sábado, 1 de junio de 2013

Enmancipación del alma

Obras Póstumas

Allan Kardec

Primera parte
MANIFESTACIONES DE LOS ESPÍRITUS

24. Durante el sueno sólo el cuerpo reposa, pero el Espíritu no duerme, sino que aprovecha el descanso de aquél y los momentos en que no es necesaria su presencia, para obrar separadamente e ir a donde quiere, gozando entonces de su libertad y de la plenitud de sus facultades. Durante la vida, el Espíritu no esta nunca completamente separado del cuerpo; a cualquiera distancia que se transporte, esta unido a aquél por un lazo fluídico que sirve para atraerle cuando es necesaria su presencia. Este lazo solo se rompe con la muerte. 
“El sueno libera parcialmente al alma del cuerpo. Cuando uno duerme, se encuentra por un momento en el mismo estado en que fijamente se halla después de la muerte. Los Espíritus que con prontitud se separan de la materia en el acto de la muerte, han tenido sueños inteligentes. Cuando duermen, se unen de nuevo a la sociedad de otros seres superiores a ellos; viajan, hablan y se instruyen con ellos, y hasta trabajan en obras que encuentran completamente hechas al morir. Esto debe enseñarnos una vez más a no temer la muerte, puesto que, según las palabras del santo, morís todos los días.” 
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25. La independencia y la emancipación del alma, se manifiestan sobre todo, de una manera evidente, en el fenómeno del sonambulismo natural y magnético, en la catalepsia y la letargia. La lucidez sonambúlica no es más, que la facultad que posee el alma de ver y sentir sin auxilio de los órganos materiales. Esta facultad es uno de los atributos, que residen en todo su ser, y los órganos del cuerpo son los estrechos canales por donde llegan ciertas percepciones. La vista a distancia que poseen ciertos sonámbulos, proviene de la traslación del alma que ve lo que ocurre en los lugares a donde se ha transportado. En sus peregrinaciones está siempre revestida de su periespíritu, agente de sus sensaciones, pero que nunca esta enteramente separado del cuerpo, según hemos dicho. La separación del alma produce la inercia del cuerpo, que parece a veces privado de vida.

26. Esa separación puede igualmente producirse en diversos grados en el estado de vigilia; pero entonces no goza nunca completamente de su actividad normal: existe siempre una absorción, un desprendimiento mas o menos completo de las cosas terrestres; el cuerpo no duerme, camina, funciona; pero los ojos miran sin ver, y se comprende que el alma, esta en otra parte. Como en el sonambulismo, ve las cosas ausentes, tiene percepciones y sensaciones que nos son desconocidas, y a veces tiene la presciencia de ciertos acontecimientos futuros por la trabazón que en ellos distingue con las cosas presentes. Penetrando en el mundo invisible, ven los Espíritus con los que puede hablar y cuyo pensamiento pueden transmitimos.
El olvido de lo pasado, sigue con bastante frecuencia, a la vuelta al estado normal, pero a veces se conserva un recuerdo más o menos vago, como el de un sueño.

27. La emancipación del alma amortigua a veces las sensaciones físicas hasta el extremo de producir una verdadera insensibilidad, que en los momentos de exaltación, puede hacer que se soporten, con indiferencia, los más vivos dolores. Semejante insensibilidad proviene del desprendimiento del periespíritu, agente de transmisión de las sensaciones corporales; el Espíritu ausente no siente las heridas del cuerpo.

28. La facultad de emancipación del alma en su manifestación más sencilla, produce lo que se llama soñar despierto; da también a ciertas personas la presciencia que constituye los presentimientos, y en un mayor grado de desarrollo produce el fenómeno designado bajo el nombre de segunda vista, doble vista o sonambulismo despierto.

29. El éxtasis, es el grado máximo de la emancipación del alma. "En el sueño y en el sonambulismo, el alma vaga por los mundos terrestres; en el éxtasis, penetra en un mundo desconocido, en el de los Espíritus etéreos con los cuales se comunica, sin poder, empero, salvar ciertos límites, que no podría franquear sin romper completamente los lazos del cuerpo. Un brillo resplandeciente, nuevo del todo, la rodea, armonías desconocidas en la tierra la arrebatan, y la penetra un bienestar indefinible: goza anticipadamente de la beatitud celeste, y puede decirse que pone un pie en el umbral de la eternidad.
"En el estado de éxtasis, es casi completo el anonadamiento del cuerpo; no goza, por decirlo así, más que de la vida orgánica, y se conoce que el alma, no esta unida a él, más que por un hilo, que bastaría para romperlo definitivamente, un esfuerzo más". (El Libro de los Espíritus, Nº 455).

30. El éxtasis, lo mismo que los otros grados de emancipación del alma, esta  lejos de ser siempre la expresión de la verdad absoluta. La razón esta en la imperfección del Espíritu humano, que solo cuando ha llegado a la cima de la escalera, puede juzgar sanamente de las cosas, pues hasta entonces, no le es dado verlo y comprenderlo todo. Si, después de la muerte, cuando es completa la separación, no siempre ve con claridad; si, los hay que continúan con las preocupaciones de la vida, que no comprenden las cosas del mundo invisible en que están, con mayor razón debe suceder lo mismo al Espíritu que aún esta ligado a la carne.
A veces en algunos extáticos, es más la exaltación que la verdadera lucidez, o por mejor decir, su exaltación perjudica a la lucidez, y por esto sus revelaciones son a menudo una mezcla de verdades y errores, de cosas sublimes y con otras ridículas. Los Espíritus inferiores se aprovechan también de esa exaltación, que cuando no se sabe dominar, es siempre una causa de debilidad, para apoderarse del extático, y con esta mira, revisten para con él, apariencias que lo mantienen en sus visiones y sus ideas o preocupaciones, de modo que sus revelaciones no son  menudo, más que un reflejo de sus creencias. Es este un escollo del que solo escapan los Espíritus de un orden elevado y contra el cual debe estar prevenido el observador.

31. Hay personas cuyo periespíritu, esta tan identificado con el cuerpo, que la separación del alma se opera con una gran dificultad, aun en el instante de la muerte. Estas son, en general, las que mas materialmente han vivido, aquellas también cuya muerte es más penosa, más angustiosa y cuya agonía es más larga y dolorosa. Pero otras hay, al contrario, cuya alma esta unida al cuerpo por lazos tan débiles, que la separación se verifica sin sacudimiento, con la mayor facilidad, a menudo antes de la muerte del cuerpo. Al aproximarse el término de la vida, el alma entrevé ya el mundo en que va a entrar y anhela el instante de su libertad completa.

AMOR FRATERNAL

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