El Evangelio según el Espiritismo
Allan Kardec
CAPÍTULO III: Hay muchas moradas en la casa de mi padre
INSTRUCCIONES
DE LOS ESPÍRITUS:
8. La clasificación de mundos inferiores y
mundos superiores es más bien relativa que absoluta, porque un mundo es
inferior o superior con relación a los que están encima o debajo de él en la
escala progresiva.
Tomando la tierra como un punto de comparación,
podemos formarnos una idea del estado de un mundo inferior, suponiendo al
hombre en el grado de las razas salvajes o de las naciones bárbaras que aun se
encuentran en su superficie, y que son restos de su estado primitivo.
En los mundos más atrasados los seres que
los habitan son de algún modo rudimentarios; tienen la forma humana, pero sin ninguna hermosura; los instintos
no están templados por ningún sentimiento de delicadeza ni de benevolencia, ni
por las nociones de lo justo y de lo injusto, la única ley es allí la fuerza
brutal. Sin
industria y sin invenciones, los habitantes emplean su vida en conquistar su
alimentación. Sin embargo, Dios no abandona ninguna de sus criaturas: en el
fondo de las tinieblas de la inteligencia yace latente la vaga intuición de un
Ser supremo, más o menos desarrollada. Este instinto basta para hacer que unos
sean superiores a otros, preparando su aparición a una vida más completa,
porque éstos no son seres degradados, sino niños que crecen.
Entre estos grados inferiores y los más
elevados, hay innumerables escalones, y entre los espíritus puros
desmaterializados y resplandecientes de gloria con dificultad se reconocen
aquellos que animaron esos seres primitivos, de la misma manera que en el hombre
adulto es difícil reconocer el embrión.
9. En los mundos llegados ya al grado
superior, las condiciones de la vida moral y material son muy diferentes, lo
mismo que en la tierra.
La forma del cuerpo es siempre, como en
todas partes, la forma humana pero embellecida, perfeccionada, y sobre
todo, purificada. El cuerpo allí nada tiene de la materialidad terrestre, y por
consiguiente no está sujeto, ni a las necesidades ni a las enfermedades, ni a
los deterioros que engendra el predominio de la materia; los sentidos más
exquisitos tienen percepciones que en la tierra embotan lo grosero de los
órganos; la
ligereza específica de los cuerpos hace la locomoción rápida y fácil: en vez de
arrastrarse penosamente por el suelo, se deslizan, digámoslo así, por la
superficie, o se suspenden en la atmósfera sin otro esfuerzo que el de la
voluntad, así es como se pintan los ángeles y como los antiguos representaban
los manes en los Campos Elíseos. Los hombres conservan a su gusto las facciones
de sus existencias pasadas, y aparecen a sus amigos tales como les conocieron;
pero iluminados por una luz divina y transformados por las impresiones
interiores, que son siempre elevadas. En vez de rostros deslucidos, demacrados
por los sufrimientos y las pasiones, la inteligencia y la vida irradian con ese
esplendor que los pintores han traducido por diadema o aureola de los santos.
La poca resistencia que ofrece la materia a los espíritus ya muy
avanzados, hace que el desarrollo de los cuerpos sea rápido y la infancia corta
o casi nula; la vida exenta de cuidados y de congojas, es proporcionalmente mucho
más larga que en la tierra.
En principio la longevidad está proporcionada al grado de adelantos de los
mundos. La muerte no tiene ninguno de los horrores de la
descomposición: lejos de ser un motivo de espanto, es considerada como una
transformación feliz, porque allí no existe la duda sobre el porvenir. Durante la vida, no estando el alma
encerrada en una materia compacta, irradia y goza de una lucidez que la pone en
un estado casi permanente de emancipación, y permite la libre transmisión del
pensamiento.
10. En esos mundos felices, las relaciones de
pueblo a pueblo, siempre amistosas, nunca se turban por la ambición de
esclavizar a su vecino, ni por la guerra, consecuencia de aquélla. Allí no hay
ni amos, ni esclavos, ni privilegiados por nacimiento; la superioridad moral e
inteligente es la única que establece la diferencia de condición y da la
supremacía. La autoridad es siempre respetada, porque sólo se da al mérito y porque
siempre se ejerce con justicia.
El
hombre no procura elevarse sobre el hombre, sino sobre sí mismo,
perfeccionándose;
y este deseo incesante no es un tormento, sino una noble ambición que le hace
estudiar con ardor para llegar a igualarles. Todos los sentimientos
tiernos y elevados de la naturaleza humana se encuentran allí aumentados y
purificados; los
enconos, los celos mezquinos y las bajas codicias de la envidia son
desconocidas; un lazo de amor y fraternidad reúne a
todos los hombres, y los más fuertes ayudan a los más débiles. Poseen más o menos según lo que han adquirido por su
inteligencia, pero nadie sufre por falta de lo necesario, porque nadie está
allí por expiación; en una palabra, el mal no existe.
11. En vuestro mundo tenéis necesidad del mal
para sentir el bien, de la noche para admirar la luz, de la enfermedad para
apreciar la salud;
allí no son necesarios esos contrastes; la eterna luz,
la eterna hermosura, la eterna calma procuran una eterna alegría el contacto de
los malos que no tienen entrada.
Esto que no turban ni las angustias de la vida material, ni es lo que
difícilmente comprende el espíritu humano; ha sido ingenioso para pintar los
tormentos del infierno, pero nunca ha podido representarse los goces del cielo;
¿y por qué?; porque siendo inferior sólo ha sufrido penas y miserias y no ha
entrevisto los esplendores celestes; sólo puede hablar de lo que conoce; pero a
medida que se eleva y purifica, se esclarece el horizonte y comprende el bien
que está delante de si, así como ha comprendido el mal que se ha dejado detrás.
12. Sin
embargo, esos mundos afortunados no son mundos privilegiados porque Dios no
tiene parcialidades para ninguno de sus hijos; da a todos los mismos derechos y
las mismas facilidades para llegar a ellos, a todos los hace partir de un mismo
punto, y no dota a unos más que a otros; los primeros puestos
son accesibles a todos; a ellos corresponde el conquistarlos por medio del trabajo;
a ellos corresponde alcanzarlos lo más pronto posible, o languidecer durante
siglos y siglos en lo más bajo de la humanidad. (Resumen de la
enseñanza de todos los espíritus superiores).
AMOR FRATERNAL
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