miércoles, 11 de mayo de 2016

Momentos de Salud y de Conciencia

La conquista de la salud integral es la meta ambicionada por la criatura humana.
Conseguir la armonía entre el equilibrio orgánico, el emocional y el psíquico, en un cuadro general de bienestar, constituye un gran desafío para la inteligencia humana que, desde hace milenios, recurre a las mas variadas y complejas experiencias, que han dado por resultado admirables y valiosas conquistas.

Gracias a esa labor específica, aliadas a otras de la ciencia apoyada en la tecnología, en lo que respecta al medio ambiente y a los factores destructivos de la vida humana alcanza hoy los más elevados índices de longevidad de todos los tiempos.

El hombre ha conseguido eliminar de la Tierra enfermedades que el pasado diezmaban pueblos enteros, con la permanente amenaza de extinción del género humano.
La precisión en el diagnóstico y el uso de sofisticados aparatos están logrando el milagro de detectar graves enfermedades antes de su calamitosa manifestación, o durante su inicio, junto a terapéuticas avanzadas que prolongan la existencia carnal, disminuye los dolores y preservan los órganos, aunque se encuentren afectados.

Por cierto, nuevas enfermedades surgen y toman cuenta de los paisajes humanos, a pesar de ser estudiadas y combatidas sin tregua.
Instintivamente, el ser procura evitar el sufrimiento o liberarse de él valiéndose de todos los recursos imaginables.

El temor al desgaste, al dolor y a la muerte se presenta incito en todos, bajo el comando de la necesidad de preservar la vida, lo cual es una bendición que evita al máximo los actos de desesperación extrema que derivan en el suicidio, ese nefasto enemigo de la trayectoria evolutiva del espíritu.
A causa de la inferioridad humana, los factores de perturbación y desorden subsisten en el área de la salud, desarrollando enfermedades desgarradoras.
A medida que la criatura se auto-descubre y se auto-penetra con los equipamientos del amor, constata que la salud es una conquista interior que se refleja en el cuerpo como
resultado de la armonía íntima.

Felizmente, la ciencia médica amplia su elenco conceptual en torno a la salud y la enfermedad, y recurre a otras disciplinas que contribuyen con eficacia al bienestar de los seres.


Las modernas comprobaciones de la Psicosomática demuestran que los fenómenos patológicos, tanto del sector psíquico como del emocional, se transfieren fácilmente hacia el orgánico, y preparan el campo para la aparición de enfermedades de variada génesis. Una vez perturbado el equilibrio energético de sustentación de las células, los factores inmunológicos se alteran bajo el bombardeo de descargas mentales destructivas, dando lugar a la instalación y el desarrollo de los agentes mortíferos que producen la degeneración del organismo.

Por esa razón, se hace imprescindible establecer una era de nueva conciencia de la responsabilidad, a fin de que, lúcido y equilibrado, el individuo defina los paradigmas de una conducta moral y mental armoniosas, para la adquisición del valioso patrimonio de
la salud.

Jesús, en todo el Evangelio, exalta la armonía moral y emocional de la criatura frente a la Vida, como factor esencial para su salvación: el estado de salud integral.
Psicoterapeuta fuera de lo común, propuso el auto-examen a modo de receta para la adquisición de la paz, como consecuencia de las propuestas del amor a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a si mismo.

Síntesis de inigualable sabiduría, el amor es la clave para el enigma salud-enfermedad.
Con posterioridad, actualizando el pensamiento del Maestro, Allan Kardec estableció en la Caridad la terapia para la paz y el modelo de aplicación apropiada para el amor.
En la actualidad, diversas ciencias concuerdan con esos programas, especialmente las Psicologías Transpersonal, Transaccional y Creativa, que invitan al autoencuentro, a la
liberación de los residuos mentales y morales, a la conquista del ego y la plenitud del self, del yo espiritual eterno en su inevitable proceso de crecimiento.

Con el deseo de participar de ese bendito esfuerzo desarrollado por los sacerdotes del área de la salud, presentamos al querido lector esta modesta contribución que, aunque sin innovar, pretende tender un puente entre las excelentes contribuciones del conocimiento tecnológico y las enseñanzas sabias de Jesús y Allan Kardec, para disminuir el abismo entre la Ciencia en sí misma y la Religión, a fin de que avancen unidas en beneficio de las criaturas y de la sociedad, que marchan en busca de un mañana feliz.

Esperamos que estos momentos de salud sean el pórtico para la conquista de la salud integral, y nos sentimos compensados por el placer de participar en la obra del Señor como servidores menores y devotos.

Salvador, 22 de octubre de 1992
Juana de Angelis.

AMOR FRATERNAL

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