguido aún en ellos.
 
568. Los Espíritus que deben llevar a cabo misiones ¿las cumplen en estado errante o en el de encarnación?
  • Pueden tenerlas en uno y en el otro estado. Para algunos Espíritus errantes las misiones son una gran ocupación.
569. ¿En qué consisten las misiones que pueden ser encomendadas a los Espíritus errantes?
  • Tan variadas son, que resultaría imposible enumerarlas. Además, entre ellas las hay que no podéis vosotros comprender. Los Espíritus ejecutan los mandatos de Dios y vosotros no estáis en condiciones de penetrar todos sus designios.
Las misiones de los Espíritus siempre se proponen por objeto el bien. Ya sea en cuanto Espíritus o en su condición de hombres, están encargados de colaborar al progreso de la humanidad, de los pueblos o de los individuos, dentro de un orden de ideas más o menos amplio y especial, preparando los caminos para que ciertos acontecimientos se produzcan y velando por el cumplimiento de determinadas cosas. Algunos tienen misiones más restringidas y en cierto modo personales, o de carácter enteramente local, como asistir a los enfermos, moribundos y afligidos, velar por aquellos de los cuales se convierten en guías y protectores, y orientarlos con sus consejos o por medio de los buenos pensamientos que les sugieren. Se puede afirmar que hay tantos tipos de misiones como clases de intereses que vigilar, ya sea en el mundo físico o en el moral. El Espíritu progresa según la manera como cumple su tarea.
 
570. ¿Comprenden siempre los Espíritus los designios que están encargados de ejecutar?
  • No. Entre ellos los hay que son ciegos instrumentos: pero otros, en cambio, saben muy bien con qué objeto están actuando.
571. ¿Sólo los Espíritus elevados cumplen misiones?
  • La importancia de las misiones está relacionada con las capacidades y la elevación del Espíritu. El mensajero que lleva un despacho cumple una misión, pero no es la misión del general.
572. La misión de un Espíritu ¿le es impuesta, o depende de su voluntad?
  • La pide y se siente feliz de obtenerla.
572 a. Una misma misión ¿puede ser solicitada por muchos Espíritus?
  • Sí, hay a menudo varios postulantes, pero no a todos se acepta.
573. ¿En qué consiste la misión de los Espíritus encarnados?
  • En instruir a los hombres, cooperar en su adelanto, mejorar sus instituciones por medios directos y materiales. Pero las misiones son más o menos generales e importantes: el que cultiva la tierra está cumpliendo una misión, así como el que gobierna o el que instruye. En la Naturaleza todo se eslabona. Al paso que el Espíritu se depura mediante la encarnación, colabora en esa forma en la realización de las miras de la Providencia. Cada cual tiene en la Tierra su misión, porque cada cual puede ser útil para algo.
574. ¿Cuál podrá ser la misión de las personas voluntariamente inútiles en la Tierra?
  • Hay, en efecto, personas que no viven más que para sí mismas y no saben tornarse útiles para nada. Son pobres seres a los que hemos de tener lástima, porque expiarán cruelmente su voluntaria inutilidad, y su castigo se inicia con frecuencia en este mundo mismo, por el tedio y el disgusto de la vida que experimentan.
574 a. Puesto que tenían ocasión de elegir, ¿por qué han preferido una existencia que en nada podía beneficiarles?
  • Entre los Espíritus los hay también perezosos, que retroceden ante la perspectiva de una vida de trabajo. Dios les deja hacer. Ya comprenderán más tarde, y a sus expensas, los inconvenientes de su inutilidad, y serán los primeros en pedir que se les permita recuperar el tiempo perdido. También es posible que hayan escogido una vida más útil, pero al poner manos a la obra renunciaron y se dejaron arrastrar por las sugestiones de los Espíritus que los alentaban a entregarse al ocio.
575. Las ocupaciones comunes nos parecen más bien deberes que misiones, propiamente dichas. La misión, según la idea que se atribuye a esta palabra, tiene un carácter de importancia menos exclusiva y, sobre todo, menos personal. Desde este punto de vista, ¿cómo se puede reconocer que un hombre tiene en este mundo una misión real?
  • Por las grandes cosas que llevan a cabo; por los progresos que ayuda a hacer a sus semejantes.
576. Los hombres a quienes ha tocado una misión importante ¿estaban predestinados a ella antes de su nacimiento? Y ¿tienen conocimiento de la misma?
  • En ocasiones, sí. Pero casi siempre la desconocen. Sólo tienen un objetivo vago al venir a la Tierra. Su misión se va diseñando con posterioridad a su nacimiento, y conforme a las circunstancias. Dios los impulsa por el camino en el que deben cumplir sus designios.
577. Cuando un hombre realiza algo útil, ¿lo hace siempre en virtud de una misión anterior y para la cual estaba predestinado, o puede, en cambio, recibir el encargo de una misión que no había previsto?
  • Todo lo que hace el hombre no es resultado de una misión para la que estaba predestinado. Con frecuencia es él el instrumento de que se sirve un Espíritu para hacerle ejecutar algo que considera útil. Por ejemplo, un Espíritu piensa que sería conveniente escribir un libro que él mismo haría, si estuviera encarnado. Busca entonces al escritor que sea más apto para comprender su pensamiento y expresarlo. Le da la idea de ello y lo dirige en la ejecución de la obra. De esta manera, aquel hombre no había venido a la Tierra con la misión de redactar ese libro. Lo mismo acontece con ciertos trabajos artísticos o de descubrimientos. Hay que agregar todavía que, durante el sueño de su cuerpo, el Espíritu encarnado se comunica directamente con el Espíritu en estado errante, y ambos se ponen de acuerdo para la realización.
578. ¿Puede el Espíritu fracasar en su misión, debido a su propia culpa?
  • Si no es un Espíritus superior, sí.
578 a. ¿Cuáles son para él las consecuencias de esto? 
  • Deberá recomenzar su tarea. En ello consiste su punición. Además, sufrirá las consecuencias del mal que haya ocasionado.
579. Puesto que el Espíritu recibe de Dios su misión, ¿cómo puede Dios confiar una misión importante y de interés general a un Espíritu que pudiera fracasar en ella?
  • ¿No sabe Dios, acaso, si su general alcanzará la victoria o será derrotado? Sí que lo sabe, tened seguridad de esto. Y sus planes, cuando son importantes, no dependen de aquellos que puedan abandonar su obra en medio del trabajo. Para vosotros, toda la cuestión radica en el conocimiento del porvenir que Dios posee, pero que no os es dado aún conocer.
580. El Espíritu que encarna para cumplir una misión ¿tiene el mismo temor que el que lo hace como prueba?
  • No, pues posee experiencia.
581. Los hombres que son la antorcha del género humano, al que iluminan con su genio, poseen ciertamente una misión. Pero entre ellos hay algunos que se equivocan y que al lado de grandes verdades difunden errores no menos grandes. ¿Cómo se debe considerar su misión?
  • Como falseada por ellos mismos. Son inferiores a la tarea que han emprendido. No obstante, hay que tener en cuenta las circunstancias: los hombres geniales debían hablar de acuerdo con la época, y una determinada enseñanza, que parecerá errónea o pueril en una época más adelantada, podía ser suficiente para su siglo.
582. ¿Se puede considerar a la paternidad como una misión?
  • Es, sin disputa, una misión. Se trata al mismo tiempo de un deber muy grande y que compromete, más de lo que el hombre cree, su responsabilidad para el porvenir. Dios ha puesto al hijo bajo la tutela de sus padres para que éstos lo encaminen por la senda del bien, y facilitó su tarea dando al niño una organización frágil y delicada, que lo torna accesible a todas las impresiones. Pero hay quienes se ocupan más en enderezar los árboles de su huerto y lograr que den muchos y buenos frutos, que en corregir el carácter de su hijo. Si éste sucumbe por su culpa, a ellos corresponderá la pena, y los sufrimientos del niño en la vida futura recaerán sobre los padres, porque no habrán hecho lo que de ellos dependía en pro del adelanto del hijo por la senda del bien.
583. Si un niño se vuelve malo a pesar de los cuidados de sus progenitores, ¿son éstos los responsables?
  • No, pero cuanto peores sean las disposiciones del niño, más pesada resultará la labor y mayor será el mérito si los padres logran apartarlo del falso camino.
583 a. Si un niño se convierte en un buen adulto, pese a la negligencia o malos ejemplos de sus progenitores, ¿corresponde a éstos algún beneficio?
  • Dios es justo.
584. ¿Cuál es la índole de la misión del conquistador que sólo busca satisfacer su ambición y que para alcanzar tal objetivo no retrocede ante ninguna de las calamidades que desencadena a su paso?
  • Casi siempre es sólo un instrumento de que se sirve Dios para poner por obra sus designios, y esas calamidades constituyen a veces un medio para que un pueblo progrese más rápido.
584 a. El que sea instrumento de esas calamidades pasajeras es ajeno al bien que de ellas pueda resultar, puesto que sólo se proponía un objetivo personal. No obstante, ¿se beneficiará con ese bien?
  • Cada cual será recompensado según sus obras, el bien que ha querido hacer y la rectitud de sus intenciones.
Los Espíritus encarnados tienen ocupaciones inherentes a su existencia corporal. En la erraticidad, o estado de desencarnado, tales ocupaciones son proporcionales a su grado de desarrollo.
Unos recorren los mundos, se instruyen y se van preparando para una nueva encarnación.
Otros, más evolucionados, se ocupan del progreso, dirigiendo los acontecimientos y sugiriendo pensamientos propicios. Asisten a los hombres geniales que cooperan en el adelanto de la humanidad.
Otros encarnan con una misión de progreso.
Otros toman bajo su tutela a individuos, familias, conglomerados de personas, ciudades y pueblos, de los cuales son los ángeles de la guarda, genios protectores y Espíritus familiares.

Otros, por último, presiden los fenómenos de la Naturaleza, cuyos agentes directos son.
Los Espíritus vulgares se mezclan en nuestros quehaceres y diversiones.
Los Espíritus impuros o imperfectos aguardan, en medio de sufrimientos y angustias, el instante en que plazca a Dios procurarles los medios de adelantar. Si hacen el mal es por el despecho que experimentan hacia el bien, del cual todavía no pueden disfrutar.

AMOR FRATERNAL

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