SENDEROS DE LIBERACIÓN
Por el Espíritu MANUEL P. DE MIRANDA
DIVALDO PEREIRA FRANCO
El escenario especial era una invitación para la reflexión, un mensaje superior de sensibilidad.
Enclavado en pleno corazón de la naturaleza, se asemejaba a un teatro griego, sin las paredes circundantes, bañado por la tenue claridad de un largo atardecer.
Nos reuníamos allí, algunos millares de oyentes interesados en las conferencias semanales
que estudiaban y discutían temas pertinentes al futuro de la humanidad terrestre.
Los oradores eran convidados conformes sus especialidades y de acuerdo con el abordaje de los asuntos, por eso mismo eran cautivantes, arrebatadores.
En aquella oportunidad, el expositor era el Dr. José Carneiro de Campos, médico bahiano
que había contribuido grandemente para el desarrollo y práctica del sacerdocio al que dedicara, en la condición de verdadero apóstol.
En cuanto una perfumada brisa se mantenía sobre el ambiente Petitinga y nosotros, nos
acomodamos entre los muchos interesados y aguardamos la elocución.
Presentado por un venerado Benefactor, en pocas palabras, sin las referencias vacías e innecesarias, el amigo asomó a la tribuna y después de los cordiales saludos, comenzó su oración:
-“La perfecta interacción mente-cuerpo, espíritu-materia constituye desde ya la base de la actual modelo holístico para la salud. La anterior separación cartesiana de esos elementos que constituyen un todo, contribuyó para que la terapia médica delante de las enfermedades tuviese aplicaciones aisladas, desasociando la influencia de uno sobre el otro, con la preponderancia de los efectos de cada uno de ellos en el paisaje del equilibrio orgánico, así como de la dolencia.
“Cada vez más se evidencia que en la raíz de muchos males está actuando la voluntad del
paciente, que se complace en la conservación del estado que experimenta, negándose, conscientemente o inconscientemente, a la recuperación. Por consecuencia, se multiplican las técnicas de auto-curación y mediante éstas, son colocados a disposición del enfermo los recursos que él debe mover en beneficio propio, librándose de los mecanismos de apoyo a través de los cuales disimula los conflictos, estrés y malestares íntimos que subyacen en su vida cotidiana.”
Luego de hacer una pausa, a fin de que pudiésemos retener la tesis, prosiguió con voz agradable:
-“Las tensiones mal dirigidas y soportadas por largos períodos, cuando cesan, son sustituidas por molestias de largo porte, en el área de los desequilibrios físicos, dando génesis a cánceres, crisis asmáticas, insuficiencia respiratoria, etc. Otras veces propician estados esquizofrénicos, catatónicos, neuróticos, psicóticos, profundamente perturbadores. Cuando afectan el área del comportamiento moral, conducen a la ingestión y uso de drogas adictivas, alcoholes, tabaquismo, que representan formas de enfermedades sociales, degradando al grupo humano que padece su presencia perniciosa.
“La influencia de la mente sobre el cuerpo es de gran significado para la salud, por estimular o retener la energía que la sustenta y cuando es bloqueada por el psiquismo perturbado, cede campo a la proliferación de gérmenes que se le instalan , fomentando los disturbios que se catalogan como dolencias. De la misma forma, la acción de la voluntad aplicada con equilibrio en favor de la armonía personal desbloquea las áreas interrumpidas y la energía de nutrición de las células pasa a revitalizarlas, restableciendo el campo de desarrollo benigno de la salud.”
Nuevamente hizo un oportuno silencio y luego agregó:
-“La causalidad del comportamiento psicofísico del individuo se encuentra en el ser espiritual, artífice de la existencia corpórea, que conduce factores básicos de la felicidad y de la desgracia, que se originan en sus experiencias dichosas o desventuradas, responsables por la energía saludable o no que constituye su organismo, así como por la voluntad ajustada o descontrolada, que le indica el psiquismo. El ser interior se refleja en el soma, que solo se recompone y renueva bajo la acción de la conducta mental y moral dirigida hacia el equilibrio de las emociones y de la existencia. La acción de la voluntad, en el restablecimiento de la salud o en sustento de la dolencia, es de resultado ponderable, repercutiendo en los estados de armonía o en los conflictos que se originan en la presencia o ausencia de la conciencia de culpa imponiendo reparación. El estrés y los traumas prolongados desgastan los controles retentivos del bienestar y desatan las emociones que generan la desorganización celular.
“Delante de cualquier problema en el área de la salud, la concientización del paciente cuanto al poder que dispone para la auto-curación, desde que lo desee sinceramente, es de primordial importancia, posibilitándole la visión de un cuadro optimista, que le ofrecerá la restauración personal.
“En todos los individuos, hay casi una tendencia hacia la auto-compasión, la autodestrucción, la venganza contra los otros en desagravio inconsciente por acontecimientos que le son desagradables. Ante la imposibilidad de asumir esa realidad exteriormente, transforman tal aptitud en enfermedades, estimulando la degeneración de las células que aceleran su multiplicación, formando tumores cancerígenos, matando las defensas inmunológicas, prestándose a las infecciones, a las contaminaciones que perturban la maquinaria orgánica y fomentan la instalación de las enfermedades.”
La asamblea silenciosa acompañaba su razonamiento claro, maravillada.
Dando mayor énfasis a las palabras, prosiguió:
-“Es común que personas portadoras de neoplasia maligna y otras dolencias, cuando recuperan la salud se sienten sorprendidas y algo decepcionadas, tan acostumbradas se encontraban con el impositivo mortificante de que eran objeto. Por otro lado, se dan cuenta que la familia ya no les dispensa la misma atención y el grupo social también se desinteresa por sus vidas, despreocupándose con relación a las mismas. Sintiéndose aisladas, pierden la motivación para vivir, crean recidivas o facilitan la presencia de otras enfermedades con las cuales rehacen el cuadro de proteccionismo que
pasan a recibir, satisfaciéndose con el suceso aflictivo.
“Una terapéutica bien orientada deberá fundamentarse siempre en la realidad del Espíritu y en los reflejos de su psiquismo en el cuerpo. De la misma forma, ante los fenómenos perturbadores de la mente, el conocimiento del estado somático es de importancia para evaluar sobre su influencia en el comportamiento mental.
“Espíritu y cuerpo, mente y materia no son partes independientes del ser, sino complementos uno del otro, que se interrelacionan poderosamente a través del psicosoma o cuerpo intermediario periespíritu-, encargado de plasmar las necesidades evolutivas del ser eterno en la forma física y conducir las emociones y acciones a las telas sutiles de la energía pensante, inmortal, entonces reencarnada. Sin esa visión de la realidad del hombre, su análisis es siempre deficiente y el conocimiento sobre él resulta de pequeña monta.
“Los traumas, el estrés, las desarmonías psíquicas y las manifestaciones genéticas están impresas en ese cuerpo intermediario, que es el modelo organizador biológico bajo la acción del Espíritu en proceso de evolución e irán a expresarse en el campo objetivo como necesidad moral de reparación de crímenes y errores antes practicado. Si aquellas causas no proceden de esta existencia, deben de haber sido en otra anterior. Igualmente, las conquistas del equilibrio, de la salud, de la inteligencia, del idealismo, resultan de las mismas realizaciones actuales o pasadas que marcan al ser.
“La evolución es inexorable y todos la realizarán con el esfuerzo personal, aunque bajo estímulos y directrices superiores que la Paternidad Divina dispensa igualmente a todos.
“La transitoriedad de una existencia corporal, como su brevedad en el tiempo son insuficientes para el proceso de mejoramiento, de belleza, de felicidad a que estamos destinados. Las diferencias entre lo bruto y lo armónico, lo sabio y lo ignorante, lo feliz y lo desventurado confirman la buena o mala utilización de las experiencias anteriores, así como señalan las mayores o menores vivencias más o menos numerosas de unos y otros. La reencarnación es, por tanto un proceso interminable de crecimiento ético-espiritual, posibilitando la adquisición de valores cada vez más importantes en la conquista de la Vida. Sería irrisorio limitar la suma de títulos iluminativos al Espíritu proyectado en la sublime aventura de la evolución, teniendo por delante lo indimensionable del tiempo que le está destinado. En ese contexto, la dolencia es un accidente de tránsito evolutivo de fácil corrección, experiencia de sensación desagradable que incita a la adquisición del bienestar y de las emociones saludables, ocurriendo por opción exclusiva de cada cual y solamente el propio individuo deberá resolver, corregir y de ella librarse.”
El interés general era manifiesto. Los rostros de todos denotaban satisfacción. Pasado un
breve tiempo, dio curso a la exposición:
-“Los procesos degeneradores que se manifiestan como enfermedades dilacerantes y de largo tránsito proceden siempre del carácter moral del hombre, con las excepciones de aquellos que lo solicitan para enseñar a los demás abnegación, dignidad y sublimación. Se originan en los profundos y recónditos pliegues del temperamento rebelde, violente, egoísta y estallan como flores en descomposición en los órganos que se desintegran, sin posibilidades de recuperación. Se puede decir que esos mecanismos ulcerantes siempre se presentan en los déspotas, en los sanguinarios, en los dictadores, cuando son exonerados del poder o aún durante su dominación reflejando los terribles contingentes de energías mortíferas que cargan íntimamente. Sus momentos finales son caracterizados por dolores agudos y descomposición en vida, del cuerpo que ultrajaron con la mente perversa e insana.
Cuando esto no ocurre, huyen del mundo a través de suicidios cobardes, que demuestran su fragilidad moral o parten de la Tierra víctimas de accidentes y homicidios dolorosos. Lo mismo ocurre con aquellos que se valieron del ropaje físico para el mercado del sexo, de las sensaciones groseras y viven aspirando siempre los tóxicos de elevado potencial de destrucción vibratoria. En su tormento, son aniquilados por el psiquismo que les consumió las fuerzas y la capacidad de vivir por encima de los bajos patrones morales a los cuales se entregaron. Y mismo cuando, en el cansancio de los años y en el desgaste de la vitalidad se resuelve por cambios éticos, por asumir una nueva compostura, no logran tiempo para evadirse a los efectos de los actos pasados, cayendo en los engranajes trabados y estropeados del organismo esclavo de las construcciones mentales viciosas.
“La mente, exteriorizando las aspiraciones del Espíritu, impone a la organización somática
sus propias aspiraciones y preferencias, que se corporifican, cuando son mórbidas, en las más diferentes dependencias y patologías, responsables por la des-articulación de sus mecanismos. Siendo así, cualquier abordaje terapéutico no debe ser parcial y sí holístico, atendiendo a todas las partes constructivas del ser. En buena hora, la consciencia médica confiere atención a las terapias alternativas que, en su mayoría, consideran al hombre como un ser total y lo buscan en lo esencial, inmortal, trabajando sobre su realidad profunda, que es el Espíritu, la fuente de energía que se manifiesta en el cuerpo. De esta forma, mediante el nuevo modelo biológico, toda tentativa en favor del equilibrio debe fundamentarse en la transformación moral del paciente, en su re-composición emocional, originada en el cambio de los paneles mentales para la adopción de pensamientos sanos y en la vivencia acorde con los ideales de engrandecimiento, que con catalizadores de las fuerzas vivas presentes en la naturaleza - sintonía ecológica - que interactúan en su constitución global. De ahí nace la preocupación con el verde, la armonía del medio ambiente y su preservación forman parte del esquema de salud social, mudando completamente los conceptos modernos de la agricultura industrial para lograr la superproducción con los consecuentes daños que resultan de las aplicaciones químicas, así
como las actuales alucinaciones inmobiliarias que destruyen la flora, tanto cuanto la polución de los ríos, lagos, aire y mares con los desechos químicos de las fábricas, como el mercurio, en las áreas de minería y todos los factores que se transforman en lluvias ácidas destructoras, en el aumento de las áreas desérticas y en el efecto estufa avasallador...
“El hombre, desorientado y ambicioso, destruyendo la vida del planeta, se mata también, así como casi elimina sus posibilidades futuras, en la menor de las hipótesis, retrasándolas.
“Cualquier modelo de salud holística tendrá que abarcar el conjunto de necesidades humanas y nunca detenerse solamente en sus partes, aisladamente.
“El hombre es miembro de la Vida, tiene vida integrada en la naturaleza y debe considerado globalmente, alterando el tradicional modelo biomédico hacia una visión más completa, en la cual el amor, conforme la propuesta de Jesucristo, tenga prevalencia, marcando definitivamente las actitudes y conductas de cada uno. En cuanto la Medicina no se una a la Psicología, a la Ecología, a la Agricultura y a otras doctrinas afines para un más amplio conocimiento del ser, dándole una conducta holística, las terapias proseguirán siendo deficientes, incapaces de integrarlo en el contexto de la realidad a la cual pertenece, minimizando solamente las dolencias sin erradicarlas, atendiendo a las partes sin mayor acción en el conjunto, permaneciendo así, incompleta, insuficiente por tanto, para la finalidad de la salud global.
“Jesucristo, por conocer profundamente al hombre, lo curaba, advirtiéndole para evitarle el compromiso negativo, de manera de asociarlo al bien general, gracias a lo cual se ahorraba otros males mayores.”
Y haciendo una pausa más demorada, concluyó:
-“El hombre del futuro, después de superar sus deficiencias presentes, recibirá el más amplio auxilio de la Medicina, adquiriendo la salud integral, que será también el resultado de su perfecta consciencia de amor y respeto a la vida.”
El crepúsculo fue sustituido suavemente por el manto oscuro de la noche salpicada de estrellas fulgurantes y una claridad de luna cubrió todo el recinto donde era posible sentir la emoción general.
La reunión fue cerrada en un clima de paz.
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