sábado, 30 de noviembre de 2013

Los infortunios ocultos

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec

Capitulo XIII: NO SEPA TU MANO IZQUIERDA LO QUE DA TU DERECHA

4. En las grandes calamidades, la caridad se conmueve y se ven generosos rasgos para reparar los desastres; pero al lado de esos desastres generales, millares de desastres particulares hay que pasan desapercibidos, como personas que yacen sobre inmundicias sin quejarse. Estos son aquellos infortunios prudentes y ocultos que la verdadera generosidad sabe descubrir sin esperar que vengan a pedir asistencia.

¿Quién es esa mujer de maneras distinguidas, que va con sencillez aunque cuidada, seguida de una joven vestida también modestamente? Entra en una casa de sórdida apariencia, en la que es conocida sin duda, porque en la puerta la saludan con respeto. ¿Dónde va? Sube hasta la bohardilla, y allí yace una madre de familia en una cama, rodeada de sus hijos; a su llegada, la alegría brilla en aquellas caras demacradas; es que va a calmar todos sus dolores; lleva consigo lo necesario, sazonado con dulces y consoladoras palabras, que hacen aceptar el bien sin vergüenza, porque estos desgraciados no son pordioseros de profesión; el padre está en el hospital, y durante este tiempo, la madre no puede acallar a todas las necesidades. Gracias a ella, esos pobres niños no sufrirán frío ni hambre, irán a la escuela bien abrigaditos, y el seno de la madre no se agotará para los más pequeños. Si hay uno de ellos enfermo, ningún cuidado material le repugnará. De allí se va al hospital a llevar al padre algunos consuelos y tranquilizarle sobre la suerte de su familia. Al extremo de la calle espera un carruaje, verdadero almacén de todo lo que ella lleva a sus protegidos, que visita sucesivamente; no les pregunta por su creencia ni por su opinión, porque para ella todos los hombres son hermanos e hijos de Dios. Concluido su paseo, se dice: He empezado bien mi jornada. ¿Cuál es su nombre? ¿dónde vive? Nadie lo sabe; para los desgraciados es un nombre que nada descubre, pero es el ángel de consuelo, y por la noche un concierto de bendición se eleva por ella hacia el Creador; católicos, judíos, protestantes, todos la bendicen.

¿Por qué ese porte tan sencillo? Es porque no quiere insultar a la miseria con su lujo. ¿Por qué se hace acompañar por su joven hija? Para enseñarle cómo se debe practicar la beneficencia. Su hija hace también caridad, pero su madre la dice: "¿Qué puedes dar tú, hija mía, si no tienes nada tuyo? Si yo te entrego alguna cosa para pasar a la mano de los otros, ¿qué mérito tendrás? En realidad seré yo la que haré la caridad, y tú la que tendrás el mérito; esto no es justo. Cuando vamos a visitar a los enfermos, tú me ayudas a asistirlos; pues el procurarles cuidados, ya es dar alguna cosa.
¿No te parece esto suficiente? Nada hay más sencillo; aprende a hacer obras útiles confeccionando vestidos para estos niños, de este modo tú darás alguna cosa que te pertenezca". Este es el modo como esa madre, verdaderamente cristiana, forma a su hija según la práctica de las virtudes enseñadas por Cristo. ¿Es espiritista? ¡Qué importa que no lo sea!
Para la sociedad, es la mujer del mundo, porque su posición lo exige; pero se ignora lo que hace, porque no quiere otra aprobación que la de Dios y su conveniencia.

Sin embargo, una circunstancia imprevista conduce un día a su casa a uno de sus protegidos que le devolvía la labor; éste la reconoció y quiso bendecir a su protectora. "¡Chitón!, le dijo; no lo digas a nadie". Así hablaba Jesús.

Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL

jueves, 21 de noviembre de 2013

Enemigos desencarnados

El Evangelio según es Espiritismo

Allan Kardec

Capitulo XII: AMAD A VUESTROS ENEMIGOS

5. El espiritista tiene aún otros motivos de indulgencia para con sus enemigos.
En primer lugar, sabe que la maldad no es el estado permanente de los hombres; que es una imperfección momentánea, y de que de la misma manera que el niño se corrige de sus defectos, el hombre malo reconocerá un día sus malas obras y se volverá bueno.

Sabe también que la muerte sólo le libra de la presencia material de su enemigo, pero que éste puede perseguirle con su odio aun después de haber dejado la tierra; que de este modo la venganza no consigue su objeto, sino que, al contrario, tiene por efecto el producir una irritación más grande y que puede continuarse de una existencia a otra.
Pertenecía al Espiritismo probar por la experiencia y la ley que rige las relaciones del mundo visible con el mundo invisible, por la expresión "Ahogar en sangre la ira", es radicalmente falsa y que la verdad es que la sangre conserva a el odio hasta más allá de la tumba, dando, por consiguiente, una razón de ser efectiva y una utilidad práctica del perdón y a la sublime máxima de Cristo: "Amad a vuestros enemigos". No hay corazón, por perverso que sea, que no se conmueva con los buenos procederes, aun sin darse cuenta de ello; con los buenos procederes se quita, por lo menos, todo pretexto de represalias; de un enemigo puede hacerse un amigo antes y después de la muerte. Con los malos procederes se le irrita, y "entonces es cuando él mismo sirve de instrumento a la justicia de Dios para castigar al que no ha perdonado".

6. Pueden, pues, tenerse enemigos entre los desencarnados y entre los encarnados; los enemigos del mundo invisible, manifiestan su malevolencia por las obsesiones y las subyugaciones, a las que están sujetas tantas gentes, y que son una variedad en las pruebas de la vida; tanto estas pruebas como las otras ayudan al adelantamiento y deben ser aceptadas con resignación y como consecuencia de la naturaleza inferior del globo terrestre; si no hubiese hombres malos en la tierra no habría tampoco espíritus malos a su alrededor. Si, pues, debemos indulgencia para con los enemigos encarnados, debe tenerse la misma para con los que están desencarnados.

En otro tiempo se sacrificaban víctimas sangrientas para apaciguar a los dioses infernales, que eran los espíritus malos. A los dioses infernales han sucedido los demonios, que son la misma cosa. El Espiritismo viene a probar que esos demonios no son más que las almas de los hombres perversos que aun no se han despojado de los instintos materiales: "que no se apaciguan sino por el sacrificio de su odio, es decir, por la caridad"; que la caridad no tiene sólo por efecto el impedir que hagan el mal, sino el de conducirles al camino del bien y contribuir a su salvación. Así es que la máxima: "Amad a vuestros enemigos", no está circunscrita al círculo estrecho de la tierra y de la vida presente, sino que entra en la grande ley de la solidaridad y de la fraternidad universal.

Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Advenimiento del Espíritu de Verdad

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec

Capitulo VI: EL CRISTO CONSOLADOR

6. Vengo a enseñar y a consolar a los pobres desheredados; vengo a decirles que eleven su resignación al nivel de sus pruebas; que lloren, porque el dolor fue consagrado en el Huerto de los Olivos; pero que esperen, porque los ángeles consoladores vendrán también a enjugar las lágrimas.

Trabajadores, trazad vuestro surco; por la mañana continuad el trabajo rudo de la víspera; el trabajo de vuestras manos proporciona el pan terrestre a vuestro cuerpo, pero vuestras almas no están olvidadas: y yo, el divino jardinero, las cultivo en el silencio de vuestros pensamientos. Cuando haya sonado la hora del descanso, cuando el estambre se escape de vuestras manos y cuando vuestros ojos se cierren a la luz, sentiréis brotar y germinar en vosotros mi preciosa semilla. Nada se pierde en el reino de mi Padre, y vuestros sudores y vuestras miserias forman el tesoro que debe haceros ricos en las esferas superiores, en donde la luz reemplaza a las tinieblas y en donde el más desnudo de vosotros puede que sea el más radiante de luz.

En verdad os digo, que los que llevan su carga y socorren a sus hermanos, son mis muy amados: instruíos en la preciosa doctrina que disipa el error de las revoluciones y que os enseña el objeto sublime de la prueba humana. Así como el viento barre el polvo, que el soplo de los espíritus disipe los celos contra los ricos del mundo, que a menudo son muy miserables, porque sus pruebas son más peligrosas que las vuestras.
Estoy con vosotros, y mi apóstol os enseña. Bebed en el manantial vivo del amor, y preparaos, cautivos de la vida, a lanzaros un día libres y alegres en el seno del que os ha creado débiles para haceros perfectibles, y quiere que vosotros mismos modeléis vuestra blanda arcilla a fin de que seáis los artífices de vuestra inmortalidad. (El Espíritu de Verdad. París, 1861.)

8. Dios consuela a los humildes y da fuerza a los afligidos que se la piden. Su poder cubre la tierra, y en todas partes al lado de una lágrima, hay un bálsamo que consuela. El sacrificio y la abnegación son una continua oración y encierran una enseñanza profunda: la sabiduría humana reside en esas dos palabras. Que todos los espíritus que sufren puedan comprender esta verdad, en vez de clamar contra los dolores y los sufrimientos morales que son vuestro lote en la tierra. Tomad, pues, por divisa, estas dos palabras: "sacrificio y abnegación", y seréis fuertes, porque ellas resumen todos los deberes que imponen la caridad y la humildad. El sentimiento del deber cumplido os dará el reposo del espíritu y la resignación. El corazón late mejor, el alma se calma y el cuerpo no desfallece: porque el cuerpo sufre tanto más cuanto el espíritu está más profundamente herido. (El Espíritu de Verdad. Havre, 1863.).

AMOR FRATERNAL

martes, 19 de noviembre de 2013




"Las civilizaciones y los pueblos, las culturas y las experiencias constituyen formas de pensamiento por medio de las cuales evolucionamos incesantemente hacia las esferas más altas.
Preocupémonos, pues, de la obligación del auto-perfeccionamiento. Sin comprensión y sin bondad nos hermanaremos con los hijos desventurados de la rebeldía.
Sin estudio y sin observación nos contaremos indefinidamente entre los infortunados exponentes de la ignorancia.
Amor y sabiduría son las alas con las que realizaremos el vuelo definitivo rumbo a la perfecta comunión con el Padre Celestial.
Escalemos el plano superior, instalando pensamientos sublimes en aquellos que nos rodean.
La palabra aclara. El ejemplo arrastra. Ajustémonos al Evangelio redentor.
Cristo es la meta de nuestra renovación. Regenerando nuestra existencia según las enseñanzas de Él, reestructuraremos la vida íntima de aquellos que nos rodean."

En los dominios de la mediumnidad - Chico Xavier

lunes, 18 de noviembre de 2013

En servicio Espiritual

En los dominios de la Mediumnidad

Chico Xavier

Capitulo 14

Nos alejábamos de la institución cuando el marido desencarnado de doña Celina, cuya presencia registramos en el curso de la reunión, se aproximó a nosotros.
Demostraba conocer a nuestro orientador, porque se detuvo a nuestro lado y exclamó:
  • Mi querido asistente, por favor…

Áulus nos presentó al nuevo amigo:
  • Es nuestro hermano Abelardo Martins. Fue el esposo de nuestra colaboradora Celina y se viene adaptando a nuestra organización de trabajo.

Reconocimos en seguida que Abelardo no era una entidad de lo más cultivada.
Las maneras y la voz revelaban el estado espiritual de un ser bastante arraigado a los hábitos terrestres.
  • Mi querido asistente –continuó con inquietud–, vengo a pedirle auxilio en favor de Liborio. El socorro del grupo mejoró su disposición, pero ahora es la mujer la que empeoró, persiguiéndole...
  • Ya sé –dijo el orientador con buena voluntad–, con todo, es importante que Celina nos ayude.

Y acariciando sus hombros, concluyó:
Vuelva con su compañera, y tan pronto se aleje Celina del cuerpo bajo la influencia del sueño, venga en su compañía a fin de que podamos estar juntos unos momentos. Les aguardamos en el parque contiguo.
El interlocutor se alejó contento, mientras penetrábamos en una enorme plaza poblada de árboles. Nos detuvimos a la espera de los compañeros, y aprovechando esos minutos
Áulus se refirió a la petición recibida.
Abelardo se interesaba por Liborio dos Santos, el primer comunicante de aquella noche que había sido auxiliado por intermedio de doña Eugenia.
Y extendiéndose con las explicaciones, nos informó que el esposo de doña Celina deambuló desesperado por largo tiempo.
En su vida terrena fue un hombre temperamental y no se resignó de inmediato a los imperativos de la muerte. Colérico y obstinado, desencarnó muy pronto a raíz de los excesos que minaron su fuerza orgánica. Intentó en vano obsesionar a su esposa, cuya ayuda reclamaba como si fuera su simple sirvienta.

Reconociéndose incapaz de vampirizarla, estuvo durante algunos años en los dominios de las sombras, entre espíritus rebeldes e irrespetuosos, hasta que las oraciones de su compañera, ayudadas por la intercesión de muchos amigos, consiguieron disuadirle y hacerle cambiar de actitud.
Se doblegó, por fin, ante la evidencia de los hechos.
Reconoció lo impropio de la intemperancia mental en la que se complacía, y luego de ser preparado convenientemente por el grupo de amigos que acabábamos de dejar, fue admitido en una organización de socorro en la que pasó a servir como cuidador de hermanos desequilibrados.
Tan pronto como el asistente completó la rápida biografía, Hilario consideró con curiosidad:
  • El caso de Abelardo nos suscita indagaciones interesantes... Por ejemplo, ¿continuará unido a su esposa?
  • Sí –explicó el orientador–, el amor entre ambos tiene profundas raíces en el pasado.

  • ¿Pese a la diferencia que hay entre ellos?
  • ¿Por qué no? ¿Acaso el Padre Celestial deja de amarnos pese a las faltas en que incurrimos en nuestras vidas?

  • Realmente –convino mi colega un tanto contrariado– este argumento es indiscutible. Sin embargo, ¿Abelardo se volvió a unir a su mujer?
  • En efecto. En ella encontró un valioso incentivo para el trabajo de auto recuperación, al que se halla entregado.

  • Pero, en su condición de espíritu desencarnado, ¿llega a compartir el templo hogareño?

Tanto como le es posible. Por haber descendido considerablemente en la indisciplina y la perturbación, todavía sufre las consecuencias desagradables del desequilibrio al que se entregó, por lo cual el hogar terreno, con la ternura de la esposa, es el mayor paraíso que podrá merecer por ahora. Diariamente se entrega a un arduo servicio en la obra de asistencia a los compañeros dementes, pero descansa, siempre que es oportuno, en el nido familiar, junto a su compañera.
Una vez por semana le acompaña en el culto íntimo de la oración, es su firme colaborador en los trabajos mediúmnicos, y todas las noches en que se sienten favorecidos por las circunstancias se dedican ambos al trabajo de auxilio a los enfermos. No fueron solamente cónyuges, según las disposiciones de la carne. Son infinitamente amigos, y Abelardo ahora procura aprovechar el tiempo saldando sus deudas y soñando con recibir a la esposa con nuevos títulos de elevación cuando Celina reingrese nuevamente a la patria espiritual.
  • Esto, sin embargo ¿es común? ¿La separación de los matrimonios es solamente imaginaria?

Un caso no hace la regla –ponderó el asistente con buen humor. Donde no prevalece la afinidad del afecto, el matrimonio terrestre es una tarea de redención, y nada más. En la mayoría de las uniones la muerte del cuerpo sólo ratifica una separación que ya existía en la vida en común. En esos casos, el cónyuge que abandona la envoltura física se retira de la prueba a la que se sometió, a la manera del deudor que alcanzó la paz con el pago realizado. No obstante, cuando los lazos que unen a las almas perviven, las emociones de la jornada humana y aun cuando haya un segundo casamiento la comunión espiritual continúa, sublime, con un dulce y constante intercambio de vibraciones y pensamientos.
Hilario reflexionó durante algunos instantes, y conjeturó:
  • Es cierto. La travesía de la tumba impone al espíritu singulares modificaciones...

Cada viajero en su camino, cada corazón con su problema...
  • ¡Bienaventurados los que se renuevan con el bien! –exclamó Áulus con satisfacción. El verdadero amor es lo sublime en marcha a través de la renuncia. Quien no supiera renunciar en favor de la alegría del ser amado, sin duda sabrá querer con entusiasmo y cariño, mas no estará en condiciones de coronarse con la gloria del amor puro. Después de la muerte habitualmente aprendemos, con el sacrificio de nuestros propios sueños, la ciencia de amar, no según nuestros deseos, sino de conformidad con la Ley del Señor: madres obligadas a desamparar a sus hijitos para entregarlos a las pruebas que ellos necesitan, padres que se ven impelidos a cambiar los proyectos de protección a la familia, esposas constreñidas a entregar sus maridos a otras almas hermanas, esposos que son forzados a aceptar la colaboración que se les ofrece a sus compañeras para hacer frente a la vida, contrayendo segundas nupcias y viviendo en el propio hogar que ellos tuvieron que abandonar... Todo esto lo encontramos en las cercanías de la Tierra. La muerte es un convite al entendimiento fraterno... y cuando no aceptamos tal desafío, el sufrimiento es la consecuencia ineludible que tenemos a pasar...

Y con amplia sonrisa, agregó:
  • Cuando el amor no sabe dividirse, la felicidad no consigue multiplicarse.

La conversación proseguía interesante y animada, cuando Celina y Abelardo llegaron hasta nosotros.
Venían reconfortados, felices.
En compañía de su esposa, el nuevo amigo parecía más alegre y radiante, como si absorbiese su vitalidad y su ánimo.
Noté que Hilario, por la expresión de su fisonomía, traía consigo un nuevo mundo de preguntas por formular.
Con todo, Áulus advirtió:
  • ¡Sigamos! Es necesario actuar con rapidez.

Al poco tiempo penetramos en una nebulosa región, dentro de la misma noche. Los astros desaparecieron ante nuestros ojos.
Tuve la impresión de que un gas alquitranado era el elemento preponderante en aquel ambiente.
Oíamos alrededor nuestro sollozos e imprecaciones, pero la pequeña lámpara que Abelardo ahora empuñaba, auxiliándonos, no nos permitía observar más que el camino estrecho que debíamos recorrer.
Pasados algunos minutos de marcha alcanzamos una construcción mal iluminada, en la que varios enfermos se alojaban bajo la asistencia de enfermeros atentos.
Entramos.
Áulus explicó que estábamos en un hospital de emergencia, de los muchos que se hallan en las regiones purgatorias.
Todo era pobreza, necesidad, sufrimiento...
  • Este es mi actual templo de trabajo –nos dijo Abelardo, orgulloso de ser allí una pieza importante en la máquina de servicio.

El hermano Justino, director de la institución, vino hacia nosotros a cumplimentarnos. Pidió excusas por no serle posible acompañarnos. La casa estaba llena de psicópatas desencarnados y no podía, por tal motivo, detenerse en su labor
asistencial.
Nos dio, sin embargo, permiso para actuar con plena libertad. La desarmonía era realmente tan grande en el local, que no pude disimular mi espanto. ¿Cómo pensar en lograr una mejoría en un medio atormentado como ése?
El asistente me esclareció diciéndome:
  • André, este lugar es un refugio para desesperados.

Según la reacción que tengan son conducidos, de inmediato, a establecimientos de recuperación positiva o bien regresan a los ámbitos de aflicción de los que proceden. Aquí sólo pasan un pequeño período de recuperación. Llegamos al sencillo lecho en el que Liborio, de mirada vidriosa, se mostraba como ausente y sin ningún interés por nuestra presencia.
Nos miraba indiferente.
Mostraba el semblante de los locos, cuando éstos se hallan transfigurados por ocultas flagelaciones. Uno de los guardias vino hacia nosotros y le comunicó a Abelardo que el enfermo llevado para internarse denotaba una creciente angustia.
Áulus lo revisó paternalmente, y en seguida informó:
  • El pensamiento de la hermana encarnada que nuestro amigo vampiriza está con él, atormentándole. Se hallan ambos sintonizados en la misma onda. Es un caso de persecución recíproca. Los beneficios recogidos en el grupo son ahora perjudicados por las sugestiones que le son dirigidas desde lejos.
  • Tenemos en este caso, entonces –alegué– un símil exacto de lo que verificamos comúnmente en la Tierra en los sectores de la mediumnidad torturada.

Hay médiums que, aliviados de los vejámenes que reciben de entidades inferiores, de inmediato reclaman su presencia y se unen nuevamente a ellas automáticamente, pese a nuestro más saludable propósito por liberarlos radicalmente.
  • Sí –aprobó el orientador– mientras no modifiquen sus disposiciones espirituales, creando el hábito de nuevos y nobles pensamientos, estarán sometidos a un régimen de mutua esclavitud, en el que obsesores y obsesados se nutren con sus energías recíprocamente. Temen la separación por los hábitos comunes y arraigados que los asoció, según los principios de afinidad, y de ahí vienen los impedimentos para la doble recuperación que les deseamos.

El enfermo se mostraba más angustiado, más pálido.
Parecía estar soportando una tempestad interior, pavorosa e incontenible.
  • Todo indica la aproximación de la hermana que se apoderó de su mente.

Nuestro compañero se revela más dominado, más afligido...
No acababa el orientador de formular su pronóstico cuando la pobre mujer, desligada del cuerpo físico por efecto del sueño, apareció delante de nosotros reclamando con ferocidad:
  • ¡Liborio! ¡Liborio! ¿Por qué te ausentaste? ¡No me abandones! ¡Regresemos a nuestra casa! ¡Escúchame, escúchame!...
  • ¿Qué vemos? –exclamó Hilario, intrigado. ¿No es esta la criatura a quien en el servicio de esta noche se le trató de aislar de malas influencias?
Y como el orientador respondiera de modo afirmativo, mi colega continuó:
  • ¡Dios de bondad! Pero ¿no está ella interesada en el restablecimiento de su propia salud? ¿No ha pedido socorro a la institución que frecuenta?
  • Esto es lo que ella juzga querer –explicó Áulus con diligencia– sin embargo, en lo íntimo se alimenta con los fluidos enfermizos del compañero desencarnado y se apega a él instintivamente. Millares de personas son así. Padecen enfermedades de variados matices, y a ellas se adaptan por espíritu de comodidad y por no demandarles eso el menor esfuerzo. Se consideran desgraciadas y sufrientes, pero cuando se les retira la molestia que les afectaba se sienten vacías y extrañas, presentando síntomas e impresiones con los que evocan las enfermedades, haciendo que éstas se expresen nuevamente bajo distintas manifestaciones, contribuyendo así a sostener su condición de víctimas, en la cual se complacen. Esto sucede en la mayoría de los casos de obsesión. Encarnados y desencarnados se unen los unos a los otros ligados por una vigorosa fascinación mutua, hasta que ellos mismos renueven los objetivos de su vida mental.

Es por ese motivo que, en muchas ocasiones, los dolores graves están llamados a actuar sobre los dolores leves con el fin de despertar en las almas depravadas ese género de sustituciones y reformas de lo inferior.
En ese momento la recién llegada consiguió acercarse más a Liborio, quien demostró una visible satisfacción. Sonreía él, ahora, igual que una criatura contenta.
Reconociendo, sin embargo, la presencia de doña Celina, la infeliz gritó, colérica:
  • ¿Quién es esta mujer? ¿Quién es?...

Nuestra abnegada amiga avanzó hacia ella con humildad y le imploró:
  • ¡Hermana mía, cálmese! ¡Liborio está fatigado, enfermo! ¡Ayudémosle a descansar!...

La interlocutora no soportó su mirada dulce y benigna, y luego de reconocer a la servicial médium del grupo con el que se había relacionado, cegada por los celos le gritó al enfermo palabras amargas, imposibles de reproducir, abandonando el recinto en desenfrenada carrera.
Liborio mostró una evidente contrariedad. Áulus, con todo, le aplicó pases, con los que le restituyó la calma.
En seguida, el asistente nos dijo con cariño:
  • Como vemos, la Bondad Divina es tan grande que hasta nuestros sentimientos poco dignos son aprovechados en nuestro propio bien. El despecho y alejamiento de la visitante al encontrar a Celina junto al enfermo, nos dará una tregua valiosa, de modo que tendremos algún tiempo para auxiliarlo con unas reflexiones necesarias. Cuando despierte en su cuerpo carnal por la mañana, nuestra pobre amiga recordará vagamente haber soñado con Liborio junto a una compañera, pintando de ello un cuadro con impresiones que se imagine a voluntad, por cuanto cada mente ve en los demás aquello que ella misma lleva en si.

Abelardo estaba satisfecho. Acariciaba al enfermo, previendo su mejoría.
Hilario expresó con admiración:
  • Lo que me asombra, es reconocer el servicio incesante por todas partes. En la vigilia y en el sueño, en la vida y en la muerte...

Respondiendo Áulus, con una sonrisa:
  • Sí, la inercia es simplemente una ilusión y la pereza es una fuga que la Ley castiga con las aflicciones que conlleva tal atraso.

Nuestra tarea había sido cumplida, por lo cual había llegado el momento de retirarnos.
Después de unos minutos, al despedirnos, nos prometió el asistente que nos volveríamos a encontrar la noche siguiente para continuar con nuestras observaciones.

Continuará...

El que tenga ojos para ver que vea... el mundo espiritual se esfuerza por darnos todas las herramientas necesarias para poder despertar nuestra conciencia, nuestra esencia adormecida y así poder comenzar a transitar la vida que el propósito real que esta tiene.

AMOR FRATERNAL

miércoles, 13 de noviembre de 2013

De regreso al mundo espiritual

ESPÍRITUS QUE HAN PARTIDO

Historias y reflexiones acerca de la vida después de la muerte
Alicia Ristorto - Raúl Drubich

Capitulo 4

"En lo intimo de cada Ser Humano,
Se siente que la vida es infinita y
atesora todo lo aprendido...

"Queridos amigos:
Nuevamente recurro a ustedes en busca de ayuda.
Necesito de sus oraciones dado que el cancer volvió y esta vez con mas fuerza parece. Esta semana me entregaron la tomografia y hay ganglios tomados y nódulos en el hígado. Hace dos semanas no tenia nada. Disculpenme por ser tan pedigüeño, pero sin la ayuda de Jesús, no podre salir adelante.
Dios sabe cual es mi destino y no me aferro a las cosas mundanas. Solo pido fuerzas para poder sobrellevar este momento tan difícil y poder cumplir con la voluntad del Señor.
Los quiero mucho"
Luis.

"Querido Luis:
Lamento mucho esta reiteración de tu enfermedad. Ana y yo estamos siempre pidiendo por vos, por tu restablecimiento y por la fortaleza de tu animo y de tu familia.
Recuerdo nuestras primeras conversaciones en Enero, en donde me contabas de las cadenas de oración que realizaban para la salud de algunas personas enfermas y yo te comentaba de mi convencimiento de la acción de esas oraciones, ya que el pensamiento y el sentimiento, tienen la capacidad de movilizar energías que no las vemos, pero si podemos percibir.
En ese momento, si recuerdas, te dije de mi concepción espiritual de la vida. Y como amigo y porque te quiero, deseo expresarte algunos conceptos que surgen, precisamente, de un conocimiento espiritual de la vida.
Considero que lo que te voy a transmitir puede ayudarte en tu fe, que es mucha, para darte tranquilidad en este momento de dolor físico y también espiritual, pero que siempre posibilita al espíritu una instancia de reflexion, de aprendizaje, de valoración de la vida y de los afectos.
En esencia somos espíritu, el pensamiento, el sentimiento y la acción son atributos o expresiones del espíritu. Eso es lo que somos, un principio inteligente, eterno y por consecuencia inmortal que sobrevive al cuerpo físico.
Este cuerpo físico no es mas que un instrumento maravilloso que nos permite transitar por esta vida aprendiendo, experimentando, muchas veces equivocandonos, pero en definitiva, progresando. Esa es la finalidad de la vida, evolucionar principalmente en el orden moral, lo que significa trabajar el carácter, pulir las expresiones de dureza y en lo posible transformarlas en afectuosas y armónicas, partiendo de la familia y luego hacia lo social. Y esto, querido Luis, si te observas a vos mismo, podrás apreciar que el Luis de hoy no es el mismo de 20 o 30 anos atrás.
Este transito por la vida no lo hacemos solos. Estamos acompañados en forma permanente por nuestro Ángel de la Guarda o Espíritu Protector, que en realidad es un espíritu con mayor grado de evolución que asume el compromiso de acompañar y orientar a un "espíritu encarnado" en su camino evolutivo.
¿Y cómo se produce la conexión con alguien al que "no conocemos" y no vemos? A través de la oración, en un momento de serenidad, de reflexión y de conexión con lo espiritual, recibimos intuición que nos aporta lucidez para resolver problemas, serenidad para enfrentar momentos difíciles y también aceptación ante las pruebas que muchas veces cosideramos que superan nuestras fuerzas.
La vida del espíritu continúa luego, en el plano espiritual, en donde dejando de lado las contingencias de este plano material, se reencuentra con su Espíritu Protector, con espíritus familiares -padre, madre, abuelos, hermanos- porque la familia no es una organización exclusiva del planeta Tierra, sino que es una organización de orden espiritual que mantiene los lazos, intercambiando roles, pero manteniendo y acredentando al afecto y el amor que los une.
Deseo que esto que te aporte aún más serenidad, porque uno hace, junto con los médicos, todo lo posible por conservar la vida, pero llegado el momento de partir, saber que todo continúa y con la posibilidad cierta de seguir estando, aunque de otra forma, junto a la familia.
Un fuerte abrazo."
Gustavo

Cuando por alguna razón nos sentimos próximos al momento de regresar al mundo espiritual, percibimos que se inicia un proceso trascendente, íntimo, ávido de afectos, apoyo y comprensión; y es natural que recurramos a la familia y a amigos en busca de ayuda. Nos hacemos permeables a demostraciones de amor y receptivos a conversaciones que sean caricias para el alma, sostén de inseguridades, como el diálogo profundo y sereno, expresado en las cartas de dos amigos que transcribimos al iniciar este capítulo. Volvemos a sentirnos niños pequeños. De nuestras mentes surgen torrentes de pensamientos, opacados hasta el momento por las preocupaciones de la vida material. Intuimos que un cambio importante se aproxima. Dibujamos nuestro hogar sin nuestra presencia, imaginamos a nuestra familia en la continuidad de sus quehaceres cotidianos adaptándose a la nueva situación, superando el dolor. Nos hacemos mas sensibles frente a las actitudes y conversaciones de los demás.
Muchas veces, en una visión de corto plazo, pareciera que el sufrimiento de apodera por completo de nosotros y no encontramos ventanas que se abran, pero luego o más tarde, los pensamientos se serenan, la conciencia se amplia, y con ella la visión de la justicia de Dios comienza a formarse en la medida del progreso del espíritu. Y entendemos que cada historia de vida, nuestra propia y única historia, es realmente un abrir de ventanas aportando más luminosidad y oxigenación a la conciencia.
De apenas unos instantes hasta longevas existencia, tales son las posibilidades de durabilidad de la vida física en el plano de la Tierra. Las mas variadas experiencias atesoran aprendizajes específicos y únicos. Potencialidades, aptitudes, imperfecciones residuales, esfuerzos compartidos, conforman el nutrido bagaje personal, fruto de los caminos recorridos, en los cuales las libertades y desiciones de cada uno tejen la trama que liga al espíritu a la evolución universal.
Al encarnar, todo espíritu se enfrenta a los grandes desafíos de luchas y aprendizajes continuos, develando en su andar algunas de la facetas de la inmensurable y policromática Ley de Progreso.
Los mecanismos de esta Ley, formados por simples detalles de la vida cotidiana hasta las obras mas grandes de la humanidad, impulsan el crecimiento personal, familiar, social y universal.
El progreso, realizado como hombres y mujeres, especialmente en terreno de los valores morales desarrollados y aplicados en la existencia, marcará las diferencias sutiles en el trance de la desencarnación y el despertar en  el nuevo mundo. Las mismas circunstancias de muerte son experimentadas de modo diferente, así como distintas son sus causas y objetivos. Cada proceso tiene su significado personal, único, como única es su trayectoria hasta llegar a ese punto.
A la hora del regreso, revisamos el equipaje. No es el mismo de la llegada, algunos elementos mejoraron en calidad, unos nuevos se agregaron y todos, en conjunto, intervendrán en el nuevo escenario del mundo espiritual.
Ernesto Bozzano, lo interpreta en la siguiente frase:
"...Cada espíritu desencarnado es llevado necesariamente a gravitar por el estado que corresponde al grado de su evolución psíquica alcanzada..."

Se deduce que las descripciones y sensaciones de los espíritus que regresan al plano espiritual difieren sensiblemente conforme al grado evolutivo alcanzado, porque involucra apertura mental, sentimientos de bien y conocimiento, fruto de múltiples experiencias encarnatorias.



Estimados amigos esperamos que este texto extraído del libro ESPÍRITUS QUE HAN PARTIDO sea de mucha utilidad a quienes están transitando un situación parecida, ya sea personal o familiar. La certeza de que el espíritu sobrevive a la materia consuela, da fe y esperanza.
Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL














lunes, 4 de noviembre de 2013

La venganza

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec

Capitulo XII: AMAD A VUESTROS ENEMIGOS

9. La venganza es el último resto abandonado por las costumbres bárbaras que tienden a borrarse de entre los hombres, así como el duelo es uno de los últimos vestigios de las costumbres salvajes, entre las cuales se retorcía la humanidad al principio de la era cristiana. Por esto la venganza es un indicio cierto del estado atrasado de los hombres que se entregan a ella, y de los espíritus que la inspiran aún. Así, pues, amigos míos, ese sentimiento nunca debe hacer vibrar el corazón del que se llama y se afirma espiritista. Vengar-se, ya lo sabéis, es tan contrario a esta prescripción de Cristo.

"¡ Perdonad a vuestros enemigos!", que el que rehúsa perdonar, no sólo no es espiritista, sino que tampoco es cristiano. La venganza es una inspiración tanto más funesta, cuanto que la falsedad y la bajeza son sus asiduas compañeras; en efecto; el que se abandona a esa fatal y ciega pasión, casi nunca se venga a cara descubierta. Cuando es el más fuerte, se echa como una fiera sobre el que llama su enemigo, apenas la vista de éste inflama su pasión, su cólera y su odio. Pero lo más a menudo, reviste una apariencia hipócrita: disimulando en lo más íntimo de su corazón los malos sentimientos que le animan, toma caminos extraviados, sigue en la sombra a su enemigo, que no abriga desconfianza, y espera el momento propicio para herirle sin peligro; se oculta de él espiándole sin cesar: le tiende lazos odiosos, y cuando tiene ocasión, derrama el veneno en su copa. Cuando su odio no llega a tales extremos, entonces le ataca en su honor y en sus afectos, no retrocede ante la calumnia, y sus insinuaciones pérfidas, hábilmente sembradas por todas partes, van engrandeciéndose siguiendo su camino. Así es que, cuando aquél a quien persigue se presenta en las reuniones por donde ha pasado su aliento envenenado, se maravilla de encontrar semblantes fríos en donde otras veces los encontraba amigos y benévolos; queda estupefacto cuando las manos que buscaban la suya se niegan a apretarla; en fin, queda anonadado cuando sus más queridos amigos y compañeros se desvían y huyen de él.

¡Ah! el cobarde que se venga de ese modo, es cien veces más culpable que el que va derecho a su enemigo y le insulta cara a cara.
¡Atrás, pues, esas costumbres salvajes! ¡Atrás esos usos de otro tiempo! Todo espiritista que pretendiese hoy tener aún el derecho de vengarse, sería indigno de figurar por más tiempo en la falange que ha tomado por divisa: "¡Sin caridad, no hay salvación !" Pero no, no debo abrigar la idea de que un miembro de la gran familia
espiritista pueda nunca, en lo sucesivo, ceder al impulso de la venganza más que para perdonar. (Julio Olivier. París, 1862).


AMOR FRATERNAL