El libro de los Espíritus
Libro Segundo: MUNDO ESPIRITISTA O DE LOS ESPÍRITUS
Capitulo VII: REGRESO A LA VIDA CORPORAL
I.- Preludios del regreso
330 a. La reencarnación ¿es, por tanto, una necesidad de la vida espírita, de igual manera que la muerte constituye una necesidad de la vida corporal?
- Con toda seguridad, así es.
- Los hay que no piensan en modo alguno en ella, y que inclusive no la comprenden. Esto depende de su naturaleza más o menos adelantada. Para algunos, la incertidumbre en que se encuentran respecto del futuro es una punición.
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333. Sin un Espíritu se sintiera lo bastante satisfecho en una situación media entre los Espíritus errantes y no tuviera ambición de ascender, ¿podría prolongar ese estado en forma indefinida?
- No, indefinidamente no. El adelanto representa una necesidad que tarde o temprano el Espíritu experimenta. Todos deben ascender, puesto que tal es su destino.
- El Espíritu se designa siempre con anterioridad. Al aceptar la prueba que desea sufrir, el Espíritu pide encarnarse. Y Dios, que ve y sabe todo, ha sabido y visto de antemano que tal alma se uniría a determinado cuerpo.
- También puede escoger el cuerpo, por cuanto las imperfecciones de ese cuerpo, que son pruebas para él, lo han de ayudar en su adelanto si supera los obstáculos que en él encuentra; pero la elección no siempre depende del Espíritu: puede pedirla.
- Si se negara, sufriría mucho más que aquel que no hubiera intentado ninguna prueba.
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339. El instante de encarnar ¿se ve acompañado de una turbación similar a la que se produce cuando un Espíritu desencarna?
- Mucho mayor, y sobre todo más prolongada. Al morir el cuerpo, el Espíritu sale de la esclavitud. Con el nacimiento entra en ella.
- Es como un viajero que se embarca para una travesía peligrosa, y que no sabe si hallará la muerte en las olas que afronta.
Así como la muerte del cuerpo es una forma de renacimiento para el Espíritu, la reencarnación constituye para éste una especie de muerte, o más bien de exilio y enclaus-tramiento. Deja el Mundo de los Espíritus para ingresar en el corporal, como el hombre abandona el mundo corpóreo por el de los Espíritus. El Espíritu sabe que reencarnará, del mismo modo que el hombre conoce que habrá de morir. Pero, igual que éste, aquél no tiene conciencia de ello sino a último momento, cuando el plazo fijado expira. Entonces, en ese supremo instante se apodera de él la turbación, como en el hombre que agoniza, y esa turbación persistirá hasta que la nueva existencia esté claramente formada. La aproximación de la reencarnación significa una especie de agonía para el Espíritu.
II.- Unión del alma con el cuerpo
344. ¿En qué momento se une el alma al cuerpo?
344. ¿En qué momento se une el alma al cuerpo?
- La unión comienza en la concepción, pero sólo es completa en el instante del nacimiento. Desde el momento de la concepción, el Espíritu designado para habitar determinado cuerpo se une a él por una lazo fluídico que va estrechándose, cada vez más, hasta el instante en que la criatura es dada a luz. El grito que lanza entonces el recién nacido anuncia que ha pasado a formar parte de los vivientes y servidores de Dios.
- La unión es definitiva, en el sentido de que otro Espíritu no podría sustituir al que ha sido designado para ese cuerpo. Pero, como los vínculos que los unen son muy débiles, se quiebran con facilidad, y esto puede suceder por voluntad del Espíritu, que retrocede ante la prueba que ha escogido. En tal caso, el niño no vive.
- Opta por otro.
- Las imperfecciones de la materia suelen ser casi siempre la causa de tales muertes.
- El Ser no tiene suficientemente desarrollada la conciencia de su existencia. La importancia de la muerte es casi nula. Constituye a menudo, como ya lo hemos dicho, una prueba para los padres.
- Algunas veces lo sabe, pero si lo ha elegido por ese mismo motivo, es por ello que se echa atrás ante la prueba.
- No siempre en forma inmediata. El Espíritu necesita tiempo para escoger de nuevo, a menos que la reencarnación instantánea no provenga de una determinación anterior.
- ¿Quieres decir que, si como hombre, se queja él de la vida que lleva? ¿Si desearía que fuese diferente? Sí. Pero, en lo que respecta a deplorar la elección realizada, no, pues no sabe que la hizo él mismo. Una vez encarnado, el Espíritu no puede lamentar una elección de la que ya no tiene conciencia. Pero tal vez encuentre la carga demasiado pesada, y si cree que ésta excede sus fuerzas, entonces recurre al suicidio.
- Más o menos, según lo avanzado del proceso, porque no está todavía encarnado, pero sí unido. Desde el instante mismo de la concepción empieza la turbación a apoderarse del Espíritu, el cual queda advertido por ello de que ha llegado la hora de iniciar una nueva existencia. Esa turbación va en aumento hasta el instante en que el niño nace. En el ínterin, su situación es más o menos la de un Espíritu encarnado durante el sueño del cuerpo. Conforme se aproxima la hora del nacimiento, sus ideas se van esfumando, así como el recuerdo del pasado, del cual ya no tiene conciencia cuando es hombre, una vez ingresado a la vida corporal. Mas ese recuerdo le volverá poco a poco a la memoria, cuando se encuentre en su estado de Espíritu desencarnado.
352. En el momento de renacer ¿recobra el Espíritu de inmediato la plenitud de sus facultades?
- No, sino que éstas se van desarrollando en forma gradual, conjuntamente con los órganos asociados. Se trata, para él, de una nueva vida. Precisa aprender a servirse de sus instrumentos. Las ideas le vuelven de manera paulatina, como en un hombre que sale del sueño y se encuentra en una postura diferente de la que tenía antes de dormirse.
Continuará...
AMOR FRATERNAL
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