martes, 30 de abril de 2013

La afabilidad y la dulzura / La paciencia

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec

Capitulo IX: Bienaventurados los mansos y los pacíficos

La afabilidad y la dulzura



6. La benevolencia para con sus semejantes, fruto del amor al prójimo, produce la afabilidad y la dulzura que son su manifestación. Sin embargo, no siempre debemos fiarnos de las apariencias; la educación y las costumbres del mundo pueden dar el barniz de estas cualidades. ¡Cuántos hay cuya fingida bondad sólo es una máscara para el exterior, un hábito cuyo corte calculado disimula las deformidades ocultas! El mundo está lleno de esas gentes que tienen la sonrisa en los labios y el veneno en el corazón; "que son dulces con tal que nadie les incomode, pero que muerden a la menor contrariedad; cuya lengua dorada, cuando hablan cara a cara, se cambia en dardo envenenado cuando están ausentes". A esa clase pertenecen también esos hombres que son benignos fuera de casa y que dentro, tiranos domésticos, hacen sufrir a su familia y a sus subordinados el peso de su orgullo y de su despotismo; parece que quieren desquitarse de la opresión que se impusieron fuera; no atreviéndose a presentarse como autoridad a los extraños que les reducirían a sus verdaderos límites, quieren a lo menos, hacerse temer de los que no pueden resistirles; su vanidad consiste en poder decir: "Aquí yo mando y se me obedece", sin pensar que podrían añadir con mucha más razón: "Y me aborrecen".
No basta que de los labios salga la miel; si ninguna parte toma el corazón, es ser hipócrita. Aquel cuya afabilidad y dulzura no son fingidas, no se contradice nunca, y lo mismo es en el mundo que en la intimidad: sabe, además, que si engaña a los hombres con las apariencias, no puede engañar a Dios. (Lázaro. París, 1861).



La paciencia


7. El dolor es una bendición que Dios envía a los elegidos; no os aflijáis, pues, cuando sufrís, sino por el contrario, bendecid a Dios Todopoderoso que os ha señalado el dolor en la tierra para la gloria en el cielo.
Sed pacientes; la paciencia también es una caridad, y vosotros debéis practicar la ley de caridad enseñada por Cristo, enviado de Dios. La caridad que consiste en la limosna que se da a los pobres, es la más fácil de todas: pero hay una mucho más penosa, y por consecuencia mucho más meritoria: es "la de perdonar a aquellos que Dios ha colocado a nuestro paso para ser instrumentos de nuestros sufrimientos y poner nuestra paciencia a prueba".
La vida es difícil, ya lo sé; se compone de mil frioleras que son alfilerazos que acaban por herir; pero es menester mirar los deberes que se nos han impuesto, los consuelos y las compensaciones que por otra parte tenemos, y entonces veremos que las bendiciones son mucho más numerosas que los dolores. La carga parece menos pesada cuando miramos a la altura que cuando doblamos la frente hacia el suelo.
Animo, amigos, Cristo es vuestro modelo; sufrió más que ninguno de vosotros, y nada tenía que echarse en cara, mientras que vosotros tenéis que expiar vuestro pasado y fortificaros para el porvenir. Sed, pues, pacíficos; sed cristianos; esta palabra lo enseña todo. (Un Espíritu amigo. Havre, 1852).

Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL

Progresión de los mundos

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec

Capitulo III: Hay muchas moradas en la casa de mi Padre

Progresión de los mundos 

 
19. El progreso es una de las leyes de la naturaleza; todos los seres de la creación animados e inanimados están sometidos a la voluntad de Dios, que quiere que todo se engrandezca y prospere. La misma destrucción que a los hombres parece el término de las cosas, sólo es un medio de llegar por la transformación a un estado más perfecto, porque todo muere para volver a nacer, y nada vuelve a entrar en la nada.
Al mismo tiempo que los seres vivientes progresan moralmente, los mundos que habitan progresan materialmente. El que pudiera seguir a un mundo en sus diversas fases desde el instante en que se aglomeraron los primeros átomos que sirvieron para constituirlo, lo vería recorrer una escala incesantemente progresiva, por grados insensibles para cada generación y ofrecer a sus habitantes una morada más agradable a medida que éstos adelantan en el camino del progreso. De este modo marcha paralelamente al progreso del hombre, el de los animales, sus auxiliares, el de los vegetales y el de la habitación, porque no hay nada estacionario en la naturaleza. ¡Cuán grande y digna de la majestad del Creador es esta idea! y por el contrario, ¡cuán pequeña e indigna de su poder es aquélla que concentra su solicitud y su providencia en el imperceptible grano de arena de la tierra, y concreta la humanidad a algunos hombres que la habitan!
La tierra, siguiendo esta ley, ha estado material y moralmente en una situación inferior a la que tiene hoy, y alcanzará, bajo esta doble relación, un grado más avanzado.
Ha llegado ya a uno de sus períodos de transformación, en que de mundo de expiación va a pasar a un mundo regenerador; entonces los hombres serán en ella felices porque reinará la ley de Dios. (San Agustín. París, 1862.).

AMOR FRATERNAL

sábado, 27 de abril de 2013

Enseñar con el ejemplo

Les deseamos un excelente fin de semana y dejamos hoy un video mas para reflexionar sobre nuestras acciones y el ejemplo que ellas siginfican en nuestros hijos.
GENEROSIDAD - AMOR - RESPETO - COMPRENSIÓN - ACEPTACIÓN

Las pequeñas acciones de bien hacen a un mundo mejor.


Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL

Mundos de expiación y de prueba

El Evangelio según el Espiritismo

Allan  Kardec
Capitulo III: HAY MUCHAS MORADAS EN LA CASA DE MI PADRE

13. ¿Qué queréis que os diga de los mundos de expiación que vosotros no sepáis ya, puesto que os hasta el considerar la tierra que habitáis? La superioridad de la inteligencia, entre un gran número de sus habitantes, indica que no es un mundo primitivo destinado a la encarnación de espíritus recién salidos de las manos del Criador.
Las cualidades innatas que llevan consigo son prueba de que han vivido ya y de que han realizado cierto progreso; pero también los numerosos vicios a que se inclinan, son indicio de una gran imperfección moral; por esto Dios los ha colocado en una tierra ingrata para expiar en ellas sus faltas por medio de un trabajo penoso y por las miserias de la vida, hasta que hayan merecido ir a un mundo más feliz.

14. Sin embargo, todos los espíritus encarnados en la tierra no han sido enviados por expiación. Las razas que vosotros llamáis salvajes son espíritus apenas salidos de la infancia, y que están, por decirlo así, educándose, y se desarrollan por el contacto de espíritus más avanzados. Luego vienen las razas medio civilizadas, formadas de los mismos espíritus que están progresando. Estos son, hasta cierto punto, las razas indígenas de la tierra, que se han desarrollado poco a poco después de largos períodos seculares, algunas de las cuales han podido alcanzar la perfección intelectual de los pueblos más ilustrados.
Los espíritus en expiación son en ella, si podemos expresarnos así, exóticos; han vivido ya en otros mundos, de los que han sido excluidos a consecuencia de su obstinación en el mal, y porque serían causa de turbación entre los buenos; han sido relegados por un tiempo entre los espíritus más atrasados y tiene por misión hacerles adelantar, porque han llevado consigo la inteligencia desarrollada y el germen de los conocimientos adquiridos; por esto los espíritus castigados se encuentran entre las razas menos inteligentes: son también aquellos para quienes las miserias de la vida tienen más amargura, porque hay en ellos más sensibilidad y son más probados por el contacto de las razas primitivas, cuyo sentido moral es más obtuso.


15. La tierra es, pues, uno de los tipos de los mundos expiatorios, cuyas variedades son infinitas; pero que tienen por carácter común el servir de lugar de destierro a los espíritus rebeldes a la ley de Dios. Ahí estos espíritus tienen que luchar, a la vez, contra la perversidad de los hombres y contra la inclemencia de la naturaleza, doble trabajo penoso que desarrolla al mismo tiempo las cualidades del corazón y las de la inteligencia. Así es como Dios en su bondad, hace que el castigo redunde en provecho del progreso del espíritu. (San Agustín. París, 1862.)

Mundos regeneradores

16. Entre esas estrellas que resplandecen en la bóveda azulada, ¡cuántos mundos hay como el vuestro designados por el Señor para expiación y para prueba! Pero los hay también más miserables y mejores, así como los hay transitorios que pueden llamárseles regeneradores. Cada torbellino planetario, corriendo en el espacio alrededor de un foco común, arrastra con él sus mundos primitivos, de destierro, de prueba, de regeneración y de felicidad. Se os ha hablado de esos mundos en donde es colocada el alma naciente, cuando ignorante aún del bien y del mal, puede marchar hacia Dios, dueña de si misma, en posesión de su libre albedrío; se os ha hablado de cuán amplias facultades ha sido dotada el alma para hacer el bien; pero ¡ah! las hay que sucumben y no queriendo Dios anonadarlas, las permite ir a esos mundos en donde, de encarnaciones en encarnaciones, se purifican, se regeneran y se harán dignas de la gloria que se les ha destinado.

17. Los mundos regeneradores sirven de transición entre los mundos de expiación y los mundos felices; el alma que se arrepiente encuentra allí la calma y el reposo acabándose de purificar. Sin duda en esos mundos el hombre está aun sujeto a las leyes que rigen la materia; la humanidad experimenta vuestras sensaciones y vuestros deseos, pero está dispensada de las pasiones desordenadas de las que sois esclavos; allí no existe el orgullo que hace callar el corazón, la envidia que lo tortura y el odio que lo ahoga; la palabra amor está escrita en todas las frentes, y una perfecta equidad arregla las relaciones sociales; todos reconocen a Dios y procuran ir a El siguiendo sus leyes.
Con todo, allí no se encuentra aún la perfecta felicidad, pero sí su aurora. El hombre aun es carnal y por lo mismo está sujeto a vicisitudes de las que no se eximen sino los seres completamente desmaterializados; aun quedan pruebas que pasar, pero no tienen las punzantes amarguras de la expiación. Esos mundos, comparados con la tierra, son muy felices y muchos de entre vosotros estaríais satisfechos de quedaros allí porque es la calma después de la tempestad, la convalecencia después de la cruel enfermedad; pero el hombre menos entregado a las cosas materiales, entrevé mejor el porvenir que vosotros, comprende que hay otros goces que el Señor promete a aquellos que se hacen merecedores de ellos, cuando la muerte ha segado de nuevo sus cuerpos para darles la verdadera vida. Entonces será cuando el alma libre dominará todos los horizontes; ya no tendrá sensaciones materiales y groseras, sino los sentidos de un espíritu puro y celeste, aspirando las emanaciones de Dios, bajo los perfumes de amor y de caridad que se derraman de su seno.

18. Pero ¡ah! en esos mundos el hombre es aún falible, y el espíritu del mal no ha perdido en ellos completamente su imperio. No avanzar es retroceder, y si no está firme en el camino del bien, puede volver a caer en los mundos de expiación en donde le esperan nuevas y más terribles pruebas.
Contemplad, pues, esa bóveda azulada por la noche, a la hora del descanso y de la oración, y en esas innumerables esferas que brillan sobre vuestras cabezas, dirigid vuestras súplicas a Dios y rogadle que un mundo regenerador os abra su seno después de la expiación de la tierra. (San Agustín. Paris, 1862.)

Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL

viernes, 26 de abril de 2013

Mundos superiores y mundos inferiores.



El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec

CAPÍTULO III: Hay muchas moradas en la casa de mi padre

INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS: 
8. La clasificación de mundos inferiores y mundos superiores es más bien relativa que absoluta, porque un mundo es inferior o superior con relación a los que están encima o debajo de él en la escala progresiva.
Tomando la tierra como un punto de comparación, podemos formarnos una idea del estado de un mundo inferior, suponiendo al hombre en el grado de las razas salvajes o de las naciones bárbaras que aun se encuentran en su superficie, y que son restos de su estado primitivo.
En los mundos más atrasados los seres que los habitan son de algún modo rudimentarios; tienen la forma humana, pero sin ninguna hermosura; los instintos no están templados por ningún sentimiento de delicadeza ni de benevolencia, ni por las nociones de lo justo y de lo injusto, la única ley es allí la fuerza brutal. Sin industria y sin invenciones, los habitantes emplean su vida en conquistar su alimentación. Sin embargo, Dios no abandona ninguna de sus criaturas: en el fondo de las tinieblas de la inteligencia yace latente la vaga intuición de un Ser supremo, más o menos desarrollada. Este instinto basta para hacer que unos sean superiores a otros, preparando su aparición a una vida más completa, porque éstos no son seres degradados, sino niños que crecen.
Entre estos grados inferiores y los más elevados, hay innumerables escalones, y entre los espíritus puros desmaterializados y resplandecientes de gloria con dificultad se reconocen aquellos que animaron esos seres primitivos, de la misma manera que en el hombre adulto es difícil reconocer el embrión.

9. En los mundos llegados ya al grado superior, las condiciones de la vida moral y material son muy diferentes, lo mismo que en la tierra. La forma del cuerpo es siempre, como en todas partes, la forma humana pero embellecida, perfeccionada, y sobre todo, purificada. El cuerpo allí nada tiene de la materialidad terrestre, y por consiguiente no está sujeto, ni a las necesidades ni a las enfermedades, ni a los deterioros que engendra el predominio de la materia; los sentidos más exquisitos tienen percepciones que en la tierra embotan lo grosero de los órganos; la ligereza específica de los cuerpos hace la locomoción rápida y fácil: en vez de arrastrarse penosamente por el suelo, se deslizan, digámoslo así, por la superficie, o se suspenden en la atmósfera sin otro esfuerzo que el de la voluntad, así es como se pintan los ángeles y como los antiguos representaban los manes en los Campos Elíseos. Los hombres conservan a su gusto las facciones de sus existencias pasadas, y aparecen a sus amigos tales como les conocieron; pero iluminados por una luz divina y transformados por las impresiones interiores, que son siempre elevadas. En vez de rostros deslucidos, demacrados por los sufrimientos y las pasiones, la inteligencia y la vida irradian con ese esplendor que los pintores han traducido por diadema o aureola de los santos.
La poca resistencia que ofrece la materia a los espíritus ya muy avanzados, hace que el desarrollo de los cuerpos sea rápido y la infancia corta o casi nula; la vida exenta de cuidados y de congojas, es proporcionalmente mucho más larga que en la tierra. En principio la longevidad está proporcionada al grado de adelantos de los mundos. La muerte no tiene ninguno de los horrores de la descomposición: lejos de ser un motivo de espanto, es considerada como una transformación feliz, porque allí no existe la duda sobre el porvenir. Durante la vida, no estando el alma encerrada en una materia compacta, irradia y goza de una lucidez que la pone en un estado casi permanente de emancipación, y permite la libre transmisión del pensamiento.

10. En esos mundos felices, las relaciones de pueblo a pueblo, siempre amistosas, nunca se turban por la ambición de esclavizar a su vecino, ni por la guerra, consecuencia de aquélla. Allí no hay ni amos, ni esclavos, ni privilegiados por nacimiento; la superioridad moral e inteligente es la única que establece la diferencia de condición y da la supremacía. La autoridad es siempre respetada, porque sólo se da al mérito y porque siempre se ejerce con justicia. El hombre no procura elevarse sobre el hombre, sino sobre sí mismo, perfeccionándose; y este deseo incesante no es un tormento, sino una noble ambición que le hace estudiar con ardor para llegar a igualarles. Todos los sentimientos tiernos y elevados de la naturaleza humana se encuentran allí aumentados y purificados; los enconos, los celos mezquinos y las bajas codicias de la envidia son desconocidas; un lazo de amor y fraternidad reúne a todos los hombres, y los más fuertes ayudan a los más débiles. Poseen más o menos según lo que han adquirido por su inteligencia, pero nadie sufre por falta de lo necesario, porque nadie está allí por expiación; en una palabra, el mal no existe.

11. En vuestro mundo tenéis necesidad del mal para sentir el bien, de la noche para admirar la luz, de la enfermedad para apreciar la salud; allí no son necesarios esos contrastes; la eterna luz, la eterna hermosura, la eterna calma procuran una eterna alegría el contacto de los malos que no tienen entrada. Esto que no turban ni las angustias de la vida material, ni es lo que difícilmente comprende el espíritu humano; ha sido ingenioso para pintar los tormentos del infierno, pero nunca ha podido representarse los goces del cielo; ¿y por qué?; porque siendo inferior sólo ha sufrido penas y miserias y no ha entrevisto los esplendores celestes; sólo puede hablar de lo que conoce; pero a medida que se eleva y purifica, se esclarece el horizonte y comprende el bien que está delante de si, así como ha comprendido el mal que se ha dejado detrás.

12. Sin embargo, esos mundos afortunados no son mundos privilegiados porque Dios no tiene parcialidades para ninguno de sus hijos; da a todos los mismos derechos y las mismas facilidades para llegar a ellos, a todos los hace partir de un mismo punto, y no dota a unos más que a otros; los primeros puestos son accesibles a todos; a ellos corresponde el conquistarlos por medio del trabajo; a ellos corresponde alcanzarlos lo más pronto posible, o languidecer durante siglos y siglos en lo más bajo de la humanidad. (Resumen de la enseñanza de todos los espíritus superiores).

AMOR FRATERNAL

martes, 23 de abril de 2013

EL PUNTO DE VISTA

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec

Capitulo II: MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO

5. La idea clara y precisa que nos formamos de la vida futura, da una fe indestructible para el porvenir; y esta fe tiene inmensas consecuencias sobre la moralización de los hombres, porque cambia completamente "el punto de vista desde el cual se contempla la vida terrestre". Para el que se coloca, con el pensamiento, en la vida espiritual, que es indefinida, la vida corporal sólo es un pasaje, una estancia corta en un país ingrato. Las vicisitudes y las tribulaciones de la vida sólo son incidentes que sufre con paciencia, porque sabe que son de poca duración y deben ser seguidas de un estado más feliz; la muerte nada tiene de horrible; ya no es la puerta de la nada, sino la de la libertad que abre al desterrado la entrada de una morada de felicidad y de paz. Sabiendo que mora en un paraje temporal y no definitivo, toma los pesares de la vida con más indiferencia, y de esto le resulta una calma de espíritu que dulcifica su amargura.

Con la simple duda sobre la vida futura, el hombre dirige todos sus pensamientos a la vida terrestre; incierto del porvenir, todo lo dedica al presente; no entreviendo otros bienes más preciosos que los de la tierra, es como el niño que nada ve más allá de sus juguetes, y para procurárselos, lo hace todo; la pérdida del menor de sus bienes es una tristeza penetrante; un desengaño, una esperanza perdida, una ambición no satisfecha, una injusticia, cuya víctima es el orgullo o la vanidad herida, son otros tantos tormentos que hacen de su vida una agonía perpetua "dándose de este modo voluntariamente un verdadero y continuado tormento". Tomando su punto de vista de la vida terrestre, en cuyo centro está colocado, todo a su alrededor toma vastas proporciones; el mal que le alcanza, así como el bien que incumbe a los otros, todo adquiere a sus ojos una grande importancia. De la misma manera que aquel que está en el interior de una ciudad todo le parece grande, tanto los hombres que están elevados, como los monumentos, pero que transportándose a una montaña, todo lo encuentra pequeño, los hombres y las casas; así sucede con el que mira la vida terrestre bajo el punto de vista de la vida futura; la humanidad, así como las estrellas del firmamento, se pierden en la inmensidad; entonces se apercibe que grandes y pequeños están confundidos como las hormigas sobre un terrón de tierra; que proletarios y potentados son de una misma talla, y compadece esos efímeros que se toman tantas molestias para conquistar una plaza que les eleva tan poco y que tan poco tiempo conservarán. Por esto la importancia que se da a los bienes terrestres está siempre en razón inversa de la fe en la vida futura.

6. Se dirá que si todo el mundo pensase del mismo modo, nadie se ocuparía de las cosas de la tierra y todo se paralizaría. No; el hombre busca instintivamente su bienestar, y aun con la certeza de permanecer poco tiempo en el puesto, quiere estar lo mejor posible; no hay nadie que encontrando una zarza a su paso no la quite para no pincharse. Así, pues, los deseos de buscar el bienestar, fuerzan al hombre a mejorar todas las cosas, impulsado por el instinto del progreso y de conservación que está en las leyes de la naturaleza. Trabaja, pues, por necesidad, por gusto y por deber, y en esto cumple las miras de la Providencia, que con este fin le ha colocado en la tierra. El que considere sólo el porvenir, no da al presente sino una importancia relativa, y se consuela con gusto de las contrariedades del presente pensando en el destino que le espera. Dios no condena los goces terrestres, sino el abuso de estos goces en perjuicio de las cosas del alma; contra este abuso se precaven los que se aplican estas palabras de Jesús: "Mi reino no es de este mundo".
El que se identifica con la vida futura, se parece a un hombre rico que pierde una pequeña cantidad sin ninguna emoción; el que concentre sus pensamientos en la vida terrestre, es como un hombre pobre que pierde todo lo que posee y se desespera.

7. El Espiritismo ensancha el pensamiento y abre nuevos horizontes; en vez de esa vista estrecha y mezquina que le concentra en la vida presente, que hace del instante que se pasa en la tierra el único y frágil eje del porvenir eterno, enseña que esta vida sólo es un anillo en el conjunto armonioso y grandioso de la obra del Creador; enseña la solidaridad que reúne todas las existencias de un mismo ser, todos los seres de un mismo mundo y los seres de todos los mundos; da también una base y una razón de ser a la fraternidad universal, mientras que la doctrina de la creación del alma en el momento del nacimiento de cada cuerpo, hace que todos los seres sean extraños unos a otros. Esta solidaridad de las partes de un mismo todo, explica lo que es inexplicable, si se considera un solo punto. Este es el conjunto que en tiempo de Cristo no hubieran podido comprender los hombres, y por esto reservó su conocimiento para otros tiempos.

AMOR FRATERNAL

Sexo en los Espíritus / Parentesco filiación

El Libro de los Espíritus

Libro Segundo: MUNDO ESPIRITISTA O DE LOS ESPIRITUS
Capitulo IV: PLURALIDAD DE EXISTENCIA

200. ¿Tienen sexo los Espíritus?
  • No, en el sentido en que vosotros lo entendéis, por cuanto los sexos dependen del organismo. Hay entre ellos amor y simpatía, pero basados en la afinidad de sentimientos.
201. El Espíritu que ha animado el cuerpo de un hombre ¿puede en una nueva existencia animar el de una mujer, y viceversa?
  • Sí, son los mismos Espíritus los que animan a hombres y mujeres.
202. Cuando se es Espíritu ¿se prefiere encarnar en el cuerpo de un hombre o en el de una mujer?
  • Esto importa poco al Espíritu. Depende de las pruebas por las que tenga que pasar.
Los Espíritus encarnan en hombres o mujeres, pues no poseen sexo. Como deben progresar en todos sentidos, cada sexo, así como cada posición social, les ofrece pruebas y deberes particulares y la ocasión de cosechar experiencias. El que hubiera sido siempre hombre sólo sabría lo que saben los hombres.

VII.- Parentesco, filiación

203. ¿Transmiten los padres a sus hijos una porción de su alma, o sólo se limitan a darles la vida animal, a la cual, otra alma, brinda la vida moral?
  • Sólo la vida animal, puesto que el alma es indivisible. Un padre torpe puede tener hijos talentosos, y a la inversa.
204. Ya que hemos tenido muchas existencias ¿Se remonta el parentesco más allá de nuestras vida actual?
  • No podría ser de otra manera. La sucesión de existencias corpóreas establece entre los Espíritus vínculos que se remontan a vuestras vidas anteriores. A menudo nace de ahí la simpatía entre vosotros, y también el que algunos Espíritus os parezcan extraños.
205. A los ojos de ciertas personas la doctrina de la reencarnación parece destruir los lazos de familia al hacerlos remontarse más allá de su actual existencia.
  • Los amplía, no los destruye. Fundándose el parentesco en afectos anteriores, los vínculos que unen a los miembros de una misma familia son menos precarios. La doctrina de la reencarnación aumenta los deberes de la fraternidad, ya que en vuestro vecino o servidor puede encontrarse un Espíritu que ha estado unido a vosotros por los lazos de la sangre.
205 a. Sin embargo, disminuye la importancia que algunos atribuyen a la filiación, puesto que se puede haber tenido por padre a un Espíritu que haya pertenecido a otra raza, o que viviera en una situación completamente distinta.
  • Es cierto, pero esa importancia se basa en el orgullo. Lo que la mayoría honra en sus antepasados son los títulos, el rango, la fortuna. Uno que se ruborizaría por haber tenido como abuelo a un honrado zapatero, se jactaría en cambio si descendiera de un gentil-hombre libertino. Pero, por más que digan o hagan, no impedirán que las cosas sean como son, porque Dios no ha fundamentado sobre la vanidad de ellos las leyes de la Naturaleza.
206. Del hecho de que no haya filiación entre los Espíritus de los descendientes de una misma familia, ¿se podrá inferir que el culto de los antepasados sea una cosa ridícula?
  • Con seguridad que no, porque se debe ser dichoso de pertenecer a una familia en la cual hayan encarnado Espíritus elevados. Aun cuando los Espíritus no proceden los unos de los otros, no por eso dejan de profesar afecto a los que están ligados a ellos por los lazos familiares, porque esos Espíritus a menudo han sido atraídos a tal o cual familia por simpatía o por vínculos anteriores. Pero creed que los Espíritus de vuestros antecesores no se sienten honrados en modo alguno por el culto que les profesáis sobre la base del orgullo. Su mérito no se transmitirá a vosotros sino en la medida en que os esforcéis por seguir los buenos ejemplos que os han dejado, y únicamente entonces vuestro recuerdo podrá no sólo resultarles agradable, sino también serles útil.
Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL

Transmigración progresiva

El Libro de los Espíritus

Libro Segundo: MUNDO ESPIRITISTA O DE LOS ESPÍRITUS
Capirtulo IV: PLURALIDAD DE EXISTENCIA

VI.- Transmigración progresiva

189. ¿Goza el Espíritu de la plenitud de sus facultades desde el principio de su formación?
  • No, porque el Espíritu, igual que el hombre, tiene también su infancia. En su origen, los Espíritus sólo poseen una existencia instintiva y apenas si tienen conciencia de sí mismos y de sus actos. La inteligencia se desarrolla sólo poco a poco.
190. ¿Cuál es el estado del alma en su primera encarnación?
  • El estado de la infancia en la vida corporal. Su inteligencia despunta apenas. El alma se ensaya para la vida.
191. Las de nuestros salvajes ¿son almas en estado de infancia?
  • Infancia relativa, pues son almas ya desarrolladas, que poseen pasiones.
191 a. En consecuencia, ¿las pasiones constituyen un signo de desarrollo?
  • De desarrollo, sí; pero no de perfección. Son un indicio de actividad y de la conciencia del yo, en tanto que en el alma primitiva la inteligencia y la vida se hallan en estado de germen.
En su conjunto, la vida del Espíritu recorre las mismas fases que observamos en la existencia corporal. Pasa gradualmente del estado de embrión al de la infancia, para llegar, tras una sucesión de períodos, al estado de adulto, que es el de perfección, con la diferencia de que en la vida del Espíritu, no hay declinación ni decrepitud, como en la vida corporal acontece. Difiere, además, en que su existencia, que tuvo un comienzo, no tendrá un fin; en que necesita un tiempo inmenso, desde nuestro punto de vista, para pasar de la infancia espírita a un completo desarrollo, y su progreso se cumple no en una sola esfera, sino pasando por mundos diversos. La vida del Espíritu está integrada, pues, por un serie de existencias corporales, cada una de las cuales representa para él una oportunidad de progreso, del modo que cada vida corporal se compone de una serie de días, en cada uno de los cuales adquiere el hombre un poco más de experiencia e instrucción. Pero, así como en la vida humana existen jornadas que no aportan ningún fruto, así también en la del Espíritu hay existencias corporales que no dan provecho alguno, porque no supo aprovecharlas.
 
192. ¿Es posible ya, en esta vida, y por medio de una conducta perfecta, franquear todos los grados y convertirse en Espíritu puro, sin pasar por los grados intermedios?
  • No, porque lo que el hombre considera perfecto está lejos de serlo. Hay cualidades que desconoce y no puede comprender. Podrá ser tan perfecto como lo permita su naturaleza terrena, pero ello no será la absoluta perfección... el Espíritu debe progresar en conocimientos y en moralidad. Si sólo avanzó en uno de esos sentidos, precisa que adelante en el otro para alcanzar el punto más alto de la escala. Pero, cuanto más progrese el hombre en su vida presente, menos largas y penosas resultarán para él las pruebas que sigan.
192 a. ¿Puede el hombre asegurarse en esta vida una existencia futura menos llena de amargura?
  • Por cierto que sí, le cabe abreviar la longitud y las dificultades del camino. Sólo el despreocupado se encuentra siempre en el mismo punto.
193. ¿Podrá un hombre, en sus nuevas existencias, descender a un punto más bajo que aquel en que se hallaba?
  • En su posición social, sí; pero como Espíritu, no.
194. El alma de un hombre de bien ¿puede, en una nueva encarnación, animar el cuerpo de un malhechor?
  • No, puesto que no le es posible degenerar.
194 a. El alma de un perverso ¿podría convertirse en la de un hombre de bien?
  • Sí, si se ha arrepentido, y en tal caso se trata de una recompensa.
La marcha de los Espíritus es progresiva y jamás retrocede. Se elevan ellos de manera gradual en la jerarquía y no descienden del rango que han alcanzado. En sus diversas existencias corporales pueden descender en su condición humana, pero no como Espíritus. Así, el alma de un poderoso de la Tierra podrá más tarde animar el cuerpo del más humilde de los artesanos, y viceversa. Porque las categorías entre los humanos están, a menudo, en razón inversa de la elevación de los sentimientos morales. Herodes era rey, y Jesús, carpintero.
 
195. La posibilidad de mejorar en otra existencia ¿no puede inducir a ciertas personas a perseverar en un mal camino, por pensar que podrán siempre corregirse más tarde?
  • El que así piense no cree en nada y la idea de un castigo eterno ya no le hace mella, porque su razón la rechaza, y tal idea lleva a la incredulidad acerca de todo. Si sólo se hubieran empleado medios racionales para conducir a los hombres no existirían hoy tantos escépticos. Un Espíritu imperfecto podrá pensar, en su vida corporal, como tú acabas de decirlo, pero una vez desprendido de la materia reflexionará de otra manera, y pronto comprenderá que ha hecho mal sus cálculos, y es entonces que adquirirá un concepto distinto para aplicar en una nueva existencia. Así se lleva a cabo el progreso, y he aquí por qué tenéis en la Tierra unos hombres más adelantados que otros. Unos tienen ya una experiencia que otros no poseen aún, pero que adquirirán poco a poco. De ellos depende acelerar su progreso o retardarlo indefinidamente.
El hombre que se halle en mala posición deseará cambiarla lo antes posible. El que esté persuadido de que las adversidades de esta vida son la consecuencia de sus imperfecciones, tratará de asegurarse una nueva existencia menos penosa. Y este pensa-miento lo apartará más de la senda del mal que la idea del fuego eterno, en el cual no cree.
 
196. Puesto que no pueden los Espíritus mejorar si no es sufriendo las congojas de la existencia corpórea, ¿se deduce de ello que la vida material sería una especie de tamiz o depuratorio por el que deben pasar los Seres del Mundo Espírita para llegar a la perfección?
  • Sí, eso es precisamente. Mediante tales pruebas mejoran, evitando el mal y practicando el bien. Pero sólo después de muchas encarnaciones o depuraciones sucesivas alcanzan, en un tiempo más o menos prolongado, según hayan sido sus esfuerzos, la meta a la cual tienden.
196 a. ¿El cuerpo es el que influye sobre el Espíritu para mejorarlo, o el Espíritu el que influye sobre el cuerpo?
  • Tu Espíritu lo es todo. Tu cuerpo constituye una vestidura que entra en putrefacción: he ahí todo…
Hallamos una comparación material de los diversos grados de depuración del alma en el zumo de la uva. Contiene éste licor denominado espíritu o alcohol, pero debilitado por una cantidad de materias extrañas que alteran su esencia. Sólo alcanza la absoluta pureza tras varias destilaciones, en cada una de las cuales se va despojando de alguna impureza. El cuerpo es el alambique en el que debe entrar para depurarse. Las materias debe tener el mérito de sus acciones, así como le cabe la responsabilidad de ellas...

AMOR FRATERNAL

sábado, 20 de abril de 2013

Suerte de los niños despues de la muerte

El Libro de los Espíritus

Libro Segundo: MUNDO ESPIRITISTA O DE LOS ESPÍRITUS
Capitulo IV: PLURALIDAD DE EXISTENCIAS

V.- Suerte de los niños después de la muerte

197. El Espíritu de un niño muerto a temprana edad ¿está tan adelantado como el del adulto?
  • A veces mucho más, porque puede haber vivido mucho y poseer mayor experiencia, sobre todo si ha progresado.
197 a. Así pues, ¿puede el Espíritu de un niño estar más evolucionado que el de su padre?
  • Esto es muy frecuente. ¿No lo comprobáis vosotros mismos a menudo, en la Tierra?
198. Puesto que el niño muerto a tierna edad no ha podido hacer el mal, ¿pertenece su Espíritu a los grados superiores?
  • Si no ha hecho el mal, tampoco hizo el bien, y Dios no lo exime de las pruebas que ha de padecer. Si es puro no será porque era niño, sino porque se hallaba más adelantado.
199. a. ¿Por qué muchas veces se ve interrumpida la vida en la niñez?
  • La duración de la vida del niño puede ser, para el Espíritu en él encarnado, el complemento de una existencia interrumpida antes del término debido, y su muerte es a menudo una prueba o una expiación para los padres.
199 a. ¿En qué se transforma el Espíritu de un niño muerto a edad temprana?
  • Recomienza una nueva existencia.
Si el hombre tuviera una sola vida, y si después de ella su suerte futura estuviese fijada para la eternidad, ¿cuál sería el mérito de la mitad de la especie humana que muere a tierna edad, para disfrutar sin esfuerzos de la dicha eterna, y con qué derecho sería liberada de las condiciones con frecuencia tan duras impuestas a la otra mitad? Semejante orden de cosas no podría estar de acuerdo con la justicia de Dios. Por medio de la reencarnación se establece la igualdad para todos. El porvenir pertenece a todos sin excepción y no hay favor para nadie. Los que llegan últimos sólo pueden atribuirlo a sí mismos. El hombre debe tener el mérito de sus acciones, así como le cabe la responsabilidad de ellas.
Por otra parte, no es racional considerar a la infancia como un estado normal de inocencia. ¿No vemos niños dotados de los peores instintos en una edad en que la educación no ha podido todavía ejercer su influjo? ¿No conocemos otros que parecieran haber traído de nacimiento la astucia y la falsedad, la perfidia y el instinto mismo del robo y el crimen, no obstante los buenos ejemplos de que están rodeados? La ley civil les absuelve de sus delitos porque alega que han obrado sin discernimiento. Y tiene razón, pues en efecto actúan más por instinto que en forma deliberada. Pero ¿de dónde pueden proceder esos instintos tan diversos en niños de una misma edad, educados en idénticas condiciones y sometidos a iguales influencias? ¿De dónde proviene esa precoz perversidad, si no es de la inferioridad del Espíritu, puesto que la educación no ha intervenido para nada en ello? Los que son viciosos, lo son porque sus Espíritus han progresado menos y sufren entonces las consecuencias de esto, no por sus acciones de niño, sino por las de sus anteriores existencias, y de esta manera la ley es la misma para todos y la justicia de Dios a todos alcanza.


Aprendamos a ver a nuestros hijos como Espíritus encarnados que comienzan una nueva vida de posibilidades para ser mejores y entonces comprenderemos mejor sus acciones. Es nuestro deber marcarles el camino que deben recorrer para evitar que se desarrollen sus estados negativos latentes, ellos vienen a nuestro hogar con el objetivo de superar sus errores, asi como nosotros encarnamos en nuestros hogares donde nuestros padres nos dieron las herramientas necesarias para transitar la vida de manera mas o menos conciente.

Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL.