lunes, 24 de junio de 2013

Recuerdo de la existencia corporal

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

Capitulo VI: VIDA ESPIRITISTA


304. ¿Se acuerda el Espíritu de su existencia corporal?
  • Sí, es decir que, habiendo vivido muchas veces como hombre, rememora lo que ha sido, y te aseguro que a veces se ríe de compasión de sí mismo.
Así como un hombre que ha alcanzado la edad de la razón ríe de las locuras de su juventud o de las puerilidades de su infancia.
 
305. El recuerdo de la vida corporal ¿se presenta al Espíritu de una manera completa y súbita, después de la muerte?
  • No, le vuelve poco a poco, como algo que va saliendo de la bruma, y a medida que fija en él su atención.
306. El Espíritu ¿recuerda en detalle todos los acontecimientos de su vida, abarcando el conjunto de ella de una mirada retrospectiva?
  • Rememora las cosas en virtud de las consecuencias que han tenido sobre su estado como Espíritu. Pero, como comprenderás, hay circunstancias de su vida a las que no concede la menor importancia, y de las cuales no trata ni siquiera de acordarse.
306 a. ¿Podría recordarlas si lo quisiera?
  • Puede memorar los detalles e incidentes más pormenorizados, ya sea de los sucesos y también de sus pensamientos. Pero no lo hace cuando ello no reviste utilidad.
306 b. ¿Entrevé el objetivo de la vida terrena con relación a la existencia futura?
  • Seguramente que lo ve y lo comprende mucho mejor que en su vida de encarnado. Entiende la necesidad de purificación para llegar al infinito y sabe que en cada existencia se va despojando de algunas impurezas.
307. ¿Cómo vuelve a representarse la vida pasada en la memoria del Espíritu? ¿Es quizá por un esfuerzo de su imaginación, o como un cuadro que tenga ante los ojos?
  • Lo uno y lo otro. Todos los hechos que le interesa recordar están como presentes para él. Los demás permanecen más o menos en la vaguedad del pensamiento, u olvidados por completo. Cuanto más desmaterializado se halle, tanto menos importancia concederá a las cosas materiales. Tú evocas a menudo a un Espíritu errante que acaba de dejar la Tierra y que no se acuerda de los nombres de las personas a quienes amaba, ni de muchos pormenores que a ti se te antojan importantes. Él se preocupa poco de éstos, que caen en el olvido. De lo que se acuerda muy bien es de los hechos principales que le ayudan a mejorarse.
308. ¿Recuerda el Espíritu todas las existencias que precedieron a la última que acaba de abandonar?
  • Todo su pasado se desarrolla ante él, así como las etapas que el viajero ha recorrido. Pero –lo hemos dicho ya-, no tiene presentes de una manera absoluta la totalidad de los hechos. Sólo los recuerda en virtud de la influencia que han tenido sobre su actual estado de Espíritu. En cuanto a las primeras existencias, aquellas que se pueden considerar como la infancia del Espíritu, se pierden en el vacío, desapareciendo en la noche del olvido.
309. ¿Cómo considera el Espíritu al cuerpo que acaba de dejar?
  • Como una ropa inadecuada, que le molestaba, y de la cual está dichoso de haberse desembarazado.
309 a. ¿Qué sentimiento le hace experimentar la vista de su cuerpo en descomposición?
  • Casi siempre de indiferencia, como una cosa que ha dejado de interesarle.
310. Al cabo de cierto lapso, ¿reconoce el Espíritu los huesos, u otros objetos que la han pertenecido?
  • A veces. Depende del punto de vista más o menos elevado desde el cual contemple las cosas terrenales.
311. El respeto que se profesa por las cosas materiales que pertenecieran al Espíritu, ¿llama su atención sobre esos objetos, y ve tal respeto con placer?
  • El Espíritu se siente siempre dichoso por el recuerdo que de él se tiene. Las cosas que conservamos de él avivan su recuerdo en nosotros, pero es el pensamiento el que lo atrae hacia vosotros, y no tales objetos.
312. ¿Conservan los Espíritus la memoria de los sufrimientos que han soportado durante su última existencia corporal?
  • Con frecuencia la conservan, y ese recuerdo les hace sentir mejor el precio de la felicidad de que pueden disfrutar como Espíritus.
313. El hombre que ha sido afortunado en la Tierra ¿lamenta sus goces perdidos al dejar este mundo?
  • Sólo los Espíritus inferiores pueden sentir nostalgia por placeres que están de acuerdo con lo impuro de su naturaleza, y que ellos expían mediante sus padecimientos. Para los Espíritus elevados, la felicidad eterna es mil veces preferible a los efímeros goces de la Tierra. Así como el adulto, que desdeña aquello que hacia las delicias de su niñez.
314. Aquel que había iniciado importantes tareas con una finalidad útil, y las ve interrumpidas por la muerte, ¿deplora en el otro mundo haberlas dejado inconclusas?
  • No, porque sabe que otros están destinados a terminarlas. Por el contrario, trata de influir sobre algunos Espíritus encarnados en el sentido de que las continúen. Su meta en la Tierra era el bien de la humanidad, y esa meta sigue siendo la misma en el Mundo de los Espíritus.
315. El que al desencarnar dejó trabajos artísticos o literarios, ¿conserva hacia sus obras el amor que les profesaba en vida?
  • Según su elevación, las juzga desde otro punto de vista, y a menudo censura lo que más admiraba.
316. ¿Se interesa todavía el Espíritu por los trabajos que se realizan en la Tierra en pro del adelanto de las artes y ciencias?
  • Depende de su elevación, o de la misión que tal vez deba cumplir. Lo que a vosotros os parece magnífico es con frecuencia muy poca cosa para ciertos Espíritus. Lo admiran, de la manera que el sabio podría admirar la obra de un escolar. Examinan lo que puede probar la elevación de los Espíritus encarnados y sus progresos.
317. Después de la muerte ¿conservan los Espíritus el amor a la patria?
  • Sigue siendo el mismo principio: para los Espíritus elevados la patria es el Universo. La Tierra es el lugar donde tienen mayor número de personas que les son simpáticas.
La situación de los Espíritus y su modo de ver las cosas varían hasta lo infinito, en virtud de su grado de desarrollo moral e intelectivo. Los Espíritus de un orden elevado sólo permanecen en la Tierra, por lo general, durante cortos períodos. Todo lo que en ella se realiza es tan mezquino, si se le compara con las grandezas del infinito, las cosas a que los hombres otorgan más importancia son tan pueriles a los ojos de los Espíritus, que éstos encuentran pocos motivos de atracción aquí, a menos que hayan sido llamados a nuestro mundo para cooperar al progreso del género humano. Los Espíritus de un orden medio vienen con más frecuencia a la Tierra, aunque consideran las cosas desde un punto de vista más elevado que durante la encarnación. Los Espíritus vulgares, en cambio, son en cierto modo permanentes entre nosotros y constituyen la masa de la población circundante del Mundo Invisible. Han conservado más o menos las mismas ideas, gustos e inclinaciones que tenían bajo su envoltura corpórea. Se suman a nuestras reuniones y se mezclan en nuestros asuntos y diversiones, en los que desempeñan parte más o menos activa, según sea en cada caso su carácter. No pudiendo satisfacer sus pasiones, gozan con los que se entregan a ellas y los incitan a hacerlo.
Pero entre ellos los hay más serios, que miran y observan con el propósito de instruirse, de perfeccionarse.
 
318. ¿Se modifican las ideas de los Espíritus en el Mundo Espiritual?
  • Mucho. Experimentan grandísimas modificaciones, a medida que el Espíritu se va desmaterializando. Puede a veces permanecer largo tiempo con las mismas ideas, pero poco a poco disminuye la influencia de la materia y ve las cosas con más claridad. Entonces busca los medios para mejorarse.
319. Puesto que el Espíritu ya ha vivido la vida espírita antes de su encarnación, ¿a qué debe su asombro al reingresar en el Mundo de los Espíritus?
  • Es sólo el efecto de los primeros momentos y de la turbación que sigue al despertar. Más tarde se recobra perfectamente, conforme le vuelve el recuerdo del pasado y se va borrando la impresión de la idea terrena.

Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL


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