martes, 18 de junio de 2013

La voluntad

El problema del Ser y del destino

León Denis

LAS POTENCIAS DEL ALMA


Hay en toda alma humana dos centros o, mejor, dos esferas de acción y expresión. Una de ellas, circunscrita a la otra, manifiesta la personalidad, el "yo", con sus pasiones, sus debilidades, su morbilidad, su insuficiencia.

Mientras ella sea la reguladora de nuestro proceder, tendremos la vida inferior sembrada de pruebas y males. La otra, interna, profunda, inmutable, es, al mismo tiempo, la sede de la conciencia, la fuente de la vida espiritual el templo de Dios en nosotros. Y solo cuando este centro de acción domina al otro, cuando sus impulsos nos dirigen, es que se revelan nuestras potencias ocultas y que el Espíritu se afirma en su brillo y belleza. Es por él que estamos en comunión con "el Padre que habita en nosotros", según las palabras de Cristo, con el Padre que es el foco de todo el amor, el principio de todas las acciones.
Por uno, nos perpetuamos en mundos materiales, donde todo es inferioridad, incertidumbre y dolor; por el otro, tenemos entrada en los mundos celestes, donde todo es paz, serenidad, grandeza. Es solo por la manifestación creciente del Espíritu divino en nosotros que llegamos a vencer al "yo" egoísta, a asociarnos plenamente a la obra universal y eterna, a crear una vida feliz y perfecta.
¿Por que medio pondremos en movimiento las potencias internas y las orientaremos hacia un ideal elevado? Por la voluntad. El uso persistente, tenaz, de esta facultad soberana nos permitirá modificar nuestra naturaleza, vencer todos los obstáculos, dominar a la materia, a la enfermedad y a la muerte.
Es por la voluntad que dirigimos nuestros pensamientos hacia un fin determinado. En la mayor parte de los hombres los pensamientos fluctúan sin cesar. Su morbilidad constante y su variedad infinita pequeño acceso ofrecen a las influencias superiores. Es preciso saber concentrarse, poner el pensamiento acorde con el pensamiento divino. Entonces el alma humana es fecundada por el Espíritu divino, que la envuelve y penetra, tornándola apta para realizar nobles tareas, preparándola para la vida del Espacio, cuyos esplendores ella, débilmente, comienza a entrever desde este mundo. Los Espíritus elevados ven y oyen sus pensamientos unos de otros, con los cuales son armonías penetrantes, mientras que los nuestros son, la mayoría de las veces, solo discordancias y confusión. Aprendamos, pues, a servirnos de nuestra voluntad y por ella, a unir nuestros pensamientos a todo lo que es grande, a la armonía universal, cuyas vibraciones llenan el espacio y encantan a los mundos.
La voluntad es la mayor de todas las potencias; es, en su acción, comparable al imán. La voluntad de vivir, de desarrollar en nosotros la vida, atraernos nuevos recursos vitales; tal es el secreto de la ley de evolución. La voluntad puede actuar con intensidad sobre el cuerpo fluídico, activarle las vibraciones y de esta manera, adaptarlo para un estado cada vez más elevado de sensaciones, prepararlo para un mayor grado de existencia.
El principio de evolución no está en la materia, está en la voluntad, cuya acción tanto se extiende al orden invisible de las cosas como al orden visible y material. Esta es simplemente la consecuencia de aquella. El principio superior, el motor de la existencia, es la voluntad. La Voluntad Divina es el supremo motor de la Vida Universal.
Lo que importa, antes que nada, es comprender que podemos realizar todo en el dominio psíquico; ninguna fuerza queda estéril, cuando se ejerce de manera constante, con vistas a alcanzar un designio conforme al Derecho y a la Justicia.
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Con la preservación se da lo mismo que con la acción. La voluntad, la confianza y el optimismo son otras tantas fuerzas preservadoras, otros tantos baluartes nuestros opuestos a toda causa de desasosiego, de perturbación, interna y externa. Bastan, a veces, por si solos, para desviar el mal; mientras que el desanimo, el miedo y el mal humor nos desarman y entregan a él sin defensa. El simple hecho de mirar de frente a lo que llamamos el mal, el peligro, el dolor, la resolución con que los enfrentamos, y los vencemos, le disminuyen la importancia y el efecto.
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Si el hombre conociese la extensión de los recursos que en él germinan, tal vez quedase deslumbrado y en vez de juzgarse débil y temer al futuro, comprendería su fuerza, sentiría que él mismo puede crear ese futuro. Cada alma es un foco de vibraciones que la voluntad pone en movimiento. Una sociedad es una agrupación de voluntades que, cuando están unidas, concentradas en un mismo fin, constituyen el centro de fuerzas irresistibles.
Las humanidades son focos más poderosos que todavía vibran a través de la inmensidad.
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¡Querer es poder! El poder de la voluntad es ilimitado. El hombre, consciente de sí mismo, de sus recursos latentes, siente crecer sus fuerzas en la razón de sus esfuerzos. Sabe que todo lo que de bien y de bueno desee, tarde o temprano, se realizará inevitablemente, o en la actualidad o en la serie de sus existencias, cuando su pensamiento se ponga de acuerdo con la ley Divina. Y es en eso que se verifica la palabra celeste: "La Fe mueve montañas."
No es consolador y bello poder decir: Soy una inteligencia y una voluntad libre; me hice a mí mismo, inconscientemente, a través de las edades; edifiqué lentamente mi individualidad y libertad y ahora conozco la grandeza y la fuerza que hay en mí. He de ampararme en ellas; no dejaré que una simple duda las empañe por un instante siquiera y haciendo uso de ellas con el auxilio de Dios y de mis hermanos del Espacio, me elevaré por encima de todas las dificultades; venceré el mal en mí; me despegaré de todo lo que me encadena a las cosas groseras para levantar vuelo hacia los mundos felices.
Veo claramente el camino que se extiende y que tengo que recorrer. Este camino atraviesa una extensión ilimitada y no tiene fin; para guiarme en el Camino Infinito, tengo un guía seguro - la comprensión de las leyes de la vida, progreso y amor que rigen todas las cosas; - aprendí a conocerme, a creer en mi y en Dios. Poseo la llave de toda elevación y en la vida inmensa que tengo ante mí, me conservaré firme, constante en la voluntad de enoblecerme y elevarme, cada vez más; atraeré, con el auxilio de mi inteligencia, que es hija de Dios, todas las riquezas morales y participaré de todas las maravillas del Cosmos. Mi voluntad me llama: "Hacia el frente, siempre hacia el frente, cada vez más conocimiento, más vida, vida divina " Y con ella conquistaré la plenitud de la existencia, construiré para mí una personalidad mejor, más radiosa y amante. Salí para siempre del estado inferior del ser ignorante, inconsciente de su valor y poder; me afirmo en la independencia y la dignidad de mi conciencia y extiendo la mano a todos mis hermanos, diciéndoles: Despertad de vuestro pesado sueño; rasgad el velo material que os envuelve, aprended a conoceros, a conocer las potencias de vuestra alma y a utilizarlas. Todas las voces de la Naturaleza, todas las voces del Espacio os gritan: " Levantaos y marchad. Apresuraos para la conquista de vuestros destinos"
A todos vosotros que os dobláis al peso de la vida, que, juzgandoos solos y débiles, os entregáis a la tristeza, a la desesperación o que aspiráis a la nada, vengo a deciros: "La nada no existe; la muerte es un nuevo nacimiento, un encaminarse para nuevas tareas, nuevos trabajos, nuevas cosechas; la vida es una comunión universal y eterna que une a Dios a todos sus hijos"
A todos vosotros, que os creéis abatidos por los sufrimientos y decepciones, pobres seres afligidos, corazones que el viento áspero de las pruebas secó; Espíritus quebrados, dilacerados por la rueda de hierro de la adversidad, vengo a deciros: "No hay alma que no pueda renacer, haciendo brotar nuevos florecimientos. Os basta querer para sentir el despertar en vosotros de fuerzas desconocidas. Creed en vosotros, en vuestro rejuvenecimiento en nuevas vidas; creed en vuestros destinos inmortales. Creed en Dios, Sol de Soles, foco inmenso, del cual brilla en vosotros una centella, que se puede convertir en llama ardiente y generosa.

"Sabed que todo hombre puede ser bueno y feliz; para serlo basta que lo quiera con energía y constancia. La concepción mental del ser, elaborada en la oscuridad de las existencias dolorosas, preparada por la demorada evolución de las edades, se expandirá a la luz de las vidas superiores y todos conquistarán la magnífica individualidad que les está reservada.

"Dirigid incesantemente vuestro pensamiento hacia esta verdad: - que podéis venir a ser lo que quisiereis. Y sabed querer ser cada vez mayores y mejores. Tal es la noción del progreso eterno y el medio de realizarlo; tal es el secreto de la fuerza mental, de la cual emanan todas las fuerzas magnéticas y físicas. Cuando hubiereis conquistado este dominio sobre vosotros mismos, no tendréis más que temer los retrasos ni las caídas, ni las enfermedades, ni la muerte; habréis hecho de vuestro "yo" inferior y frágil una elevada y poderosa individualidad"

Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL

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