Capitulo 16: DE LOS FRACASOS Y DE LAS CAÍDAS
LOS FRACASOS
De las ciudades, colonias y demás núcleos espirituales del Espacio, parten constantemente, con destino a la Tierra, trabajadores que pidieron o recibieron, como dádivas de lo Alto, tareas de servicio o de rescate en el campo ennoblecedor de la mediumnidad.
Un complejo y delicado trabajo preparatorio es realizado por los protectores espirituales para ofrecerles aquí condiciones favorables a la ejecución de las tareas establecidas: cuerpo físico, ambiente doméstico, medio social, recursos materiales, etcétera, y eso además de los exhaustivos esfuerzos que realizan para el proceso regular de la encarnación propiamente dicha (defensa, formación del feto, etcétera).
Producido el nacimiento y transcurridas la infancia y la juventud, cuando, en fin, suenan en su íntimo y a su alrededor, los primeros llamados para el trabajo edificante, he aquí que, muchas veces, o casi siempre, la trama del mundo ya los envolvió de tal forma que se vuelven sordos y ciegos, rebeldes al llamado, negligentes al compromiso, negativos para el esfuerzo redentor.
Se dejan dominar por las tentaciones de la materia grosera, se agarran a lo que es transitorio y engañoso y, en la mayoría de los casos, solamente al peso del dolor y al poder de insistentes interferencias punitivas vuelven sus pasos, de mala gana, hacia el camino sacrificado del testimonio.
No consideran, desde luego, que nadie desciende a un mundo de expiación como éste, para usufructuar reposo o bienestar, pero sí únicamente para luchar por la propia redención, venciendo los obstáculos innumerables que surgen a cada paso, provenientes de distintas direcciones.
Los dirigentes de las instituciones asistenciales o educativas del Espacio han constatado como regla general que pocos, muy pocos médiums, triunfan en las tareas, y que la mayoría fracasa lamentablemente, a pesar del auxilio y de la asistencia constantes que reciben de los planos invisibles; y aclaran también que las causas generales de esos fracasos son: la ausencia de la noción de responsabilidad propia y la falta de recuerdo de los compromisos asumidos antes de la reencarnación.
Ahora bien, si el olvido del pasado es una contingencia, pero necesaria, de la vida encarnada de todos los hombres, éste no es, sin embargo, absoluto, mayormente con relación a los médiums, porque los protectores, constantemente y con desvelada insistencia, les hacen advertencias en ese sentido, recordándoles sus deberes; mucho antes de que el momento del testimonio llegue, ya ellos están advirtiendo de mil modos, desarrollando en los médiums en perspectiva, nociones bien claras de su responsabilidad personal y funcional.
Por eso, de las causas señaladas antes, solamente juzgamos ponderable la falta de noción de responsabilidad, porque, si esa noción existiese, los médiums desde el inicio se dedicarían a la tarea, con abnegación.
Esto es lógico, tratándose de médiums estudiosos, que se preocupan con la obtención de conocimientos doctrinarios, porque, para los demás, a la irresponsabilidad se añade la ignorancia y la mala voluntad.
Y esa noción de irresponsabilidad es tan grande que muchos médiums, sobre todo aquellos a quienes dominan el orgullo personal y las ambiciones del mundo, maldicen la posesión de sus facultades como si fuesen estorbos; y hay otros, menos radicales, mas no menos desorientados, que se lamentan de no ser inconscientes para poder así, entonces, ejercerlas a pesar de sí mismos.
Cuán pocos son los esclarecidos y los lúcidos que se prosternan y con humildad claman: ¡Bendito seas, oh Señor, que me habéis concedido una tan excelente y poderosa herramienta de servicio redentor! ¡Gracias, Señor, por haberme escogido para trabajar en tu viña!
LAS CAÍDAS
Las caídas son más comunes en los grados inferiores de la escala evolutiva, y tanto más dolorosa y profundas se tornan, cuanto mayor sea el caudal propio de conocimientos espirituales adquiridos por el Espíritu.
“Estado de evolución” y “estado de caída” son dos condiciones de carácter general, en que se encuentran los Espíritus en las fases inferiores de la ascensión. Esas son las condiciones que dominan en el Umbral que, como sabemos, es una esfera de vida purgatoria, así como en los planos que le están, hasta un cierto punto y de un cierto modo, inmediatamente arriba.
Cuando, no obstante, las caídas se acentúan debido a reincidencias de transgresiones, ellas llevan a los culpables a las Tinieblas, esferas más profundas, de pruebas más acerbas, situadas debajo de la Corteza.
Sin embargo, en cualquier tiempo o situación, el Espíritu culpable puede retomar la evolución, retomando la ascensión, siempre que reconsidere, se arrepienta y se disponga al esfuerzo rehabilitador.
La misericordia divina cubre la multitud de pecados y da al pecador incesantes y renovadas oportunidades de redención. La redención, pues, no es un acontecimiento extraordinario, un acto de “juicio final”, sino la manifestación de la misericordia de Dios en muchas oportunidades, durante el curso del esfuerzo evolutivo.
Mas, preguntarán: ¿el fracaso, en la tarea mediúmnica, no siendo reincidente, coloca al médium principiante en estado de caída?
No, siempre que éste, durante el ejercicio de sus propias facultades no haya cometido crímenes contra el Espíritu. Ese fracaso inicial provoca al médium una detención en su ascensión evolutiva; queda él en suspenso, aguardando nueva oportunidad, temporariamente inactivo, dependiendo de una nueva tarea redentora, que le será o no concedida, conforme a las circunstancias del fracaso: negligencia, vanidad, ambición, etcétera.
Pero la caída se produce si practicó el mal conscientemente; si permitió que sus facultades fuesen utilizadas por los representantes de las fuerzas del mal; si orientó a su prójimo por malos caminos; le destruyó en el Espíritu la semilla redentora de la Fe, o le pervirtió los sentimientos haciéndolo retornar a la animalidad; en fin, si desvirtuó la Verdad y lanzó a su prójimo o a si mismo en el camino del error y de la iniquidad.
Hay una ley invariable que preside a este asunto: cuando el médium se dedica a la tarea en comunión con los Espíritus del bien, está en estado de evolución; y cuando, por el contrario, la desprecia o, por un mal procedimiento, da motivo al alejamiento de esos Espíritus, cae entonces bajo la influencia de los Espíritus del mal y entra en estado de caída.
A este respecto dice André Luiz: “En el campo de la vida espiritual, cada servicio noble recibe el salario al que se ha hecho acreedor, y cada aventura menos digna tiene el precio que le corresponde”.
Y prosigue:
“Mediar entre dos planos distintos sin elevar el nivel moral es estancarse en la inutilidad.”
“El Pensamiento es tan significativo en la mediumnidad como el cauce es importante para el río.”
“Poned aguas puras sobre un lecho de cieno podrido y no tendréis sino la oscura corriente del enviciamiento.”
Y más: “Jesús espera la formación de mensajeros humanos capaces de proyectar en el mundo las maravillas de su Reino.”
Edagar Armond
AMOR FRATERNAL
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