Asistencia Fraterna
Manoel Philomeno de Miranda
Suely Caldas Schubert
Según el diccionario “Aurelio”, empatía quiere decir: sentir lo que se
sentiría en el caso de que estuviese en la situación y circunstancia
experimentadas por otra persona.
La palabra empatía viene de einfühlung; término usado por psicólogos
alemanes, que significa, literalmente, “sentir dentro”. Es derivada del griego pathos que quiere decir sentimiento
fuerte y profundo semejante al sufrimiento y teniendo como prefijo la preposición
in.
Difiere de simpatía que exprime
“sentir con”. La empatía es un estado de identificación más profundo de la
personalidad, a tal punto en que una persona se sienta “dentro de la otra”
personalidad. Es en esta identificación que el verdadero entendimiento entre
las personas puede ocurrir.
El primer paso para que la
persona alcance esa condición de empatía es la simpatía, o sea, sentir con.
De esta forma, el Asistente Fraterno debe tener facilidad de simpatizar con las
personas, de sentir con cada una los
sufrimientos y dificultades que atraviesan, y, sentirse solidario.
La empatía denota un estado más
avanzado y se puede decir que es la esencia del amor. Sólo aquel que ama al
prójimo tiene la capacidad de “sentir dentro”, esto es, de filtrarse en el mundo
de los sentimientos ajenos y captarles el mensaje silencioso, las llamadas, la
búsqueda, y, en profunda donación, transmitir la palabra acertada, envuelta de
ese amor desinteresado y tierno que trasciendo al entendimiento común.
Empatía es disposición para
trascender las limitaciones del tiempo (“yo tengo tiempo para oírte”) y los
propios contenidos emocionales, personales del asistente (“yo me pongo a su
disposición y, en ese momento, usted es la persona más importante y sus problemas
son el centro de mi interés”). Es aún la garantía de que el contenido de las declaraciones
sea absolutamente sigilosas, pero más trágicas que sean, porque significa la
verdad de quien habla, verdad esa muchas veces dolorosa, terrible o agresiva.
La persona empática es aquella que consigue, o se esfuerza para conseguir
evitar que sus principios y valores interfieran en la declaración de quien
habla, permitiendo que ésta sea integral, alcanzando, de esta forma, el objetivo
del Asistente Fraterno, que es el de ofrecer espacio, tiempo, atención y amor
fraternal para que el otro se libere, lo más posible, de sus contenidos
emocionales negativos.
Alfredo Adler se expresa así
sobre la empatía:
“La empatía ocurre en el
momento en que un ser humano habla con el otro. Es imposible comprender a otro
individuo si no fuese posible, al mismo tiempo, identificarse con él… Si
buscamos el origen de esa capacidad de actuar y sentir como si fuésemos otra persona,
iremos a encontrarla en la existencia de un sentimiento social innato. En
realidad, ella es un sentimiento cósmico y un reflejo del encadenado de todo el
cosmos que vive en nosotros. Es una característica inevitable del ser humano.”
La capacidad de empatizar denota madurez espiritual, que
es progresivo y se desarrolla, cada vez más, exactamente proporcional a la
medida en que la persona profundiza su disposición de amar al prójimo y, en
último análisis, la vida en todas sus formidables expresiones.
La Doctrina Espírita abre
perspectivas ilimitadas en esa área, invitando al individuo a ejercer la
caridad plena, tal como señala la pregunta 886 de El Libro de los Espíritus, cuando los Instructores de la Vida Superior aleccionan que la verdadera
caridad consiste en la “benevolencia para
con todos, indulgencia para con las imperfecciones ajenas y perdón de las
ofensas.”