lunes, 16 de diciembre de 2013

Mediumnidad de prueba

Mediumnidad

Edgar Armond

Capitulo 5: Sus aspectos

Ya sabemos que la mediumnidad es un problema complejo en lo que se refiere a sus manifestaciones y naturaleza, pudiendo, por eso, ser encarada bajo varios puntos de vista.
En cuanto a su razón de ser, sin embargo, afecta solamente dos aspectos que son fundamentales y originalmente opuestos, a saber: o es una facultad propia del Espíritu, una conquista suya, cuando ya adquirió posibilidades mayores, cuando alcanzó grados más elevados en la escala evolutiva; o es una capacidad transitoria, de emergencia, obtenida por gracia, con auxilio de la cual el Espíritu puede apresurar su marcha y redimirse.
En el primer caso, el Espíritu, ya convenientemente evolucionado, es dueño de una sensibilidad perfeccionada que le permite vibrar normalmente en planos superiores, siendo la facultad puramente espiritual.
En el segundo caso, fue dada al médium una condición psicosomática especial, no hereditaria, que le permite servir de instrumento a los Espíritus desencarnados para sus manifestaciones como también demostrar otras modalidades de la vida espiritual.
Aunque los efectos sean, en los dos casos, más o menos semejantes, son sin embargo diferentes las causas y los valores cualitativos de las facultades. Como la mayoría de los médiums pertenecen a esta segunda categoría, vamos a detenernos enseguida más demoradamente en su estudio.

En su trayectoria evolutiva, el Espíritu, como dijimos, se purifica, se perfecciona, aumenta su sensibilidad y adquiere cada vez mayores, más altas y más amplias facultades psíquicas. Esa es la ley natural.
No obstante, estamos cansados de ver individuos moralmente retardados, de sentimientos imperfectos, que poseen facultades mediúmnicas de diversa naturaleza. Si la posesión de la facultad depende de la elevación espiritual, ¿cómo pueden tales individuos poseerla, mientras otros, evidentemente más adelantados, carecen de ella? ¿Qué sucede en estos casos? ¿Alteraciones de esa ley general? ¿Anomalías? ¿Privilegios? Nada de eso. Solamente la ocurrencia de una forma de mediumnidad — que llamaré, como ya dije: “DE PRUEBA” esto es, posesión de facultades no propiamente conquistadas por el poseedor, ni fruto de su superioridad espiritual, sino dádiva de Dios, otorgamiento hecho a unos y otros en ciertas circunstancias y ocasiones para que, en su gozo y uso, tengan la oportunidad de rescatar deudas, salir del punto muerto de un período de estancamiento, de un letargo ruinoso, despertando así hacia un nuevo esfuerzo redentor.
Recibiendo esa prueba de la misericordia de Dios, concedida casi siempre por la intercesión de Espíritus amigos interesados en su progreso, o a pedido propio (7), una de dos: O el beneficiario cumple eficientemente la tarea rectificadora y, en este caso, sube un grado en su trayectoria espiritual, o fracasa, y entonces sufre las consecuencias naturales de su obstinación y debilidad.

En su libro En los Dominios de la Mediumnidad, André Luiz también confirma integralmente el término “mediumnidad de prueba”, propuesto por nosotros desde 1945, cuando dice en el capítulo 9: “Nadie puede avanzar libremente hacia el mañana sin solucionar los compromisos del ayer. Por ese motivo Pedro trae consigo «una aflictiva mediumnidad de prueba».”
Y más adelante agrega: “Médiums abundan en todas partes, sin embargo, son raros los que ya se despojaron del pasado sombrío para servir en el presente a la causa común de la humanidad, sin los enigmas del camino que les es particular”.

Esas consecuencias son todas de orden moral y representan siempre un retardo en la marcha ascensional del Espíritu que deberá, entonces, intentar de nuevo y ahora en condiciones más desfavorables y costosas. La posesión de esas facultades de prueba es dada a muchos Espíritus en determinadas épocas, entre otras cuando, por ejemplo, los Guías del Mundo necesitan promover en el seno de la humanidad determinados efectos, movimientos de comprensión más enérgicos, impulsarla más decisivamente para nuevos rumbos o llamar la atención hacia determinados aspectos de la vida espiritual, necesarios a la regularidad de la marcha evolutiva.
Entonces, legiones de Espíritus reciben esa posibilidad, esa oportunidad y reencarnan poseyendo facultades que por sí mismos no conquistaron, facultades en préstamo, si podemos decir así, y que deben devolver en forma de un buen trabajo realizado y de aprovechamiento propio.

Se produce, así, una generalización, un derrame de dones mediúmnicos, que actúan fuertemente sobre los Espíritus endurecidos o incrédulos, fomentando en el medio social colectivo, modificaciones irresistibles desde el punto de vista moral o religioso.
Y ese acontecimiento es plenamente justificable y apropiado, porque las masas humanas, desviadas casi siempre de las cosas divinas, solamente por efecto del llamado sobrenatural se detienen, meditan y se reforman.

Basta, únicamente, mirar la historia de la vida humana para comprender eso. Toda vez que es preciso chocar con la opinión general, interesar a los hombres en las prácticas religiosas, modificar sus sentimientos e impulsarlos hacia la espiritualidad, se vive una época de milagros. Así fue, sin remontarnos mucho en el tiempo, cuando se tornó necesario establecer en la Tierra una religión típicamente monoteísta: El hombre de los milagros fue Moisés.

Dieciséis siglos después, cuando un nuevo impulso debía ser dado y plantados los fundamentos y los cimientos de la verdad eterna, una nueva época surgió con el propio Maestro y sus discípulos. Y ahora, casi veinte siglos después, para ofrecer a los hombres mayores detalles y conocimientos más objetivos de la vida espiritual superior, se repiten los mismos hechos con el Espiritismo, y los “milagros” se desdoblan sorprendentemente, con tendencia a tornarse aún más generalizados.
Y aquí conviene recordar que todos los llamados “milagros” son fenómenos naturales provocados a través de dones mediúmnicos.

Por eso, ya que son pocos los hombres que poseen facultades propias, los Guías del Mundo echan mano de los médiums de prueba, esto es, de facultades en préstamo para promover los fenómenos deseados y obtener los resultados necesarios; y, en el momento en que vivimos, lo que se trata de obtener, como sabemos, es preparar el mayor número posible de Espíritus encarnados para colaborar en el advenimiento de un mundo renovado que ya está cercano.
Hecho el llamado en las esferas de la erraticidad y expuesta la situación, muchos, por su propia voluntad y otros, como ya dijimos, por la intercesión de amigos espirituales, obtienen la merced de cooperar en ese trabajo sagrado y legiones, entonces, bajan al planeta dispuestas al esfuerzo redentor; y por eso constatamos que las manifestaciones, hoy, como en los días de la Codificación, son más o menos uniformes y sistemáticas, obedeciendo a un plan determinado.

He aquí lo que, al respecto de esa forma de mediumnidad, dice el iluminado Espíritu Emmanuel : “Los médiums, en su generalidad, no son misioneros, en la acepción común del término: son almas que fracasaron rotundamente, que contrariaron sobremanera el curso de las leyes divinas y que ahora intentan rescatar, bajo el peso de severos compromisos e ilimitadas responsabilidades, el pasado oscuro y delictuoso. Su pasado, muchas veces se encuentra manchado de graves deslices y errores tumultuosos. Casi siempre son Espíritus que cayeron de las cumbres sociales por el abuso del poder, de la autoridad, de la fortuna y de la inteligencia, y que regresan al orbe terráqueo para sacrificarse en favor del gran número de almas que se desviaron de las sendas luminosas de la fe, de la caridad y de la virtud. Son almas arrepentidas que procuran recuperar todas las felicidades que perdieron, reorganizando, con sacrificios, todo cuanto descalabraran en sus instantes de criminales arbitrariedades y de condenable insania.”

Agregando más adelante: “— Médiums, ponderad vuestras sagradas obligaciones. Preferid vivir en la mayor de las pruebas a caer en el camino ancho de las tentaciones que os atacan, insistentemente, en vuestros puntos vulnerables. Recordad que es preciso vencer si no queréis enterrar vuestra alma en la oscuridad de los siglos de dolor expiatorio.
Aquel que se presente en el espacio como vencedor de sí mismo, es mayor que cualquiera de los generales terrenos, eximios en la estrategia y en el tino militares. El hombre que se vence él mismo hace a su cuerpo espiritual apto para ingresar en otras esferas y, mientras no colaboréis en la obtención de tal organismo etéreo, a través de las virtudes y del deber cumplido, no saldréis del círculo doloroso de las reencarnaciones.”

André Luiz, en su libro Misioneros de la Luz, Capítulo III, transcribiendo las explicaciones del instructor Alejandro sobre los médiums, dice lo siguiente: “Es verdad que sueñan con edificar maravillosos castillos sin base; alcanzar inmensos descubrimientos exteriores sin estudiarse a sí mismo; mas, gradualmente, comprenderán que mediumnidad elevada o percepción edificante no constituyen actividades mecánicas de la personalidad, y si conquistas del Espíritu, para cuya consecución no se puede prescindir de las iniciaciones doloras, de los trabajos necesarios, con la auto educación sistemática y perseverante.”


(7) La reencarnación, para la mayoría de los Espíritus inferiores, es padronizada y compulsiva, pero para médiums y Espíritus más esclarecidos, cada caso es estudiado y providenciado individualmente, con participación del interesado.

AMOR FRATERNAL


miércoles, 11 de diciembre de 2013

Auxiliares invisibles

Mediumnidad

Edgar Armond

Capitulo 33

Bajo el nombre de guías, en general nos referimos a las Entidades que asisten a cada individuo en su pasaje por la Tierra. Conviene distinguir, en ese conjunto, una Entidad de otra, según las funciones que ejercen.
La asistencia individual es hecha por Entidades ligadas, en una forma o en otra, al destino de los encarnados, y el nombre más apropiado a darles sería: protectores, asistentes espirituales.
Guías, en la acepción conferida a esa palabra en los medios iniciáticos, solamente los poseen los individuos que tienen una misión a cumplir con relación a la colectividad, y eso independientemente de otros protectores y asistentes que puedan poseer, como realmente sucede.
Esos protectores y asistentes comunes mantienen con el individuo ligaciones más estrechas, más íntimas y permanentes, y actúan en todos los casos, interfieren incluso en detalles de la vida común, mientras que los Guías, propiamente dichos, solamente intervienen en situaciones de importancia, actúan en las grande líneas de los acontecimientos, se manifiestan solamente en ocasiones o asuntos ligados a la misión que el individuo debe cumplir.

Y entre los Guías se establece también una diferenciación, habiendo “Guías de Encarnación” –ligados al individuo solamente en relación a los acontecimientos de una vida en el plano material–, y “Guías de Evolución” –ligados a períodos más o menos largos de sus vidas anteriores.

El médium bien formado, tanto desde el punto de vista técnico como moral y que realiza su tarea con nobleza y desprendimiento, tendrá oportunidad de entrar en contacto con esas diferentes categorías de entidades, y en esos contactos conseguirá identificarlas, distinguiéndolas unas de las otras, lo que por otra parte es de gran utilidad y conveniencia, entre otras razones por el hecho de quedar sabiendo a quién debe recurrir, en uno o en otro caso, según la naturaleza del problema para el cual necesite asistencia o consejo espiritual.

Para un asunto común, de la vida hogareña, por ejemplo, apelará para un asistente familiar, mientras que para una decisión ligada a la vida pública, se dirigirá al guía de su encarnación, y así por delante.
En los casos, por ejemplo, de molestias o de dificultades domésticas, son los asistentes familiares quienes intervienen, esclareciendo o señalando lo que conviene hacer.
En los casos de curas a distancia, realizadas en sesiones espiritas de centros o grupos, el operador invisible, responsable por el trabajo, no siempre examina directa o personalmente al enfermo sino que simplemente lanza la interrogación al asistente familiar, quien inmediatamente responde dando los esclarecimientos necesarios; además, es éste la mejor autoridad para hacerlo, porque está en continuo y perfecto contacto con el protegido, conoce todos los detalles de la cuestión y puede dar una información segura y precisa.
Solamente en los casos en que la interrogación hecha o la decisión a tomar escapa a los límites de sus atribuciones es que ellos mismos, los familiares, recurren a los guías de encarnación, que poseen mayor autoridad y saber, y que conocen, además de eso, las ligaciones kármicas de la vida actual del protegido que, casi nunca, son del conocimiento del asistente familiar.
Los familiares, protectores y guías, están ligados a la vida del individuo encarnado o porque lo pidieron, en virtud de razones afectivas, o porque recibieron tales tareas, para efecto de rescate kármico. Tienen, por tanto, el mayor interés en llevar a buen término sus misiones, aunque, en la mayoría de los casos encuentren dificultades en realizarlas por falta de comprensión, conocimientos espirituales, posibilidades de ligación, entendimiento, sensibilidad y fe de parte de los asistidos.

Es preciso, pues, por todos los medios, procurar contactos con los asistentes espirituales, ya que ellos representan para todos nosotros una preciosa fuente de esclarecimiento, consejo y ayuda. Pensando en ellos constantemente, nos estamos conectando; pidiendo su auxilio en los casos que superan nuestras fuerzas, nos estamos vinculando; mencionando a esas Entidades en las plegarias que hacemos diariamente, también nos estamos ligando a ellas; mas es necesario además de todo eso reservar, en nuestras labores cotidianas, algunos momentos para las meditaciones diarias, durante las cuales los procuramos con nuestros pensamientos y ajustamos con ellos, en un sincero y franco entendimiento mental, los asuntos más graves de nuestra vida y, con el auxilio de las inspiraciones que entonces recibimos, rectificamos nuestros rumbos.

Es sabido, como ya dijimos, que los asistentes no hacen nuestro trabajo, no cargan nuestro fardo, pues eso sería contrario a las leyes de la vida espiritual, entre otras razones, porque nos quitaría el mérito de la obra y destruiría el libre albedrío individual, que es una cosa sagrada; mas, simplemente nos orientan, nos aconsejan, estimulan e inspiran el procedimiento más acertado y conveniente.

Oírlos, pues, es tener prudencia; obedecerlos, es demostrar sabiduría.


Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Educación para el tránsito hacia un Mundo de Regeneración

Impresiones mentales y psíquicas

Atendamos a la respuesta de los Espíritus a la pregunta 383 -¿Cuál es, para el Espíritu, la utilidad de pasar por el estado de infancia?
  • “-Encarnándose el Espíritu con las miras de perfeccionarse, es más accesible, durante ese período, a las impresiones que recibe y que pueden ayudar a su progreso, al que deben contribuir los que están encargados de su educación”.

La psicología actualmente, a través de exhaustivas y continuadas investigaciones, ha registrado y confirmado la gran verdad de la influencia mental y psíquica de la madre y del padre así como de otros adultos sobre la mente de los hijos, en el período infantil. Las impresiones que en los Espíritus se plasman desde el primer día de vida, son los elementos psíquicos que irradian de las mentes de los padres, en el día a día de la vida familiar, en su compartir constante con los hijos. Esas impresiones psíquicas de los padres contribuirán al buen o mal desarrollo de la personalidad del niño, a su victoria o derrota en el futuro de su presente existencia, y quedarán como profundas influencias captadas y archivadas por el mundo mental del niño…

Formación de los buenos hábitos

El maestro Allan Kardec, nos presenta una importante apreciación sobre la Educación del Alma: “Hay un elemento, con el cual no se ha contado bastante y sin él, la ciencia económica no pasa de ser una teoría: la educación, no la educación intelectual, sino la educación moral, y tampoco la educación moral que enseñan los libros, sino la que consiste en el arte de formar el carácter, la que da los hábitos: porque la educación es el conjunto de hábitos adquiridos”. (El libro de los Espíritus, Allan Kardec, pregunta nº 685-a).
Este significativo texto, merece ser sometido a un minucioso análisis por parte de los estudiosos. Es preciso ir más allá de la superficialidad de la educación puramente intelectual del espíritu encarnado. Ante Jesús –nuestro Maestro y Señor–, trabajar únicamente la Educación Intelectual, incluso la religiosa, será de poca eficacia espiritual en el alma repleta de defectos morales, vicios, malos sentimientos y debilidad moral. Este concepto de Kardec presenta una perfecta síntesis de la Filosofía Espirita de la Educación.
Cuando proferimos principios y contenidos de la Doctrina y del Evangelio a niños y jóvenes, estamos trabajando únicamente con la Pedagogía de Instruir la inteligencia del niño. Permanecemos operando básicamente en el campo restringido de la inteligencia que, si bien es muy importante en la adquisición de conocimiento y cultura, sin embargo, no es todo en la educación de la personalidad, pues el Espíritu posee dos fuerzas centrales de evolución: inteligencia y corazón. Desarrollar bien la inteligencia eleva el ser al ápice de la Cultura, la Convicción y el Saber. Desarrollar el corazón eleva el espíritu a la práctica del Amor, de la Virtud, de la Sabiduría, del Buen Carácter y de la Caridad Verdadera.
Estas dos áreas de la educación del alma tienen diferentes actuaciones y resultados sobre la inteligencia y el corazón espiritual.
Cuando el Codificador Allan Kardec, nos dice con convicción que la Educación es aquella “que crea hábitos pues la educación es el conjunto de los hábitos adquiridos”, entonces, está queriendo decir que no solo crea hábitos, sino que también permite la consolidación del conjunto de hábitos adquiridos. Si los hábitos son el elemento más importante para evaluar la educación moral en el alma de un niño, entonces llegaremos a la conclusión de que, en el campo de la Educación del niño, debemos preocuparnos en eliminar los malos hábitos y mejorar o perfeccionar los buenos hábitos en el espíritu del mismo.
Las cualidades del corazón, en el alma de un niño, se pueden conocer e investigar, evaluar y corregir, ayudar y educar en el ambiente afectivo y espiritual del hogar. Este es el lugar donde el niño y el joven viven integralmente y presentan, sin evasión y sin falsedad, sus buenas o malas cualidades internas, exigiendo el verdadero trabajo de educación moral del corazón y del carácter. Según el Codificador, el termómetro para medir la educación moral de un niño es “el conjunto de los hábitos adquiridos”. Con esta definición, se deduce que Educación no es el “conjunto de conocimientos adquiridos”. La verdadera educación de cualquier niño es lo que se logra trabajar con sus deseos, emociones, voluntad, libre albedrío, libertad, e intereses, estimulando todas las fuerzas de su espíritu para la práctica del Bien, del Amor, de la Caridad, de la Fraternidad, de todas las Virtudes. Solamente desarrollando la práctica de los Buenos Hábitos en alguien, desde sus primeros años, conseguiremos promover la felicidad en cualquier persona y, por la Ley Divina del Mérito, nos haremos mucho más felices aun. Nuestros hijos necesitan creer, de corazón, en la Gran Ley de Amor Universal.

Texto extraído del Anuario Espirita 2013

AMOR FRATERNAL

sábado, 30 de noviembre de 2013

Los infortunios ocultos

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec

Capitulo XIII: NO SEPA TU MANO IZQUIERDA LO QUE DA TU DERECHA

4. En las grandes calamidades, la caridad se conmueve y se ven generosos rasgos para reparar los desastres; pero al lado de esos desastres generales, millares de desastres particulares hay que pasan desapercibidos, como personas que yacen sobre inmundicias sin quejarse. Estos son aquellos infortunios prudentes y ocultos que la verdadera generosidad sabe descubrir sin esperar que vengan a pedir asistencia.

¿Quién es esa mujer de maneras distinguidas, que va con sencillez aunque cuidada, seguida de una joven vestida también modestamente? Entra en una casa de sórdida apariencia, en la que es conocida sin duda, porque en la puerta la saludan con respeto. ¿Dónde va? Sube hasta la bohardilla, y allí yace una madre de familia en una cama, rodeada de sus hijos; a su llegada, la alegría brilla en aquellas caras demacradas; es que va a calmar todos sus dolores; lleva consigo lo necesario, sazonado con dulces y consoladoras palabras, que hacen aceptar el bien sin vergüenza, porque estos desgraciados no son pordioseros de profesión; el padre está en el hospital, y durante este tiempo, la madre no puede acallar a todas las necesidades. Gracias a ella, esos pobres niños no sufrirán frío ni hambre, irán a la escuela bien abrigaditos, y el seno de la madre no se agotará para los más pequeños. Si hay uno de ellos enfermo, ningún cuidado material le repugnará. De allí se va al hospital a llevar al padre algunos consuelos y tranquilizarle sobre la suerte de su familia. Al extremo de la calle espera un carruaje, verdadero almacén de todo lo que ella lleva a sus protegidos, que visita sucesivamente; no les pregunta por su creencia ni por su opinión, porque para ella todos los hombres son hermanos e hijos de Dios. Concluido su paseo, se dice: He empezado bien mi jornada. ¿Cuál es su nombre? ¿dónde vive? Nadie lo sabe; para los desgraciados es un nombre que nada descubre, pero es el ángel de consuelo, y por la noche un concierto de bendición se eleva por ella hacia el Creador; católicos, judíos, protestantes, todos la bendicen.

¿Por qué ese porte tan sencillo? Es porque no quiere insultar a la miseria con su lujo. ¿Por qué se hace acompañar por su joven hija? Para enseñarle cómo se debe practicar la beneficencia. Su hija hace también caridad, pero su madre la dice: "¿Qué puedes dar tú, hija mía, si no tienes nada tuyo? Si yo te entrego alguna cosa para pasar a la mano de los otros, ¿qué mérito tendrás? En realidad seré yo la que haré la caridad, y tú la que tendrás el mérito; esto no es justo. Cuando vamos a visitar a los enfermos, tú me ayudas a asistirlos; pues el procurarles cuidados, ya es dar alguna cosa.
¿No te parece esto suficiente? Nada hay más sencillo; aprende a hacer obras útiles confeccionando vestidos para estos niños, de este modo tú darás alguna cosa que te pertenezca". Este es el modo como esa madre, verdaderamente cristiana, forma a su hija según la práctica de las virtudes enseñadas por Cristo. ¿Es espiritista? ¡Qué importa que no lo sea!
Para la sociedad, es la mujer del mundo, porque su posición lo exige; pero se ignora lo que hace, porque no quiere otra aprobación que la de Dios y su conveniencia.

Sin embargo, una circunstancia imprevista conduce un día a su casa a uno de sus protegidos que le devolvía la labor; éste la reconoció y quiso bendecir a su protectora. "¡Chitón!, le dijo; no lo digas a nadie". Así hablaba Jesús.

Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL

jueves, 21 de noviembre de 2013

Enemigos desencarnados

El Evangelio según es Espiritismo

Allan Kardec

Capitulo XII: AMAD A VUESTROS ENEMIGOS

5. El espiritista tiene aún otros motivos de indulgencia para con sus enemigos.
En primer lugar, sabe que la maldad no es el estado permanente de los hombres; que es una imperfección momentánea, y de que de la misma manera que el niño se corrige de sus defectos, el hombre malo reconocerá un día sus malas obras y se volverá bueno.

Sabe también que la muerte sólo le libra de la presencia material de su enemigo, pero que éste puede perseguirle con su odio aun después de haber dejado la tierra; que de este modo la venganza no consigue su objeto, sino que, al contrario, tiene por efecto el producir una irritación más grande y que puede continuarse de una existencia a otra.
Pertenecía al Espiritismo probar por la experiencia y la ley que rige las relaciones del mundo visible con el mundo invisible, por la expresión "Ahogar en sangre la ira", es radicalmente falsa y que la verdad es que la sangre conserva a el odio hasta más allá de la tumba, dando, por consiguiente, una razón de ser efectiva y una utilidad práctica del perdón y a la sublime máxima de Cristo: "Amad a vuestros enemigos". No hay corazón, por perverso que sea, que no se conmueva con los buenos procederes, aun sin darse cuenta de ello; con los buenos procederes se quita, por lo menos, todo pretexto de represalias; de un enemigo puede hacerse un amigo antes y después de la muerte. Con los malos procederes se le irrita, y "entonces es cuando él mismo sirve de instrumento a la justicia de Dios para castigar al que no ha perdonado".

6. Pueden, pues, tenerse enemigos entre los desencarnados y entre los encarnados; los enemigos del mundo invisible, manifiestan su malevolencia por las obsesiones y las subyugaciones, a las que están sujetas tantas gentes, y que son una variedad en las pruebas de la vida; tanto estas pruebas como las otras ayudan al adelantamiento y deben ser aceptadas con resignación y como consecuencia de la naturaleza inferior del globo terrestre; si no hubiese hombres malos en la tierra no habría tampoco espíritus malos a su alrededor. Si, pues, debemos indulgencia para con los enemigos encarnados, debe tenerse la misma para con los que están desencarnados.

En otro tiempo se sacrificaban víctimas sangrientas para apaciguar a los dioses infernales, que eran los espíritus malos. A los dioses infernales han sucedido los demonios, que son la misma cosa. El Espiritismo viene a probar que esos demonios no son más que las almas de los hombres perversos que aun no se han despojado de los instintos materiales: "que no se apaciguan sino por el sacrificio de su odio, es decir, por la caridad"; que la caridad no tiene sólo por efecto el impedir que hagan el mal, sino el de conducirles al camino del bien y contribuir a su salvación. Así es que la máxima: "Amad a vuestros enemigos", no está circunscrita al círculo estrecho de la tierra y de la vida presente, sino que entra en la grande ley de la solidaridad y de la fraternidad universal.

Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Advenimiento del Espíritu de Verdad

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec

Capitulo VI: EL CRISTO CONSOLADOR

6. Vengo a enseñar y a consolar a los pobres desheredados; vengo a decirles que eleven su resignación al nivel de sus pruebas; que lloren, porque el dolor fue consagrado en el Huerto de los Olivos; pero que esperen, porque los ángeles consoladores vendrán también a enjugar las lágrimas.

Trabajadores, trazad vuestro surco; por la mañana continuad el trabajo rudo de la víspera; el trabajo de vuestras manos proporciona el pan terrestre a vuestro cuerpo, pero vuestras almas no están olvidadas: y yo, el divino jardinero, las cultivo en el silencio de vuestros pensamientos. Cuando haya sonado la hora del descanso, cuando el estambre se escape de vuestras manos y cuando vuestros ojos se cierren a la luz, sentiréis brotar y germinar en vosotros mi preciosa semilla. Nada se pierde en el reino de mi Padre, y vuestros sudores y vuestras miserias forman el tesoro que debe haceros ricos en las esferas superiores, en donde la luz reemplaza a las tinieblas y en donde el más desnudo de vosotros puede que sea el más radiante de luz.

En verdad os digo, que los que llevan su carga y socorren a sus hermanos, son mis muy amados: instruíos en la preciosa doctrina que disipa el error de las revoluciones y que os enseña el objeto sublime de la prueba humana. Así como el viento barre el polvo, que el soplo de los espíritus disipe los celos contra los ricos del mundo, que a menudo son muy miserables, porque sus pruebas son más peligrosas que las vuestras.
Estoy con vosotros, y mi apóstol os enseña. Bebed en el manantial vivo del amor, y preparaos, cautivos de la vida, a lanzaros un día libres y alegres en el seno del que os ha creado débiles para haceros perfectibles, y quiere que vosotros mismos modeléis vuestra blanda arcilla a fin de que seáis los artífices de vuestra inmortalidad. (El Espíritu de Verdad. París, 1861.)

8. Dios consuela a los humildes y da fuerza a los afligidos que se la piden. Su poder cubre la tierra, y en todas partes al lado de una lágrima, hay un bálsamo que consuela. El sacrificio y la abnegación son una continua oración y encierran una enseñanza profunda: la sabiduría humana reside en esas dos palabras. Que todos los espíritus que sufren puedan comprender esta verdad, en vez de clamar contra los dolores y los sufrimientos morales que son vuestro lote en la tierra. Tomad, pues, por divisa, estas dos palabras: "sacrificio y abnegación", y seréis fuertes, porque ellas resumen todos los deberes que imponen la caridad y la humildad. El sentimiento del deber cumplido os dará el reposo del espíritu y la resignación. El corazón late mejor, el alma se calma y el cuerpo no desfallece: porque el cuerpo sufre tanto más cuanto el espíritu está más profundamente herido. (El Espíritu de Verdad. Havre, 1863.).

AMOR FRATERNAL

martes, 19 de noviembre de 2013




"Las civilizaciones y los pueblos, las culturas y las experiencias constituyen formas de pensamiento por medio de las cuales evolucionamos incesantemente hacia las esferas más altas.
Preocupémonos, pues, de la obligación del auto-perfeccionamiento. Sin comprensión y sin bondad nos hermanaremos con los hijos desventurados de la rebeldía.
Sin estudio y sin observación nos contaremos indefinidamente entre los infortunados exponentes de la ignorancia.
Amor y sabiduría son las alas con las que realizaremos el vuelo definitivo rumbo a la perfecta comunión con el Padre Celestial.
Escalemos el plano superior, instalando pensamientos sublimes en aquellos que nos rodean.
La palabra aclara. El ejemplo arrastra. Ajustémonos al Evangelio redentor.
Cristo es la meta de nuestra renovación. Regenerando nuestra existencia según las enseñanzas de Él, reestructuraremos la vida íntima de aquellos que nos rodean."

En los dominios de la mediumnidad - Chico Xavier

lunes, 18 de noviembre de 2013

En servicio Espiritual

En los dominios de la Mediumnidad

Chico Xavier

Capitulo 14

Nos alejábamos de la institución cuando el marido desencarnado de doña Celina, cuya presencia registramos en el curso de la reunión, se aproximó a nosotros.
Demostraba conocer a nuestro orientador, porque se detuvo a nuestro lado y exclamó:
  • Mi querido asistente, por favor…

Áulus nos presentó al nuevo amigo:
  • Es nuestro hermano Abelardo Martins. Fue el esposo de nuestra colaboradora Celina y se viene adaptando a nuestra organización de trabajo.

Reconocimos en seguida que Abelardo no era una entidad de lo más cultivada.
Las maneras y la voz revelaban el estado espiritual de un ser bastante arraigado a los hábitos terrestres.
  • Mi querido asistente –continuó con inquietud–, vengo a pedirle auxilio en favor de Liborio. El socorro del grupo mejoró su disposición, pero ahora es la mujer la que empeoró, persiguiéndole...
  • Ya sé –dijo el orientador con buena voluntad–, con todo, es importante que Celina nos ayude.

Y acariciando sus hombros, concluyó:
Vuelva con su compañera, y tan pronto se aleje Celina del cuerpo bajo la influencia del sueño, venga en su compañía a fin de que podamos estar juntos unos momentos. Les aguardamos en el parque contiguo.
El interlocutor se alejó contento, mientras penetrábamos en una enorme plaza poblada de árboles. Nos detuvimos a la espera de los compañeros, y aprovechando esos minutos
Áulus se refirió a la petición recibida.
Abelardo se interesaba por Liborio dos Santos, el primer comunicante de aquella noche que había sido auxiliado por intermedio de doña Eugenia.
Y extendiéndose con las explicaciones, nos informó que el esposo de doña Celina deambuló desesperado por largo tiempo.
En su vida terrena fue un hombre temperamental y no se resignó de inmediato a los imperativos de la muerte. Colérico y obstinado, desencarnó muy pronto a raíz de los excesos que minaron su fuerza orgánica. Intentó en vano obsesionar a su esposa, cuya ayuda reclamaba como si fuera su simple sirvienta.

Reconociéndose incapaz de vampirizarla, estuvo durante algunos años en los dominios de las sombras, entre espíritus rebeldes e irrespetuosos, hasta que las oraciones de su compañera, ayudadas por la intercesión de muchos amigos, consiguieron disuadirle y hacerle cambiar de actitud.
Se doblegó, por fin, ante la evidencia de los hechos.
Reconoció lo impropio de la intemperancia mental en la que se complacía, y luego de ser preparado convenientemente por el grupo de amigos que acabábamos de dejar, fue admitido en una organización de socorro en la que pasó a servir como cuidador de hermanos desequilibrados.
Tan pronto como el asistente completó la rápida biografía, Hilario consideró con curiosidad:
  • El caso de Abelardo nos suscita indagaciones interesantes... Por ejemplo, ¿continuará unido a su esposa?
  • Sí –explicó el orientador–, el amor entre ambos tiene profundas raíces en el pasado.

  • ¿Pese a la diferencia que hay entre ellos?
  • ¿Por qué no? ¿Acaso el Padre Celestial deja de amarnos pese a las faltas en que incurrimos en nuestras vidas?

  • Realmente –convino mi colega un tanto contrariado– este argumento es indiscutible. Sin embargo, ¿Abelardo se volvió a unir a su mujer?
  • En efecto. En ella encontró un valioso incentivo para el trabajo de auto recuperación, al que se halla entregado.

  • Pero, en su condición de espíritu desencarnado, ¿llega a compartir el templo hogareño?

Tanto como le es posible. Por haber descendido considerablemente en la indisciplina y la perturbación, todavía sufre las consecuencias desagradables del desequilibrio al que se entregó, por lo cual el hogar terreno, con la ternura de la esposa, es el mayor paraíso que podrá merecer por ahora. Diariamente se entrega a un arduo servicio en la obra de asistencia a los compañeros dementes, pero descansa, siempre que es oportuno, en el nido familiar, junto a su compañera.
Una vez por semana le acompaña en el culto íntimo de la oración, es su firme colaborador en los trabajos mediúmnicos, y todas las noches en que se sienten favorecidos por las circunstancias se dedican ambos al trabajo de auxilio a los enfermos. No fueron solamente cónyuges, según las disposiciones de la carne. Son infinitamente amigos, y Abelardo ahora procura aprovechar el tiempo saldando sus deudas y soñando con recibir a la esposa con nuevos títulos de elevación cuando Celina reingrese nuevamente a la patria espiritual.
  • Esto, sin embargo ¿es común? ¿La separación de los matrimonios es solamente imaginaria?

Un caso no hace la regla –ponderó el asistente con buen humor. Donde no prevalece la afinidad del afecto, el matrimonio terrestre es una tarea de redención, y nada más. En la mayoría de las uniones la muerte del cuerpo sólo ratifica una separación que ya existía en la vida en común. En esos casos, el cónyuge que abandona la envoltura física se retira de la prueba a la que se sometió, a la manera del deudor que alcanzó la paz con el pago realizado. No obstante, cuando los lazos que unen a las almas perviven, las emociones de la jornada humana y aun cuando haya un segundo casamiento la comunión espiritual continúa, sublime, con un dulce y constante intercambio de vibraciones y pensamientos.
Hilario reflexionó durante algunos instantes, y conjeturó:
  • Es cierto. La travesía de la tumba impone al espíritu singulares modificaciones...

Cada viajero en su camino, cada corazón con su problema...
  • ¡Bienaventurados los que se renuevan con el bien! –exclamó Áulus con satisfacción. El verdadero amor es lo sublime en marcha a través de la renuncia. Quien no supiera renunciar en favor de la alegría del ser amado, sin duda sabrá querer con entusiasmo y cariño, mas no estará en condiciones de coronarse con la gloria del amor puro. Después de la muerte habitualmente aprendemos, con el sacrificio de nuestros propios sueños, la ciencia de amar, no según nuestros deseos, sino de conformidad con la Ley del Señor: madres obligadas a desamparar a sus hijitos para entregarlos a las pruebas que ellos necesitan, padres que se ven impelidos a cambiar los proyectos de protección a la familia, esposas constreñidas a entregar sus maridos a otras almas hermanas, esposos que son forzados a aceptar la colaboración que se les ofrece a sus compañeras para hacer frente a la vida, contrayendo segundas nupcias y viviendo en el propio hogar que ellos tuvieron que abandonar... Todo esto lo encontramos en las cercanías de la Tierra. La muerte es un convite al entendimiento fraterno... y cuando no aceptamos tal desafío, el sufrimiento es la consecuencia ineludible que tenemos a pasar...

Y con amplia sonrisa, agregó:
  • Cuando el amor no sabe dividirse, la felicidad no consigue multiplicarse.

La conversación proseguía interesante y animada, cuando Celina y Abelardo llegaron hasta nosotros.
Venían reconfortados, felices.
En compañía de su esposa, el nuevo amigo parecía más alegre y radiante, como si absorbiese su vitalidad y su ánimo.
Noté que Hilario, por la expresión de su fisonomía, traía consigo un nuevo mundo de preguntas por formular.
Con todo, Áulus advirtió:
  • ¡Sigamos! Es necesario actuar con rapidez.

Al poco tiempo penetramos en una nebulosa región, dentro de la misma noche. Los astros desaparecieron ante nuestros ojos.
Tuve la impresión de que un gas alquitranado era el elemento preponderante en aquel ambiente.
Oíamos alrededor nuestro sollozos e imprecaciones, pero la pequeña lámpara que Abelardo ahora empuñaba, auxiliándonos, no nos permitía observar más que el camino estrecho que debíamos recorrer.
Pasados algunos minutos de marcha alcanzamos una construcción mal iluminada, en la que varios enfermos se alojaban bajo la asistencia de enfermeros atentos.
Entramos.
Áulus explicó que estábamos en un hospital de emergencia, de los muchos que se hallan en las regiones purgatorias.
Todo era pobreza, necesidad, sufrimiento...
  • Este es mi actual templo de trabajo –nos dijo Abelardo, orgulloso de ser allí una pieza importante en la máquina de servicio.

El hermano Justino, director de la institución, vino hacia nosotros a cumplimentarnos. Pidió excusas por no serle posible acompañarnos. La casa estaba llena de psicópatas desencarnados y no podía, por tal motivo, detenerse en su labor
asistencial.
Nos dio, sin embargo, permiso para actuar con plena libertad. La desarmonía era realmente tan grande en el local, que no pude disimular mi espanto. ¿Cómo pensar en lograr una mejoría en un medio atormentado como ése?
El asistente me esclareció diciéndome:
  • André, este lugar es un refugio para desesperados.

Según la reacción que tengan son conducidos, de inmediato, a establecimientos de recuperación positiva o bien regresan a los ámbitos de aflicción de los que proceden. Aquí sólo pasan un pequeño período de recuperación. Llegamos al sencillo lecho en el que Liborio, de mirada vidriosa, se mostraba como ausente y sin ningún interés por nuestra presencia.
Nos miraba indiferente.
Mostraba el semblante de los locos, cuando éstos se hallan transfigurados por ocultas flagelaciones. Uno de los guardias vino hacia nosotros y le comunicó a Abelardo que el enfermo llevado para internarse denotaba una creciente angustia.
Áulus lo revisó paternalmente, y en seguida informó:
  • El pensamiento de la hermana encarnada que nuestro amigo vampiriza está con él, atormentándole. Se hallan ambos sintonizados en la misma onda. Es un caso de persecución recíproca. Los beneficios recogidos en el grupo son ahora perjudicados por las sugestiones que le son dirigidas desde lejos.
  • Tenemos en este caso, entonces –alegué– un símil exacto de lo que verificamos comúnmente en la Tierra en los sectores de la mediumnidad torturada.

Hay médiums que, aliviados de los vejámenes que reciben de entidades inferiores, de inmediato reclaman su presencia y se unen nuevamente a ellas automáticamente, pese a nuestro más saludable propósito por liberarlos radicalmente.
  • Sí –aprobó el orientador– mientras no modifiquen sus disposiciones espirituales, creando el hábito de nuevos y nobles pensamientos, estarán sometidos a un régimen de mutua esclavitud, en el que obsesores y obsesados se nutren con sus energías recíprocamente. Temen la separación por los hábitos comunes y arraigados que los asoció, según los principios de afinidad, y de ahí vienen los impedimentos para la doble recuperación que les deseamos.

El enfermo se mostraba más angustiado, más pálido.
Parecía estar soportando una tempestad interior, pavorosa e incontenible.
  • Todo indica la aproximación de la hermana que se apoderó de su mente.

Nuestro compañero se revela más dominado, más afligido...
No acababa el orientador de formular su pronóstico cuando la pobre mujer, desligada del cuerpo físico por efecto del sueño, apareció delante de nosotros reclamando con ferocidad:
  • ¡Liborio! ¡Liborio! ¿Por qué te ausentaste? ¡No me abandones! ¡Regresemos a nuestra casa! ¡Escúchame, escúchame!...
  • ¿Qué vemos? –exclamó Hilario, intrigado. ¿No es esta la criatura a quien en el servicio de esta noche se le trató de aislar de malas influencias?
Y como el orientador respondiera de modo afirmativo, mi colega continuó:
  • ¡Dios de bondad! Pero ¿no está ella interesada en el restablecimiento de su propia salud? ¿No ha pedido socorro a la institución que frecuenta?
  • Esto es lo que ella juzga querer –explicó Áulus con diligencia– sin embargo, en lo íntimo se alimenta con los fluidos enfermizos del compañero desencarnado y se apega a él instintivamente. Millares de personas son así. Padecen enfermedades de variados matices, y a ellas se adaptan por espíritu de comodidad y por no demandarles eso el menor esfuerzo. Se consideran desgraciadas y sufrientes, pero cuando se les retira la molestia que les afectaba se sienten vacías y extrañas, presentando síntomas e impresiones con los que evocan las enfermedades, haciendo que éstas se expresen nuevamente bajo distintas manifestaciones, contribuyendo así a sostener su condición de víctimas, en la cual se complacen. Esto sucede en la mayoría de los casos de obsesión. Encarnados y desencarnados se unen los unos a los otros ligados por una vigorosa fascinación mutua, hasta que ellos mismos renueven los objetivos de su vida mental.

Es por ese motivo que, en muchas ocasiones, los dolores graves están llamados a actuar sobre los dolores leves con el fin de despertar en las almas depravadas ese género de sustituciones y reformas de lo inferior.
En ese momento la recién llegada consiguió acercarse más a Liborio, quien demostró una visible satisfacción. Sonreía él, ahora, igual que una criatura contenta.
Reconociendo, sin embargo, la presencia de doña Celina, la infeliz gritó, colérica:
  • ¿Quién es esta mujer? ¿Quién es?...

Nuestra abnegada amiga avanzó hacia ella con humildad y le imploró:
  • ¡Hermana mía, cálmese! ¡Liborio está fatigado, enfermo! ¡Ayudémosle a descansar!...

La interlocutora no soportó su mirada dulce y benigna, y luego de reconocer a la servicial médium del grupo con el que se había relacionado, cegada por los celos le gritó al enfermo palabras amargas, imposibles de reproducir, abandonando el recinto en desenfrenada carrera.
Liborio mostró una evidente contrariedad. Áulus, con todo, le aplicó pases, con los que le restituyó la calma.
En seguida, el asistente nos dijo con cariño:
  • Como vemos, la Bondad Divina es tan grande que hasta nuestros sentimientos poco dignos son aprovechados en nuestro propio bien. El despecho y alejamiento de la visitante al encontrar a Celina junto al enfermo, nos dará una tregua valiosa, de modo que tendremos algún tiempo para auxiliarlo con unas reflexiones necesarias. Cuando despierte en su cuerpo carnal por la mañana, nuestra pobre amiga recordará vagamente haber soñado con Liborio junto a una compañera, pintando de ello un cuadro con impresiones que se imagine a voluntad, por cuanto cada mente ve en los demás aquello que ella misma lleva en si.

Abelardo estaba satisfecho. Acariciaba al enfermo, previendo su mejoría.
Hilario expresó con admiración:
  • Lo que me asombra, es reconocer el servicio incesante por todas partes. En la vigilia y en el sueño, en la vida y en la muerte...

Respondiendo Áulus, con una sonrisa:
  • Sí, la inercia es simplemente una ilusión y la pereza es una fuga que la Ley castiga con las aflicciones que conlleva tal atraso.

Nuestra tarea había sido cumplida, por lo cual había llegado el momento de retirarnos.
Después de unos minutos, al despedirnos, nos prometió el asistente que nos volveríamos a encontrar la noche siguiente para continuar con nuestras observaciones.

Continuará...

El que tenga ojos para ver que vea... el mundo espiritual se esfuerza por darnos todas las herramientas necesarias para poder despertar nuestra conciencia, nuestra esencia adormecida y así poder comenzar a transitar la vida que el propósito real que esta tiene.

AMOR FRATERNAL