martes, 28 de abril de 2015

Bondad y Humildad

LA RIGIDEZ MENTAL DEL ORGULLO

Dentro del desenvolvimiento espiritual del ser humano el orgullo figura como un sentimiento inferior que requiere pulimento. La transformación del orgullo en humildad es una cuestión de tiempo, de auto-conocimiento y de práctica incesante de la flexibilidad mental en el sentido de la humildad. Por lo general, las personas orgullosas no se dan cuenta de ese sentimiento negativo que infecta su alma y les impide ver las cosas desde ángulos más flexibles y saludables. Allan Kardec manifestó que "el orgullo es la catarata que les obstruye la visión". Esa rigidez psíquica del orgullo es un impedimento para la conquista de nuevos valores, porque el individuo se ubica por encima de todo y cree que siempre tiene razón. Por eso, el orgulloso habrá de reencarnar tantas veces como sean necesarias hasta que haya desplazado ese elemento de su psiquis, mediante la creación de fisuras en esa roca mental que lo introduzcan a reflexiones acerca de los valores que antes despreciaba.

La humanidad terrena se encuentra en un escalón evolutivo donde predominan los rescoldos de atavismos inferiores. Por eso aún perdura en nosotros la gama completa de los sentimientos negativos en franca transformación. No hemos alcanzado el nivel de las virtudes: recién se insinúan en nosotros, como pidiendo permiso para poner en orden nuestra casa mental. Sin embargo, son el comienzo, una promesa de felicidad, pese a que el orgullo continúa siendo el terrible adversario de la humildad, de acuerdo con la sentencia de Lacordaire.
El orgullo no es más que un comportamiento infantil del espíritu. Quien ha conquistado la humildad mira a la persona orgullosa con benevolencia, como quien observa a un joven vanidoso, arrogante, y nada más. Ya lo hemos dicho: el orgullo es un factor que impide a la persona ser flexible y cambiar. Eso retrasa su progreso. Podríamos apuntalar ese proceso insistiendo más con el aspecto de la flexibilidad, porque a partir de él obtendríamos mecanismos mentales para los necesarios cambios, incluyendo la humildad.
"La humildad es el trabajo silencioso de Dios en la Naturaleza"
LA HUMILDAD


Nuestras imperfecciones se exteriorizan desde muy diversas formas. Son verdaderos gritos exaltados del alma que reclaman preponderancia, poder, cargos, riquezas y todo orden de manifestaciones orgullosas del espíritu. Es el deseo ardiente e infantil de querer destacarse, de ser notado, de figurar. Es el bullicio, el ruido de los valores materiales de la sociedad contemporánea. Es la ostentación de la ignorancia.
La humildad, por el contrario, es el trabajo silencioso y productivo del alma en proceso de elevación. Está presente en la persona serena que pone orden en la casa, tanto como cuida del jardín o barre el centro espirita. Es el auxiliar anónimo que vela por la secretaría, visita al anciano o investiga en el silencia de su laboratorio. La humildad está en el gesto oculto de benevolencia y en el corazón del amigo de todas las ocasiones. Ese desapego en relación con las conquistas exteriores es el que hace que la persona humilde logre triunfar sobre sí misma. Por lo general esos espíritus ya han pasado por una serie de encarnaciones que les demostraron la inutilidad del poder temporal y de las ostentaciones de toda clase. Se aplican entonces al desarrollo de la sencillez, de la modestia, de la sumisión a la ley de Dios. Lentamente el individuo accede a una visión nueva de los mecanismos de la vida, cuando antes le resultó imposible descifrarlos debido a la ceguera ocasionada por el orgullo.

La humildad es asimismo una virtud despreciada por los hombres, porque la brasa del orgullo todavía no se ha apagado dentro de nosotros. Emmanuel, en el libro Pensamiento y Vida, manifiesta que la carencia de humildad refleja la insignificancia del individuo en relación con el Universo. Esa carencia, afirma, hace que el alma se endurezca por la codicia, por el egoísmo, inclusive por la vanidad, elementos responsables de la discordia y la delincuencia social.
Cuando no tiene humildad, el ser humano se atribuye la propiedad de los bienes terrenales, no solo su usufructo. La miopía causada por el orgullo restringe su visión y el individuo no llega a comprender que en ese sentimiento está la causa de los desequilibrios emocionales que atentan contra la estructura social de la humanidad. La falta de humildad es el comandante camuflado de las tensiones nerviosas y las guerras que asolan nuestro planeta.
Solemos omitir la contemplación del ejemplo que brinda la naturaleza. El sol nos inunda de luz y calor, desde su posición en el silencia estelar; las flores vierten silenciosamente su perfume e inundad la atmósfera de aromas embriagadores; los ruiseñores hablan de Dios en sus trinos de alegría; los ríos corren silenciosamente transportando la fertilidad. Es un himno silencioso de bienaventuranzas a disposición del hombre, para brindarle felicidad. La humildad es el trabajo silencioso de Dios en la Naturaleza. Es la simiente divina que está en nosotros esperando la época apropiada para florecer. Probablemente todavía no haya desplegado su corola porque es una virtud silenciosa, que no se deja llevar por la arrogancia humana, y recién cuando ésta pierda su fuerza, la humildad surgirá en todo su esplendor como emanación del trabajo silencioso del alma que se eleva hacia Dios.

CONCLUSIONES
  • El orgullo provoca una rigidez mental que obstaculiza el progreso del individuo.
  • La humildad, tal como manifiesta Emmanuel, es la fuente de todas las virtudes, del progreso y de la elevación moral e intelectual.
  • Es la clave de nuestra libertad interior, que nace en las profundidades del espíritu. Quien es humilde consigue sustraerse a las cadenas de los sentimientos de egoísmo, vanidad y orgullo.
  • Quien es humilde está en permanente renovación en dirección al bien. Acepta los cambios necesarios para dar lugar a los nuevos paradigmas espirituales. El hombre humilde realiza su trabajo en silencio y sin ostentación.


EL DESENVOLVIMIENTO DE LA BONDAD


La bondad ha estado en mi vida de espirita entre los temas que más me llamaron la atención, por su importancia en el desarrollo moral del individuo. Fue siempre uno de los objetivos que me propuse. Es accesible al entendimiento de las personas y fácilmente asimilable en el sentido intelectual. La bondad es una virtud sencilla aunque profunda al mismo tiempo: tenemos facilidad para entenderla pero cierta dificultad para aplicarla objetivamente.
La bondad es uno de los sentimientos superiores del alma. Es una virtud dinámica, de acción al bien. La bondad es el amor en acción. Por su intermedio nos conquistamos a nosotros mismo y templamos la conciencia. Sus efectos se manifiestan de variadas formas y pueden ejercer un efecto armonizador en los ámbitos, saciar la sed espiritual de muchos, establecer el equilibrio de la sociedad, iluminar nuestro corazón o atenuar el sufrimiento de millones.

Cierta vez un médium espirita con poco tiempo de militancia, estaba preocupado por comprender y perfeccionar sus facultades mediumnicas. a medida que leía El Evangelio según el Espiritismo fue creciendo en él la inquietud, pues noto que debería desarrollar numerosas virtudes. Meditaba entonces "tardaré decenas de encarnaciones para desarrollar tantas virtudes". Su vida en el hogar y en su empleo presentaba las dificultades naturales del ser humano: discusiones, incomprensiones, resentimientos, y todo lo habitual. Juan, tal era su nombre, comenzó a aplicarse a esa vida nueva que el Espiritismo le mostraba y simultáneamente se impuso la responsabilidad de transformarse moralmente. Un día, estaba Juan enfrascado en la lectura cuando se le presentó un Espíritu. Con una sonrisa en los labios le explico que era un amigo espiritual y a continuación le pregunto a que se debían tantas preocupaciones. El neófito espirita contestó que no sabía como hacer para desarrollar en la encarnación tantas virtudes como debía. El benefactor le dirigió una paternal mirada de complacencia, mientras le sugirió que solamente desarrollara una virtud, que se propusiera avanzar por etapas en esa fase de su vida. Solo le hizo una recomendación: ejercitarla durante las veinticuatro horas de cada día, o sea que esa virtud debía estar presente en su pensamiento, en sus palabras, en su mirada, en sus actitudes. Juan se quedó satisfecho, porque elaborar una virtud le resultaría mucho más sencillo que hacerlo a la vez don decenas de ellas y sintió curiosidad por saber que sentimiento era ese que tenía que desenvolver. El amigo espiritual interpretaba ese anhelo, y el deseo de superarse del médium en formación, por lo que le respondió dulcemente: "¡la bondad, Juan, la bondad!. No te vayas a olvidad: bondad en los pensamientos, bondad en las palabras, bondad en la mirada, bondad en las actitudes". Antes de desaparecer el benefactor le hizo la promesa de regresar a los dos años para verificar los resultados.

BONDAD: 
  • EN LOS PENSAMIENTOS
  • EN LAS PALABRAS
  • EN LA MIRADA
  • EN LAS ACTITUDES


Juan tomó con mucha seriedad ese encuentro y de ahí en adelante la bondad se convirtió en el proyecto más importante de su vida. La tuvo en cuenta a cada instante de su existencia y siempre era ella la que le indicaba la manera adecuada de conducirse. Fue su consejera en las dudas, en la magnanimidad del perdón, en la dulzura de las palabras, en la complacencia de la mirada y en la caridad de los gestos.
Cada vez que pensaba en su esposa, en sus hijos, en quienes le daban disgustos, en las personas en general, lo hacía con respeto humano  y con bondad. Los pensamientos de contrariedad fueron desapareciendo y se esfumaron por completo con la llegada de esas luces nuevas a la psiquis de Juan.
Sus palabras transmitían matices novedosos. Comenzó a hablar desde el corazón, Evitaba las críticas ásperas y despechadas de las personas sin vigilancia. Reinició el diálogo casi interrumpido con su esposa e hijos, pero a partir de entonces sobre una base de comprensión, afecto, paciencia, bondad.
Se transformó su manera de mirar. Cambió la mirada desesperada de la preocupaciones y ansiedades por la mirada amistosa, benigna y dulce de la bondad. Comenzó a mirar con ternura a los pájaros, a los perros, a las flores. Modificó su expresión fisonómica al estar en contacto con quienes lo detestaban. Transmitía mensajes de amistad con la mirada y con los pensamientos, poniendo en evidencia un nuevo modo de relacionarse con el otro.

(...) Pasó el tiempo y Juan logró modificarse. Había sido ansioso, irritadizo, con muchas susceptibilidades, pero empezaba a emerger en medio de la sociedad terrestre como un hombre mas bondadoso, tranquilo, desbordante de paz, de la paz que brota del corazón, de la conciencia tranquila, y del perdón de las ofensas. La bondad fue, en efecto, el detonante, el motor que desencadenó la aparición de otras virtudes. Junto con ella asomó la solidaridad, la tolerancia, el afecto, la caridad, la ternura, el perdón y otras energías saludables que colmaron su alma y su cuerpo con promesas de salud física y espiritual. Los dos años transcurrieron velozmente y el amigo espiritual regresó, tal como lo había prometido. Estaba Juan en oración serena y confiada cuando se le apareció. Analizó las transformaciones profundas en la psiquis del médium espirita y el esfuerzo que había hecho para mejorar. le dirigió una mirada de intensa dulzura y aprobación, esbozó una sonrisa y tan solo dijo: "Sigue así, hijo", y volvió a desaparecer.

Una vez que el ser humano prueba el sabor del elixir de la bondad, jamás querrá retornar a los escalones de la intemperancia mental. El sentimiento inferior de la maldad se expresa de diversas maneras en el individuo, desde las simples irritaciones hasta las venganzas y actitudes hostiles. Hace siglos que la maldad se encuentra en la psiquis humana, esperando el florecimiento de la bondad, esa energía nueva que puede disolver los restos de la agresividad en la Tierra. Es suficiente con que percibamos que tanto la maldad como la bondad están dentro de nosotros. Crece el sentimiento que recibe nutrientes de similares características; en pocas palabras, la maldad solamente se incrementará si recibiera el refuerzo de pensamientos malos. Igual sucede con la bondad, crecerá en la medida que reciba pensamientos generosos. El entrenamiento en la bondad y la motivación hacia el bien orientarán el proceso de transformación interior. De modo que podemos afirmar que la bondad es una fuerza fecunda porque construye, remueve obstáculos y condice rápidamente al individuo por los caminos de la evolución.

Texto extraído de: Educación para los Sentimientos - Jason de Camargo

Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL















viernes, 17 de abril de 2015

El Perdón

Educación de los Sentimientos

Jason de Camargo

JESÚS Y EL PERDÓN


El perdón es uno de los capítulos más simples y al mismo tiempo uno de los más importantes de las enseñanzas de Jesús. Antes de Él no se había conferido a este tema la relevancia que merecía. El Nazareno ya sabía de los innumerables perjuicios que los resentimientos producen en el alma humana, y que solamente el perdón sería capaz de liberar al individuo de la esclavitud de sus penas y remordimientos. El Maestro apuntó a los aspectos fundamentales de esa virtud que necesitaba ser desarrollada.Conocía el atraso espiritual de la humanidad, e indicó los caminos necesarios para el cambio de paradigmas, para la aceptación de conceptos y conductas que ofrecieran al ser humano mejores condiciones para conquistar mayor felicidad. La felicidad habría de ser el resultado de la pureza espiritual, pero ¿cómo llegar a ser puro si se alimentan rencores, disgustos, remordimientos, resentimientos? Por eso dijo Jesús: "...depositad vuestra ofrenda al pie del altar e id a reconciliaros con vuestro hermano; recién después volved para presentarla". No se puede ir en busca de Dios cuando se conservan manchas en el altar de la conciencia. Reconciliémonos primero con nuestro prójimo, limpiemos nuestra conciencia, y después estaremos en mejores condiciones para hacer la ofrenda de nuestro trabajo al Creador.

El Sublime Terapeuta indicó algunos aspectos importantes acerca del perdón que no podemos dejar de recordar:

a) Todos cometen errores
El Mesías se propuso que las personas tomaran conciencia de que todos cometemos errores, que cometemos faltas graves, y por ese motivo no podemos acusar severamente ni punir a nuestro prójimo sin compasión. Cuando el dijo que "...no debemos juzgar para no ser juzgados" o que "...no arrojáramos piedras al tejado del vecino cuando el nuestro es de vidrio", estaba dirigiéndose a lo más profundo del ser humano, a la conciencia. Ese punto es importante en la medida que cada uno desea ser perdonado por sus errores, aunque no siempre esté dispuesto a perdonar las faltas cometidas por sus semejantes en contra de él. Si quiero ser perdonado deberé perdonar; con la misma medida con que yo mida seré medido: estos son elementales principios de justicia. En la famosa anécdota de la mujer sorprendida en adulterio, por ejemplo, los hombres querían apedrearla y el Maestro los reprendió al decirles: "Quien nunca haya pecado que le arroje la primera piedra". Nadie osó lanzar ninguna piedra porque todos habían cometido errores. Él mismo se limitó a hacer un llamado a sus conciencias.
Jesús trataba de abrir la mente de las personas para que cumplieran las leyes de Dios, pues perdonar es un deber de los seres humanos. Quien no perdona infringe la ley y padecerá las consecuencias de sí mismo.

b) Cuantas veces perdonar.
El segundo de los puntos abordados por el Maestro Galileo se refiere a perdonar siempre. La respuesta que dio a Pedro, en cuando a que deberíamos perdonar setenta veces siete veces, establece que perdón debe ser una praxis del ser humano que no tendrá límites. El perdón no puede ser una puerta que se abra o se cierre según nuestros caprichos. El perdón es de índole trascendente, espiritual, y forma parte de los cánones de la ley divina. Aunque una sola vez omitiéramos perdonar, eso produciría una inmensa energía rencorosa suficiente para destruir la armonía de la mente. Perdonar siempre significa haber convertido al perdón en un hábito sano de higiene espiritual. Significa estar abierto a la compasión y no considerar que el perdón sea un acto reservado exclusivamente a los espíritus elevados. Jesús lo enseñó y eso indica que tenemos plenas condiciones para perdonar y ser perdonados.

c) A quién perdonar.
Jesús no hacía distinciones entre los seres humanos. Sabía que la ignorancia de las leyes de Dios era la tónica de aquella época en que predominaba la pena del talión: "ojo por ojo, diente por diente". El perdón a los enemigos era inadmisible. Sin embargo, su propuesta consistía en perdonar tanto a los amigos como a los enemigos. El mismo dio el ejemplo en ese sentido al disculpar las indecisiones de Pedro, el acto irreflexivo de Judas y a quienes lo calumniaron y persiguieron hasta matarlo. Incluso en los instantes finales de su existencia rogó a Dios: "Padre, perdónalos, no saben lo que hacen".

Tan importante como perdonar a los otros es que nos perdonemos a nosotros mismos. Nos referimos al auto-perdón de nuestros errores. Desde el punto de vista psicológico el auto-perdón evita que lleguemos a penetrar en la terrible zona del remordimiento, capaz de provocar la destrucción absoluta del sistema de equilibrio psíquico. Como consecuencia de los sentimientos de culpa muy intensos aparecen las peligrosas psicosis, enfermedades tales como la esquizofrenia y otros trastornos del comportamiento. Lógicamente se debe evitar la repetición de un error que, sin embargo, podrá ser reparado mediante un trabajo sustancial en la dirección del bien. La bondad repara las faltas; el remordimiento destruye el alma.

d) Cuando debemos perdonar.
Estamos en camino, en este viaje de perfeccionamiento. Por lo tanto el perdón debe ser realizado ahora, no después. Eso significa que éste es el momento de perdonar, y si no perdonáramos estaremos sometidos a nuevas encarnaciones depuradoras en el futuro, porque es imposible crecer espiritualmente mientras se conserva rencor en el corazón. Emmanuel nos ha recomendado sabiamente que "expulsemos del corazón todos los resentimientos". Esa advertencia tiene un significado psicológico, porque perdonar equivale a liberarse de las cadenas forjadas por la intranquilidad y el sufrimiento guardados en los archivos de la mente.

ELEGIR EL PERDÓN

...Cada uno pasa en la vida por diferentes fases de disgusto, ingratitud, ofensas, separación de cónyuges, agresiones varias, adulterios, intrigas y demás conflictos que siembran la amargura en las profundidades del espíritu. Todos hemos experimentado motivos para sentir rencor, tristeza, rabia.
El resultado de tales sucesos ha sido la aparición de un excesivo apego a los resentimientos. Las personas se aficionan de tal modo a los sentimientos inferiores que estos llegan a pertenecer, o lo que es lo mismo, a instalarse en su propia casa mental. Son de la familia y, sin ceremonias previas, provocan la tristeza, la rabia, la intranquilidad y los demás sufrimientos del alma. Muchas son las personas que deciden aferrarse al rencor con la exclusiva finalidad de tener alguien a quien culpar por su desdicha. A partir del instante en que elegimos el perdón expulsaremos de nuestra casa íntima a un elemento indeseable: el resentimiento.
El resentimiento solo produce desequilibrio y destruye la armonía interior. La opción por el perdón despeja de la mente a uno de los mas nefastos enemigos de su tranquilidad, y a partir de entonces comienza a experimentar alivio, a estar mas liviana, a producir, por último, una saludable transformación en la vida del individuo. Recuérdese, que la otra cara del dolor es la paz, la alegría, lo que hace del perdón una auténtica elección a favor de la felicidad. Busca en tu corazón la bondad, la compasión, la ternura, hasta conseguir el coraje que te permita mirar más allá del miedo y la rabia. Cuando miremos más allá estaremos en condiciones para comprender que cada cual alcanzó un escalón evolutivo, e inevitablemente cometerá, igual que nosotros, actos irreflexivos.

EL PERDÓN EN LA FAMILIA
La relación entre los miembros de una familia constituye el fundamente emocional de la estabilidad del hogar. Conseguir la paz entre sus miembros es esencial para la paz interior de cada uno, puesto que la familia es un sistema perfectible y, como tal, la conquista del perdón en su seno es un acto de perfeccionamiento para todo el grupo. En la mayoría de los hogares existe algún miembro que representa problemas para el equilibrio emocional de la estructura familiar. Aquí, el marido es afecto a las bebidas alcohólicas y se pone violento, allá, un hijo se desvía hacia las drogas y se deja arrastrar por torrentes de contradicciones sin fin. En ciertos casos los trastornos kármicos se traducen en incompatibilidades de toda índole: la madre o el padre tienen afinidad con uno de los hijos y dificultades con el otro. En otras partes surgen las infidelidades conyugales que producen desesperación y dolores atroces. Cuantas situaciones de violencia verbal o física, de ofensas mutuas, de incomprensiones de los padres con los hijos adolescentes y jóvenes, de ingratitud entre unos y otros. En definitiva, el hogar es un excepcional lugar para las reparaciones del pasado lejano y un importante laboratorio para la práctica del perdón. En el hogar hallamos significativas oportunidades para enmendar los errores cometidos en encarnaciones anteriores, y para perdonar a quienes nos han ofendido en otras épocas de nuestra experiencia humana.
Por lo tanto, considerar a la rabia una fuente de fuerza no es más que un auto-engaño.La rabia solamente alimenta el amor propio herido por las desavenencia familiares. La rabia perpetúa una lucha en la que ninguno triunfa. Por lo general exigimos al otro lo que nosotros no damos, y principalmente concentramos nuestra exigencia en quienes no nos inspiran un afecto demasiado profundo. 
El Espiritismo viene a explicarnos que en cierta forma es común que se vuelvan a encontrar en el hogar espíritus afines y no afines. En los procesos inherentes a las reencarnaciones anteriores es probable que hayamos cometido acciones que han afectado profundamente a muchas personas, algunas de las cuales pueden estar dentro de nuestra propia familia, en la presencia de un esposo necesitado de comprensión, o en ese hijo amado que necesita apoyo para superar los desequilibrios de su alma. De tal manera, el Espiritismo aporta otra forma de ver la vida. El perdón está insertado en esa modalidad humana y respetuosa de las relaciones familiares. Mira a tus familiares con ojos de ternura, perdónales las faltas que puedan haber practicado y avanza confiado hacia el futuro.

EL HABITO DE PERDONAR
Podemos estar abiertos, o no, a la práctica del perdón.Por lo general las personas todavía necesitan abrirse a esa práctica; se hallan cerradas y pocas son las que perdonan desde el fondo de su alma. No existe el hábito del perdón en el individuo, y a eso se debe el cúmulo de dolores que conserva dentro de sí mismo. El disgusto es como una espina que se lleva clavada y mientras no la extraiga le provocará sufrimiento. Ese hábito de no perdonar deriva del predominio que todavía tienen en nosotros los sentimientos inferiores. El orgullo, la vanidad, el egoísmo, la violencia, el rencor, etc., aún subsisten y generan resistencia a los hábitos virtuosos. Sin embargo, es conveniente considerar que la repetición del perdón tantas veces comos sean necesarias, conducirá al desenvolvimiento de esa virtud, que de acuerdo con lo previsto pasará a formar parte del patrimonio moral del ser humano. Cuanto más sea ejercitada, más fácilmente serán adoptadas las nuevas actitudes relativas a perdonar.
Al mirar a los otros desde el corazón, buscando en ellos señales de gentileza, generaremos una predisposición al perdón. En un primer momento no estaremos habituados a realizar esas observaciones, pero a medida que pase el tiempo nos resultará más sencillo. Podemos practicar el perdón varias veces al día, en principio con personas que no estén entre nuestras relaciones amistosas, hasta que ese gesto llegue a ser automático. 
El auto-perdón también está incluido entre los hábitos saludables para el ser humano. Obsérvate a ti mismo con bondad. Quien se perdona a sí mismo tiene condiciones para perdonar al prójimo. Muchas veces criticamos con excesivo rigor nuestras propias acciones y no nos perdonamos ciertos deslices. En otras ocasiones nos torturamos tan intensamente que llegamos a crearnos un sentimiento de culpa, terrible remordimiento que consumirá nuestras defensas psíquicas. De ahí a las enfermedades psicosomáticas hay un solo paso. 
Contémplate con compasión y considera que al igual que los demás estas realizando un viaje de perfeccionamiento. Si no eres capaz de perdonarte tampoco podrás perdonar a los otros, y no es ése el objetivo de la vida. La ley del perdón llego para advertir al ser humano sobre la necesidad de expulsar de su alma todo vestigio de remordimientos o rencores. Esa ley establece uno de los aspectos importantes de la felicidad humana: el perdón a sí mismo y a los otros.
Cultiva el hábito de perdonar. Haz del perdón tu senda hacia la paz interior. Ten la certeza de que el perdón representa el punto final de una batalla contigo mismo, con tus familiares, con tus amigos e inclusive con tus enemigos. Significa el alivio del dolor, la curación de la tristeza del corazón y la posibilidad de vivir con mayor compasión y auto-respeto.


Observaciones importantes:


  • a) Retira al perdón del estante de las cosas inaccesibles y distantes: Instálalo a tu alcance en la vida cotidiana. Si fuera inaccesible Jesús no nos lo hubiera legado dos mil años atrás. Aplícalo como una simple práctica cotidiana, omitiendo las observaciones severas sobre los actos de los semejantes. 
  • b) Piensa siempre en el otro con bondad: Tus pensamientos pueden ser de resentimiento o de bondad. Elige siempre la bondad porque ella atenuará, a tus ojos, las faltas cometidas por los otros.
  • c) Plegaria y meditación: utiliza esos momentos de luz para enviar al otro mensajes de paz. Modifica así el tenor energético de la comunicación mental que mantienes con él. De esa forma extraeremos de nuestros archivos internos las energías dañinas de la insatisfacción y de ahí en adelante estableceremos un saludable canal de comunicación con nuestros hermanos, basado en el perdón y la solidaridad.
  • Persevera y verás los resultados.


Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL

lunes, 6 de abril de 2015

EL CAMBIO DE PARADIGMAS

¿Qué son los paradigmas¹?
Los seres humanos adoptan, por lo general, reglas que caracterizan su forma de pensar y de obrar. Conservan durante largos años el mismo sistema de vida, la misma forma de encarar los acontecimientos, sin llegar a percibir que el conjunto de normas personales que rige sus actos les impide muchas veces la asimilación de nuevas ideas.Consideran a ese conjunto de principios la expresión cabal de la verdad, y muchos de ellos están instalados en su propio inconsciente.

De acuerdo con el punto de vista Espirita, un gran número de paradigmas ha sido adquirido en las reencarnaciones anteriores y está arraigado en la psiquis profunda o inconsciente. Cuando el individuo llega a la encarnación presente trae un conjunto de conceptos en relación a los valores intelectuales y morales de la vida. Es así que algunos procederán de una determinada manera ante una situación ética, mientras que otros en la misma situación adoptarán una actitud antagónica, aunque hayan nacido de los mismos padres y recibido la misma educación. Es común que encontremos personas con puntos de vista muy diferentes aun siendo hermanos. La explicación está en que cada uno es portador de un espectro de experiencias estrictamente individuales reunidas en las diferentes etapas palingenésicas de su espíritu: cada uno trae sus propios y diferentes componentes atávicos. Son los paradigmas consolidados que definen el rumbo de su conducta en relación con la vida.…

EFECTO PARADIGMA
Joel Barker realizó investigaciones relacionadas con este tema, identificó las consecuencias derivadas del apego a las ideas, así como los inconvenientes que tal apego acarrea a la vida de las personas. Barker bautizó a este fenómeno efecto paradigma. A continuación citaremos algunas de sus observaciones:
  • Los paradigmas son comunes: los encontramos en casi todos los aspectos de la vida profesional, personal, espiritual y social.
  • El paradigma es un aviso: puede llegar a convertirse en una enfermedad fatal de seguridad, en cuyo caso impedirá la conquista de nuevos conceptos.
  • Puedes decidirte a cambiar tus reglas y reglamentos: los seres humanos tienen la capacidad para desechar un determinado paradigma y adoptar uno nuevo. El desafío consiste en lograrlo.
Agrega Barker: “quienes opinan que no hay nada que hacer deben apartarse del camino de los que están trabajando”. Es un hecho: el progreso siempre se ha debido a la osadía de quienes confiaron en la posibilidad de cambiar, de los que se armaron de coraje y avanzaron en dirección al futuro. Los cobardes se aferran a los paradigmas con los que están familiarizados, eluden los nuevos, y sin darse cuenta retardan su propio crecimiento. ¡Qué hubiera sido de nosotros si Jesús se hubiera conformado con los paradigmas de la época!...

CAMBIO DE PARADIGMAS
Si aplicamos lo expuesto a nuestras propias vidas veremos que, en general, somos un subproducto de nuestros paradigmas. De modo que si todavía no somos felices ello se debe a que necesitamos modificar algunos elementos. Es ese uno de los aspectos básicos de nuestro estudio, realizar esas modificaciones.

Persistir tozudamente en el error, repetir una y otra vez acciones inconvenientes, es petrificar el sufrimiento de nuestras almas. Somos personas condicionadas por determinados hábitos generadores de preocupaciones, ansiedades, deseos y más deseos, que producen la tristeza y dolores humanos. Preferimos los paradigmas que nos causan sufrimiento en lugar de los que propician nuestra felicidad. El meollo de la cuestiónestá en modificar, en sustituir los paradigmas negativos por los que contribuyen a la plenitud humana. 

Estamos hablando de cambio, de reorganización mental y de proyectos de felicidad. Si no hemos alcanzado la felicidad, reiteramos, se debe a que nuestros atavismos² hablan todavía muy alto en nuestro interior y nos condicionan a proceder siempre desde el punto de vista del sufrimiento. Observamos todo, analizamos todos los acontecimientos y en todos los casos obramos según las lentes del pesimismo, lo que deriva en efectos destructores del campo espiritual. El gran vuelo hacia el desarrollo de la espiritualidad pasa obligatoriamente, por el cambio en esa manera distorsionada de enfocar, sea a la sociedad o a nosotros mismos.

Estamos realizando un viaje de perfeccionamiento en la Tierra y por lo tanto es natural que debamos efectuar algunas correcciones en el rumbo. Eso es parte del proceso educativo del Espíritu. Hacer correcciones significa abandonar la vestimenta gastada del hombre atormentado por la impertinencia, apesadumbrado por el orgullo o vencido por el resentimiento, para cubrirse con la ropa nueva de la tolerancia, la humildad, el perdón. En definitiva, significa despojarse de las impurezas inservibles para quedarse con el traje nupcial y puro de las virtudes humanas, las únicas que purifican el campo de la conciencia y nos ofrecen la suprema felicidad....

Educación de los Sentimientos
Jason de Camargo
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¹Paradigma: es un término de origen griego, "parádeigma", que significa modelo, patrón, ejemplo. En un sentido amplio se corresponde con algo que va a servir como modelo o ejemplo a seguir en una situación dada. Son las directrices de un grupo que establecen límites y que determinan cómo una persona debe actuar dentro de los límites.
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²Atavismo: Tendencia a imitar o a mantener formas de vida, costumbres, etc., arcaicas.

AMOR FRATERNAL