lunes, 28 de octubre de 2013

Pensamiento y Mediumnidad

En los dominios de la mediumnidad

Francisco Cándido Xavier

El silencio se hizo profundo y respetuoso. El grupo esperaba el mensaje final.
Noté que el ambiente se hizo menos grave, pero agradable...
Sobre la cabeza de doña Celina apareció un brillante haz de luz. Desde ese instante la vimos extática y completamente desligada del cuerpo físico y cercada de irradiaciones azulinas.
Admirado por el bello fenómeno, dirigí un gesto de interrogación a nuestro orientador, quien nos explicó sin demora:

  • Nuestra hermana Celina transmitirá la palabra de un benefactor que, pese a estar ausente desde el punto de vista espacial, entrará en comunión con nosotros a través de los fluidos teledinámicos que lo ligan a la mente de la médium.
  • Pero, ¿es posible esto? –indagó Hilario con discreción.
 Áulus ponderó de inmediato:
  • Acuérdese usted de la radio y de la televisión, conquistas que son hoy ampliamente conocidas en el mundo. Un hombre, de ciudad a ciudad, puede oír el mensaje de un compañero y verlo– al mismo tiempo, ya que ambos están en perfecta sintonía por medio de la misma longitud de onda. Celina conoce lo sublime de las fuerzas que la envuelven y se entrega, confiada, asimilando la corriente mental que la solicita. Irradiará el mensaje-lección automáticamente, como sucede en la psicofonía sonambúlica, porque el amigo espiritual encuentra sus células cerebrales y sus energías nerviosas como las teclas bien afinadas de un piano armonioso y dócil.
El asistente enmudeció de repente, fijando su mirada en el potente foco de luz zafirina que se formó, extendiéndose a todos los rincones del recinto.
Contemplé a los circunstantes.
El rostro de la médium reflejaba una bienaventuranza misteriosa e ignorada en la Tierra.
El júbilo que la poseía parecía contagiar a todos los presentes. Me disponía a seguir observando, pero la diestra del asistente me tocó levemente, reclamándome atención y respeto. Fue entonces cuando la voz enrarecida de doña Celina resonó, clara y conmovedora, más o menos en estos términos:


-Amigos míos –comenzó expresando el instructor que acompañaba nuestro trabajo desde gran distancia–, guardemos la paz que Jesús nos legó, a fin de poderle servir en paz.
-En materia de mediumnidad, no nos olvidemos del pensamiento. Nuestra alma vive donde está el corazón.
-Caminamos al influjo de nuestras propias creaciones, sea donde fuere. La gravitación en el campo mental es tan efectiva como en la esfera de la experiencia física.
Sirviendo al progreso general, el alma se mueve en la gloria del bien. Encerrándose en el egoísmo se arrastra, en desequilibrio, por las tinieblas del mal.
La Ley Divina busca el bien para todos.
Colaborar en la ejecución de sus propósitos sabios es iluminar la mente y clarificar la vida. Ponerle trabas con el pretexto de favorecer los caprichos perniciosos, es oscurecer la razón y coagular las sombras alrededor de nosotros mismos.
Es indispensable enjuiciar todo lo que respecta a la orientación de nuestros propios pasos, a fin de evitar la niebla de la perturbación y el dolor angustioso del remordimiento.
En los dominios del espíritu no existe la neutralidad. Evolucionamos con la luz eterna, según los designios de Dios, o nos estancamos en las tinieblas conforme a la equívoca determinación de nuestro yo.

No vale encarnar o desencarnar solamente. Todos los días las formas se crean y se destruyen.
Lo que importa es la renovación interior aumentando la visión, a fin de seguir hacia adelante con la verdadera noción de la eternidad en la que nos desplazamos en el tiempo.
La conciencia cargada de propósitos malignos, revestida de remordimientos, llena de ambiciones desvariadas o ennegrecida de aflicciones, no puede sino atraer fuerzas semejantes que la encadenan a torbellinos infernales.
La obsesión es el resultado de la siniestra unión de la mente con el desequilibrio propio de las tinieblas. Pensamos y damos vida al objeto idealizado.
 

La expresión visible de nuestros pensamientos más íntimos denuncia nuestra misma condición espiritual, y los que tienen afinidad con la naturaleza de nuestras inclinaciones y deseos se acercan a nosotros por lo que dicen nuestros pensamientos.
 

Si persistimos en las esferas más bajas de la experiencia humana, los que aún cumplen sus jornadas en los grados de la animalidad se nos acercarán atraídos por el tipo de nuestros impulsos inferiores, absorbiendo a su vez las sustancias mentales que emitimos y proyectando sobre nosotros los elementos dañinos que llevan con ellos. Imaginar es crear.
 

Y toda creación tiene vida y movimiento que, aunque breves, otorgan responsabilidad a la conciencia que la manifiesta. Y como la vida y el movimiento se vinculan a los principios que rigen las relaciones, es indispensable analizar lo que damos, a fin de saber qué es lo que vamos a recibir.
 

Quien solamente mentaliza angustia y crimen, miseria y perturbación, ¿podrá reflejar en el espejo de su propia alma otras imágenes que no sean las de la desarmonía y el sufrimiento?
Un depravado conviviendo entre santos no valoraría la pureza de éstos, ya que, alimentándose con sus propias vibraciones no lograría discernir más allá de sus mismas tinieblas.
Quien vive buscando piedras en la calle, seguro que no ha de encontrar sólo pequeños e insignificantes guijarros, sino grandes losas. Quien se demora indefinidamente en un pantano de arenas movedizas es propenso a ahogarse en el lodo.
El viajero fascinado por los zarzales que bordean el camino corre el riesgo de quedar atrapado entre los espinos del matorral salvaje.
 

Vigilemos nuestro pensamiento purificándole con la práctica incesante del bien, para que así arrojemos de nosotros los grilletes que amenazan encadenarnos a los oscuros procesos de la vida inferior.
Es en la fragua misma de la idea que se forjan las alas de los ángeles y las cadenas de los condenados.
Por el pensamiento nos esclavizamos a los cepos del suplicio infernal, sentenciándonos, a veces, a siglos de peregrinación por los caminos del dolor y de la muerte.
La mediumnidad torturada es la unión de almas comprometidas en aflictivas pruebas para saldar antiguas deudas.
Y para abreviar el tormento que flagela de mil modos a la conciencia reencarnada o desencarnada, en los distintos grados expiatorios, es imprescindible proponerse la renovación mental, pues éste es el único medio de recuperación de la armonía.
 

Que alguien quede satisfecho sólo con la apariencia, en materia religiosa, sin preocuparse de su perfeccionamiento interior, es tan inútil para el alma como aceptar un cargo entre los hombres sin asumir la responsabilidad que conlleva.
Las simples expresiones de fe no son meras palabras con las que podamos cubrir nuestras deficiencias y debilidades. Implican deberes de purificación que no debemos rechazar, aceptando las obligaciones que nos corresponden.
En nuestros círculos de trabajo, no debe bastarnos con el hecho de creer y estar convencido.
 

Nadie es realmente espírita ni está a la altura de este nombre sólo por haber conseguido la cura de una dolencia rebelde con la ayuda de entidades amigas, y se convenza con ello, admitiendo la intervención del mundo espiritual en su existencia; como tampoco nadie es médium, en el elevado concepto del término, solamente porque sea el instrumento de comunicación entre las humanidades visible e invisible.
 

Para realizar el trabajo que nos fue asignado, conforme a los principios superiores que iluminan nuestra marcha, es necesario concretar la esencia de éstos en nuestras realizaciones como testimonio de nuestra conversión al amor santificante.
No bastará, por tanto, el solo meditar acerca de nuestro idealismo superior. Es preciso hacerlo realidad en nuestras manifestaciones de cada día.
Los grandes artistas saben colocar la chispa del genio en una simple pincelada, en un reducido bloque de mármol o en la más ingenua composición musical.
Las almas realmente convertidas a Cristo reflejan su belleza en los mínimos gestos de cada hora, sea en la emisión de una frase breve, en la ignorada cooperación en favor de sus semejantes o en la renuncia silenciosa que la consideración terrena no alcanza a comprender.


Nuestros pensamientos generan nuestros actos, y nuestros actos engendran pensamientos en los demás. Inspiremos simpatía y elevación, nobleza y bondad alrededor nuestro, para que así no nos falte el día de mañana el precioso pan de la alegría.
El convencimiento de nuestra inmortalidad sin la altura de espíritu paralela es una proyección de luz en el desierto. Mediar entre dos planos diferentes sin elevar el nivel moral es estancarse en la esterilidad.
 

El pensamiento es tan significativo en la mediumnidad, como es el lecho para el río. Haced correr aguas puras sobre un lecho de fango y tendréis una corriente oscura, adulterada.
Es cierto que divinos mensajes descienden del Cielo a la Tierra. Sin embargo, para ello es necesario que existan los canales adecuados. Jesús espera por la formación de mensajeros humanos capaces de proyectar en el mundo las maravillas de su Reino.
Para alcanzar ese perfeccionamiento ideal es imprescindible que el poseedor de facultades psíquicas no se detenga en la simple recepción de comunicaciones. Le será indispensable la consagración de sus fuerzas a las más elevadas formas de vida, buscando en la educación de sí mismo y en el servicio desinteresado al prójimo, el material firme con el que construya su propio camino.
La comunión con los orientadores del progreso espiritual del mundo, a través del libro, enriquece nuestro conocimiento y acentúa nuestra valía mental; y la siembra constante de bondad trae consigo la cosecha de simpatía, sin la cual el granero de la existencia se reduce a una caverna de desesperación y desaliento.
 

No basta ver, oír o incorporar a los espíritus desencarnados para que alguien adquiera el carácter de respetabilidad.
Hermanos ignorantes e irresponsables forman enjambres, en todos los sectores de la Tierra, en razón del grado evolutivo deficitario en el que se encuentran las colectividades del planeta, y muchas veces, sin ningún ánimo de perversidad propiamente dicho, millares de almas que se hallan libres de la envoltura densa practican el vampirismo con los encarnados desprevenidos, simplemente con la intención de seguir usufructuando las sensaciones del campo físico que no han sabido o querido dominar.
Toda obra, para adelantar, exige trabajadores que se dediquen a su crecimiento y al cuidado de ellos mismos. Esto se ve claro en la naturaleza. No tiene frutos el árbol con pocos meses de vida.
La madera, sin un tratamiento previo, es imposible aprovecharla como mueble en el santuario hogareño.
La arena movediza no garantiza firmeza a los cimientos. La luz no puede proyectarla el candil que carece de aceite. El automóvil no transita con normalidad donde no existe carretera. ¿Cómo esperar el pensamiento divino donde el pensamiento humano se pierde en las más bajas reflexiones de la vida? ¿Qué mensajero del Cielo hará resplandecer el mensaje celestial en nuestro entendimiento, cuando el espejo de nuestra alma yace ennegrecido por los más inferiores intereses?
En vano buscaría la estrella reflejarse en el lodo de un charco. Amigos, pensemos en el bien y hagámoslo.
 

Todo lo que existe dentro de la naturaleza es la idea exteriorizada. El Universo es la proyección de la Mente Divina, y la Tierra, tal como la conocéis en su contenido político y social, es el producto de la mente humana.
 


Las civilizaciones y los pueblos, las culturas y las experiencias constituyen formas de pensamiento por medio de las cuales evolucionamos incesantemente hacia las esferas más altas.
Preocupémonos, pues, de la obligación del auto-perfeccionamiento. Sin comprensión y sin bondad nos hermanaremos con los hijos desventurados de la rebeldía.
Sin estudio y sin observación nos contaremos indefinidamente entre los infortunados exponentes de la ignorancia.
Amor y sabiduría son las alas con las que realizaremos el vuelo definitivo rumbo a la perfecta comunión con el Padre Celestial.
Escalemos el plano superior, instalando pensamientos sublimes en aquellos que nos rodean.
La palabra aclara. El ejemplo arrastra. Ajustémonos al Evangelio redentor.
Cristo es la meta de nuestra renovación. Regenerando nuestra existencia según las enseñanzas de Él, reestructuraremos la vida íntima de aquellos que nos rodean.
 

¡Amigos míos, creedlo!... El pensamiento puro y operante es la fuerza que nos impulsará del odio al amor, del dolor a la alegría, de la Tierra al Cielo...
¡Busquemos la conciencia de Jesús para que nuestra conciencia refleje su perfección y su belleza!... Sepamos reflejar su gloria y su amor, para que la luz celeste se manifieste en nuestras almas, al igual que el esplendor solar se extiende sobre el mundo.
¡Comencemos nuestro esfuerzo de elevación espiritual desde hoy, y mañana habremos avanzado considerablemente en el gran camino!...
Mis amigos, mis hermanos, rogando a Jesús que nos ampare a todos, os dejo con un hasta pronto.

 
La voz de la médium enmudeció. Conmovidos, observamos que en lo alto se apagaba una gran luz brillante.
Raúl Silva, con una breve plegaria, cerró la reunión.
Nos unimos a Clementino en el momento de despedirnos.

  • Vuelvan cuando gusten –nos invitó gentilmente.
  • Sí, sí, deseamos seguir aprendiendo.
Y unidos a nuestro orientador nos retiramos felices, como quien hubiera sorbido el agua viva de la paz en la copa de la alegría.

Continuará...

Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL

martes, 22 de octubre de 2013

Caridad para con los criminales

El Evangelio según el Espirtismo

Allan Kardec

Capitulo XI: AMAR AL PROJIMO COMO ASI MISMO

14. La verdadera caridad es una de las más sublimes enseñanzas que Dios haya dado al mundo. Entre los verdaderos discípulos de su doctrina, debe existir una fraternidad completa. Debéis amar a los desgraciados y a los criminales, como a criaturas de Dios a las cuales se concederá el perdón y la misericordia, si se arrepienten como a vosotros mismos, por las faltas que cometéis contra su ley. Pensad que vosotros sois más reprensibles, más culpables que aquellos a quienes rehusáis el perdón y la conmiseración, porque muchas veces ellos no conocen a Dios como vosotros lo conocéis, y se les harán menos cargos que a vosotros.
 
No juzguéis, ¡oh!, no juzguéis queridos amigos míos, porque el juicio que vosotros forméis os será aplicado aún con más severidad, y tenéis necesidad de indulgencia por los pecados que cometéis sin cesár. ¿No sabéis que hay muchas acciones que son crímenes a los ojos de Dios, a los ojos del Dios de pureza, y que el mundo sólo considera como faltas ligeras?
La verdadera caridad no consiste solamente en la limosna que hacéis, ni tampoco en las palabras de consuelo con que podéis acompañarla, no; no es esto sólo lo que Dios exige de vosotros. La caridad sublime enseñada por Jesús consiste también en la benevolencia concedida siempre y en todas las cosas a vuestro prójimo. Podéis también ejercitar esa sublime virtud con muchos seres que no tienen necesidad de limosnas y a quienes las palabras de amor, de consuelo y de valor conducirán al Señor.

Se acercan los tiempos, os repito, en que la gran fraternidad reinará en este globo; la ley de Cristo es la que regirá los hombres; ella sola será el freno y la esperanza, y conducirá a las almas a la morada de los bienaventurados. Amáos, pues, como hijos de un mismo padre; no hagáis diferencia entre los otros desgraciados, porque Dios es quien quiere que todos sean iguales; no despreciéis a nadie; Dios permite que estén entre vosotros grandes criminales con el fin de que os sirvan de enseñanza. Muy pronto, cuando los hombres sean conducidos a la práctica de las verdaderas leyes de Dios, ya no habrá necesidad dé esas enseñanzas, "y todos los espíritus impuros y rebeldes serán dispersados en mundos inferiores en armonia con sus inclinaciones".
 
Debéis a éstos de quienes hablo el socorro de vuestras oraciones: es la verdadera caridad. No es necesario que digáis de un criminal: "Es un miserable; es menester purgar la Tierra; la muerte que se le impone es demasiado benigna para un ser de su especie".
No, no es así como debéis hablar. Contemplad a Jesús, vuestro modelo; ¿qué diría si viese junto a El a ese desgraciado? Le compadecería; le consideraría como a un enfermo muy desdichado, y le tendería la mano. Vosotros no podéis hacerlo en realidad, pero al menos podéis rogar por él y asistir a su espíritu durante los pocos instantes que debe pasar en la Tierra. El arrepentimiento puede conmover su corazón, si rogáis con fe. Es vuestro prójimo, como el mejor de entre los hombres; su alma descarriada y rebelde, es creada como la vuestra, para perfeccionarse; ayudadle, pues, a salir del cenegal, y rogad por él. (Elisabeth de Francia. Havre, 1862).

15. "Un hombre está en peligro de muerte; para salvarle es menester exponer la propia vida; pero se sabe que ese hombre es un malhechor, y que si se escapa, podrá cometer nuevos crímenes. Sin embargo de esto, ¿debe uno exponerse para salvarle?"
 
Esta es una cuestión muy grave y que naturalmente se presenta a la inteligencia. Contestaré según mi adelantamiento moral, puesto que estamos en el punto de saber si uno debe exponer su vida aunque sea por un malvado. La abnegación es ciega: se socorre a un enemigo: debe, pues, socorrerse a un enemigo de la sociedad, a un malhechor, en una palabra. ¿Creéis que sólo se arrebata a la muerte a este desgraciado?

Quizá le arrancaréis a toda su vida pasada. Porque, acordáos de que en esos rápidos instantes que le roban los últimos minutos de la vida, el hombre perdido vuelve sobre su vida pasada, o más bien, esa vida se le presenta delante. Quizá la muerte llegue demasiado pronto para él; la reencarnación podrá ser terrible; ¡lanzáos, pues, hómbres! vosotros a quienes la ciencia espiritista ha iluminado, lanzáos, arrancadle a su condenación, y acaso entonces ese hombre que hubiera muerto blasfemando, se echará en vuestros brazos. Con todo, no hay necesidad de pensar si lo hará o no; pero marchad a su socorro, porque salvándole, obedecéis a la voz del corazón, que os dice: "¡Puedes salvarle, sálvale!" (Lamennais. París, 1862).

AMOR FRATERNAL

martes, 15 de octubre de 2013

El hombre en el mundo

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec

Capitulo XVII: SED PERFECTOS

10. Un sentimiento de piedad debe siempre animar el corazón de aquellos que se reúnen bajo el amparo del Señor e imploran la asistencia de buenos espíritus. Purificad, pues, vuestros corazones: no permitáis que tome raíces en él ningún pensamiento mundano o fútil; elevad vuestro espíritu hacia aquellos a quienes llamáis, a fin de que, encontrando en vosotros las disposiciones necesarias, puedan esparcir con profusión la semilla que debe germinar en vuestros corazones, y producir en ellos frutos de caridad y de justicia.
 
Sin embargo, no creáis que excitándoos sin cesar a la oración y a la evolución mental, os induzcamos a vivir místicamente, colocándoos fuera de las leyes de la sociedad en donde estáis condenados a vivir. No; vivid con los hombres de vuestra época como deben vivir las personas, y sacrificáos a las necesidades aun a las  frivolidades del día; pero sacrificáos con un sentimiento de pureza que pueda santificarlas.
 
Estáis llamados a estar en contacto con genios de naturaleza diferente, con caracteres opuestos; no choquéis con ninguno de aquellos con quienes os encontraréis.
Sed alegres, sed felices, pero con la alegría que da una buena conciencia y con la felicidad del heredero del cielo que cuenta los días que le aproximan a su herencia.
 
La austeridad de conducta y de corazón no consiste en revestirse de un aspecto severo, ni rechazar los placeres que vuestras condiciones humanas permiten; basta dedicar todos los actos de vuestra existencia al Criador que os ha dado esta vida, basta que cuando empecéis o acabéis una obra, dirijáis vuestro pensamiento al Criador y pidáis, por un impulso del alma, ya sea su protección para salir bien, ya sea su bendición por la obra concluida. No hagáis nada nunca sin remontaros al origen de todas las cosas; no hagáis jamás nada sin que la memoria de Dios venga a purificar y santificar vuestros actos.
 
La perfección es completa, como ha dicho Cristo, con la práctica de la caridad absoluta; pero los deberes de la caridad se extienden a todas las posiciones sociales, desde el más pequeño hasta el más grande. El hombre que viviese solo, no tendría con quién ejercer la caridad; únicamente en el contacto de sus semejantes y en las luchas más penosas, encuentra esta ocasión. El que se aísla, pues, se priva voluntariamente del más poderoso medio de perfección; no teniendo en quién pensar, su vida es la del egoísta. (Cap. V, núm. 26).
 
No os imaginéis, pues, que para vivir en comunicación constante con nosotros, para vivir a la vista del Señor, sea preciso revestir el silicio y cubrirse de ceniza; no, no, lo repito; sed felices según las felicidades de la humanidad, pero que en vuestra felicidad no entre nunca, ni un pensamiento, ni un acto que pueda ofenderle o hacer bajar la frente de los que os aman y dirigen. Dios es amor y bendice a los que aman santamente. (Un Espíritu protector. Bordeaux, 1863).

Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL

Nuestro Hogar- Película Completa

La vida continua (e a vida continua) de Chico Xavier (subtitulada en esp...

A las Madres de Chico Xavier (subtitulado español)

jueves, 10 de octubre de 2013

En los dominios de la Mediumnidad

EL PSICOSCOPIO


...continuacion del texto Estudiando la mediumnidad.

–El psicoscopio**, sólo él, da motivo a muchas reflexiones. Imaginemos una sociedad humana que pudiese retratar la vida interior de sus miembros... Eso economizaría grandes cuotas de tiempo en la solución de numerosos problemas psicológicos.
  • Sí –agregó el mentor cordialmente– el futuro reserva prodigios al sentido común del hombre.
Habíamos alcanzado, entretanto, el portón del espacioso edificio que el asistente dijo ser el santuario que nos correspondía visitar para servir.
  • Esta es la casa espírita-cristiana donde encontraremos nuestro punto básico de experiencias y observaciones.
Entramos. Después de atravesar un amplio recinto, en el que estaban numerosas entidades desdichadas de nuestro plano, el orientador aclaró:
  • Vemos aquí el salón consagrado a la enseñanza pública. El núcleo que buscamos está situado en un reducto íntimo, así como el corazón está dentro del cuerpo.
Habiendo transcurrido algunos instantes, penetramos tímidamente en el aposento en el que se hallaba reunida una reducida asamblea en silenciosa concentración mental.
  • Nuestros compañeros –explicó el asistente– realizan el trabajo de armonización previa, quince minutos de oración, cuando no son de una exposición o lectura con bases morales elevadas. Saben que no deben abordar el mundo espiritual sin la actitud noble y digna que les otorgará la posibilidad de atraer compañías edificantes, por lo cual tampoco comparecen aquí sin portar consigo, en la faz invisible de su personalidad, las simientes de lo mejor que poseen.
Hilario y yo deseábamos indagar, pero el carácter respetable del recinto nos imponía silencio.
Amigos de nuestra esfera se detenían allí en oración, obligándonos a un profundo recogimiento.
El asistente armó el psicoscópio y, después de un breve control, nos invitó a observar por él.
Cuando llegó mi turno para usarlo, las peculiaridades del aparato me asombraron. Sin necesidad de esfuerzo mental alguno, noté que todas las expresiones de la materia física asumían un aspecto diferente, destacándose la materia de nuestro plano.
El techo, las paredes y los objetos de uso corriente, se mostraban como formados por corrientes de fuerza que emitían una claridad incolora. Me detuve en la contemplación de los compañeros encarnados, los que aparecían ahora más estrechamente unidos entre sí por amplios círculos radiantes que adornaban sus cabezas de un esplendor opalino.
Tuve la impresión de notar en torno del opaco bloque de masa semioscura a que se reducía la mesa, una corona de luz solar formada por diez puntos característicos, resaltando en el centro de cada uno de ellos el semblante espiritual de los amigos en oración.
De ese collar de focos dorados se alargaba una extensa franja de luz violeta, la que parecía ser contenida en otra franja de luz anaranjada que se prolongaba en tonalidades diversas que, en ese momento, no pude precisar dado que mi atención estaba puesta en el círculo de rostros fulgurantes estrechamente unidos entre sí, a la manera de diez pequeños soles ligados los unos con los otros. Noté que cada uno de ellos ostentaba sobre sí una aureola de rayos casi verticales, fulgentes y móviles, como si fuesen diminutas antenas de oro humeante.
Sobre esas coronas, que se distinguían de un compañero a otro, caían de lo Alto abundantes chorros de luminosidad estelar que, tocando las cabezas allí hermanadas, parecían suaves corrientes de fuerza que se iban transformando en pétalos microscópicos que se encendían y se apagaban, en miríadas de formas delicadas y caprichosas, gravitando, por momentos, alrededor de los cerebros en que se producían, cual satélites de vida breve en tomo a las fuentes vitales que les diera origen.
Custodiando la asamblea estaban los mentores espirituales, irradiando cada uno la luz que le era propia.
Admirado, sin embargo, por los hermanos de la esfera física que se revelaban tan afines en la onda brillante que los envolvía, pregunté con entusiasmo:
  • Amigo Áulus, ¿los compañeros que visitamos son, por ventura, grandes iniciados en la revelación divina?
El interpelado hizo un gesto de buen humor y respondió:
  • No. Nos hallamos todavía muy lejos de semejantes apóstoles.
  • Nos vemos aquí en la compañía de cuatro hermanas y seis hermanos de buena voluntad. Son personas comunes. Comen, beben, se visten y se presentan en la Tierra con el aspecto común de las demás criaturas de la vida carnal. Sin embargo, ellos tienen la mente puesta al servicio de los ideales superiores de la fe activa, que se expresan por el amor a sus semejantes.
  • Procuran disciplinarse, ejercitan la renuncia, cultivan la bondad, constante y, por intermedio del esfuerzo propio en el bien y en el estudio noblemente llevado, adquieren un elevado grado de radiación mental.
Hilario, que había utilizado el psicoscopio en primer lugar, agregó, con el tono de admiración de una criatura sorprendida:
  • Pero, ¿y la luz? La materia que conocemos en el mundo se transfiguró. ¡Todo aquí se convirtió en una nueva claridad! ¡El espectáculo es magnífico!...
  • No es extraño –dijo el asistente con bondad– ¿no sabe usted que el hombre es un generador de fuerza electromagnética, con una oscilación por segundo que es registrada por el corazón? ¿Ignora, acaso, que todas las sustancias vivas de la Tierra emiten energías encuadradas en la gama de las radiaciones ultravioleta?
Volviendo a nuestros compañeros, tenemos en ellos almas regularmente evolucionadas y condiciones vibratorias apreciables por su sincera devoción al bien y el olvido de sus propios deseos. Pueden, de tal modo, proyectar rayos mentales en vías de sublimarse, asimilando corrientes superiores y enriqueciendo los rayos vitales que generan al igual que lo hace una dinamo.
  • ¿Rayos vitales? –preguntó mi colega deseoso de una aclaración.
  • Sí; para mayor claridad de la definición llamémosles rayos ectoplásmicos, uniendo así nuestra designación a la nomenclatura de los espiritistas modernos.
Esos rayos son peculiares a todos los seres vivos. Con ellos la oruga realiza sus complicadas demostraciones de metamorfosis, y es también en base a ellos que se efectúan todos los fenómenos de materialización mediúmnica, por cuanto los sensitivos encarnados por quienes se procesan aportan y liberan esas energías con más facilidad. Todas las criaturas, pues, les conservan en sí mismas, emitiéndoles en una frecuencia que varía en cada una, según las tareas que el plan de la vida les ha asignado.
Y optimista, agregó:
  • El estudio de la mediumnidad se afirma sobre las bases de la mente y su prodigioso campo de radiaciones. La ciencia de los rayos potenciará, en breve, una gran renovación en los diversos sectores culturales del mundo. Aguardemos el porvenir.
En seguida, Áulus nos invitó a realizar una inspección más directa, a la que correspondimos con interés.

...continuará.
En los dominios de la Mediumnidad 
 Francisco Cándido Xavier 
(dictado por el Espíritu de Adré Luiz)

 
** Es un aparato al que intuitivamente se refirió un ilustre estudioso de la fenomenología espírita a fines del siglo pasado. Se lo destina a la observación del alma y puede definir las vibraciones de ésta, a la vez que para realizar estudios acerca de la materia –aclaró Áulus con una leve sonrisa. Esperemos que esté en el futuro entre los humanos. Funciona con electricidad y magnetismo, utilizando elementos radiantes análogos en su esencia a los rayos gamma. Está constituido por lentes de aumento con posibilidades para la microfotografía.


Conocer los mecanismos espirituales que trabajan a nuestro lado cuando realizamos una sesion mediumnica nos ayuda a ser mas responsables y concsientes de la necesidad de nuestra preparación, de la formacion de mediumns equilibrados y estudiosos de sus estados interiores, para poder garantizar la perfecta realizacion del acto mediumnico.

Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL