Una de las frases más famosas de
la literatura inglesa dice: “No preguntes por quién doblan las campanas, están
doblando por ti”. Esta poderosa frase encierra el núcleo y el significado más profundo de la empatía. Una poderosa sintonía
que responde a una verdad, la cual, reside en lo hondo de cada persona; los sentimientos y padecimientos de
otro ser humano no pueden pasar inadvertidos ante nuestros ojos. Y esta genuina
capacidad, la habilidad de saber y
compenetrar con lo que siente el otro, es lo que propicia el crecimiento y el desarrollo de nuestra
especie.
Sin embargo, en nuestra sociedad
actual, los comportamientos empáticos escasean en detrimento del egoísmo y la
individualidad. Ante este panorama, surgen las siguientes preguntas: ¿Cómo se genera una manera de ser
empática? ¿Cuáles son las claves para desarrollar una empatía eficiente? La
empatía se construye sobre la propia conciencia de lo que somos como
individualidad y colectivo.
Cuanto más abiertos estemos a
nuestras propias emociones, más hábiles seremos para interpretar los
sentimientos de los demás. El requisito previo para desarrollar una empatía
eficiente es ser capaz de evaluar
profundamente nuestras emociones y sentimientos,
viendo cuáles son sus interrelaciones con la realidad y el entorno próximo que
nos rodea. Esto nos proporcionará la fuerza y claridad mental necesarias para
posicionarnos y entender adecuadamente la conducta y las emociones que rigen el
comportamiento de los demás.
Una de las claves para intuir los
sentimientos del otro está en la
habilidad para interpretar el lenguaje no-verbal:
Así como la mente racional se expresa a través de palabras y razonamientos
lógicos, las emociones, sin embargo, se expresan a través de posturas,
expresiones faciales o tonos de voz particulares. Esta singular habilidad de detectar e interiorizar adecuadamente el
significado implícito del lenguaje no verbal, nos ayudará a adelantarnos a
las necesidades y requerimientos del otro. De esta manera, sabremos cómo actuar
y aportar la solución adecuada que
logre serenar el estado emocional de la persona necesitada.
La empatía también tiene una
estrecha relación con el amor y la compasión. Los seres humanos tenemos
la habilidad innata de sentir y “ponernos en la piel” de otro, entre otras
cosas, porque nos vemos reflejados en
los sucesos que vivencia la otra persona. En este preciso instante nos
percatamos de que las necesidades de alguien son en realidad las nuestras, ya
que todos viajamos en la misma nave que
se llama VIDA. La vida nos depara aprendizajes, experiencias, obstáculos,
dichas y penas, y cada uno de nosotros sin excepción pasa por cada una de estas
fases. Cuando tomamos verdadera conciencia de esto, es cuando aplicamos la compasión (entendida como empatía en
acción) con cada ser que habita este mundo.
Está demostrado que las personas altamente empáticas, son personas más
alegres, felices y sensibles. Y esto es así, porque la
retroalimentación que se obtiene siendo empático va en consonancia con las
virtudes que ésta lleva adheridas. Si
nuestro patrón de conducta y comportamiento siempre tiene en cuenta las necesidades y el bienestar de los demás, nuestro
patrón se verá fortalecido y ampliado,
porque recibirás más de lo mismo. Tu siembra será tu cosecha, al igual que lo que reflejas en
el exterior es un espejo de tu alma.
Debemos trabajar y fortalecer la empatía no solo con nuestro
círculo más cercano, sino con todo aquel
que necesite apoyo y ayuda. Nadie se merece quedar desatendido y
desamparado ante sucesos que cualquiera de nosotros puede atender de manera efectiva,
solidaria y compasiva. Los beneficios de esta práctica son
innumerables tanto para el que los recibe como para el que los ejecuta.
Brindemos nuestro máximo exponente y tacto emocional a todo aquel que lo
necesite. Un
mundo mejor es posible si todos desarrollamos esta magnífica virtud.
“La empatía es la capacidad de
pensar y sentir la vida interior de otra persona como si fuera la propia”
Ignacio Novo
Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL