Compartamiento Espírita
Jaci Regis
Al abordar el problema de los vicios, no podemos caer en lugares comunes de condenación, pero necesitamos tratar de entender porqué el espíritu se vicia.
El término vicio es muy amplio. Naturalmente hay un concepto, un criterio social del vicio que se caracteriza por la expresión exterior de actitudes y comportamientos que presentan signos de degeneración del individuo en sí mismo y como parte de un grupo.
La cuestión es, desde el punto de vista espírita, aún más extensa. Según El Libro de los Espíritus, de entre los vicios el más radical es el agoísmo. El asunto es tratado en los ítems 913 y siguientes de esa obra.
Hasta ahora los problemas de los vicios más evidentes, como el alcoholismo, el tabaquismo, uso de drogas, han sido tratados de manera superficial, considerando solo los efectos.
Otros vicios no menos funestos, tales como los que distorcionan la sexualidad aprisionando al individuo a actitudes mentales de intemperancia, descontroles e inhibiciones, reduciéndole el nivel vivencial, son catalogados como enfermedades de etiología desconocida.
En verdad, el egoísmo tiene relación con todas esas anormalidades; con esas expresiones de comportamiento, que denotan toda una filosofía de vida, toda una eztructura existencial.
Examinemos las posiciones de Allan Kardec y los Espíritus que colaboraron con él en la codificación: En la cuestión 913 de El Libro de los Espíritus encontramos indicaciones bastante definidas al respecto, como por ejemplo: "Estudiad cada uno de los vicios y veréis que en el fondo de todos hay egoísmo. Por más que los combatáis, no llegaréis a extirparlos mientras no atáqueis el mal en su raíz, destruyendo la causa.
Kardec en las cuestiones 914 y 915 considera al egoísmo en dos situaciones relacionadas con el espíritu: 1) El egoísmo se fundamenta en el sentimiento de interés personal y 2) el egoísmo es inherente a la especie humana. Por eso él pregunta sobre la posibilidad de que pueda ser extirpado del corazón del hombre y de que se constituya en un obstáculo para el reinado del bien absoluto en la Tierra.
Fundamentalmente los Espíritus que colaboraron en la Codificación, atribuyen a la educación el papel decisivo en la lucha contra el egoísmo. O sea, en el aprendizaje del hombre sobre las cosas espirituales y en la reforma de las institucione shumanas que mantienen y exitan el egoísmo.
En el desenvolvimiento de ese proceso "los espíritus se despojan del egoísmo, como de otras impurezas", lo que llevará a un nuevo órden social "impelidos por dos sentimientos mutuos de solidaridad.
Dicha posición dice bien de los objetivos del Espíritismo y muestra la relación del individuo-medio, como raíz de los vicios, porque el egoísmo es tanto un defecto, una impureza, individual como colectiva. Y enseña cómo desde la Codificación, la Doctrina comprendió esas relaciones e influencias recíprocas.
En el proceso educativo a que se refieren los Espíritus, el Espiritismo tendrá grande influencia, porque, según la comunicación de Fenelon (Item 917) "El Espiritismo bien entendido, cuando se haya identificado con las costumbres y creencias, transformará los hábitos, usos y relaciones sociales. El egoísmo se asienta sobre la importancia de la personalidad. Pero el Espiritismo adecuadamente comprendido, lo repito, hace que veamos las cosas desde tan alto que el sentimiento de la personalidad desaparece en cierto modo ante la inmensidad. Al destruir esa importancia de la personalidad, o al menos hacerla ver como lo que de verdad es, el Espiritismo combate necesariamente el egoísmo".
Finalmente, de la lúcida apreciacaión que Kardec hace, luego de la respuesta la pregunta 917, conviene resaltar: "El hombre anhela ser feliz y éste es un sentimiento natural. De ahí que trabaja sin pausa para mejorar su situación en el mundo; busca las causas de los males que le aquejan, para ponerles remedio. Cuando llegue a entender bien que el egoísmo es una de esas causas, la que engendra el orgullo, la ambición, la concupiscencia, la envidia, el odio y los celos, que lo perturban en todo momento, que altera las relaciones sociales, provoca disenciones, mina la confianza y le obliga a mantenerse continuamente a la defensiva para con su vecino, que por último hace del amigo un enemigo; cuando comprenda todo esto, repetimos, se dará cuenta tambien que el vicio del egoísmo es incompatible con su propia ventura e incluso con su propia seguridad"
De hecho, muchos podrán preguntar: ¿Qué relación tiene el egoísmo con el problema existencial del joven que se deja vencer por las drogas, con el alcohólico tirado en la cuneta y con el fumador que "traga" su cigarrillo? O ¿cómo establecer relaciones entre el egoísmo y el instinto sexual o el vicio del juego?
El egoísmo es llaga que corroe el espíritu y la sociedad. El mismo conduce al individuo a los trastornos emocionales, a las perturbaciones psíquicas, a la inseguridad existencial, que están en la base de los comportamientos viciosos. Es gracias al egoísmo social, disfrazado de organización política o económica, que se oprime al individuo, se marginaliza a las criaturas. Es en favor del concepto del poder y productividad, que se generan diversas formas de delincuencia y se produce el auto-flagelo físico y moral, en que muchos caen inapelablemente.
El egoísmo es el que comercializa la droga, la distribuye entre los niños y jóvenes; dora la píldora amarga del cigarrillo mediante la fantasía de la propaganda, forzando a la imitación a los mas débiles; torna elegante y parte integral de la alegría y el dolor el consumo de bebidas de alto tenor alcohólico; monta casinos, el juego de la quiniela o de cartas. Es también el mismo quien regenta la prostitución, divulga el frenesí de la pasión social, aboga por el libertinaje; en fin, el que busca cada debilidad, cada escondrijo, para institucionalizar el vicio, importándole poco que el espíritu se haga jirones y se destruya.
El egoísmo es tan astuto que creó el machismo, el vencedor, como sinónimo de dominador, aunque sea a costa de sus más caras energías. Avanzó sobre la mujer, atacándola y estimúlandola a creer que solamente por la adopción de ciertos vicios es que se llegaria a realizar socialmente.
No se piense que las anteriores consideraciones eximan al individuo de su responsabilidad, ya vimos que la interacción entre él y el medio es de tal orden que no se puede, a no ser que sea idealmente, hacer entre ambos una separación, una división definida. Por ello, cualquier modificación sustancial de los vicios tiene que ser simultáneamente encarada en los campos personal y social. El egoísmo se exterioriza en actos de agresión a los demás, pero también de agresión a uno mísmo.
No sería inoportuno afirmar aquí que para dejar de ser egoísta es preciso aprender a amar. Y amar es darse.
Ahora bien, el egoísmo nos sugiere que cualquier donación significa una pérdida, porque supone que la seguridad, la felicidad, estan en retener, en poseer, en dominar. De aquí el tránsito del egoísmo para el altruísmo sea una actitud que dependa de una educación que abra al hombre las perspectivas amplias de la vida, imperecedera y dinámica.
El Espírita, en primer lugar, sabe que vivirá eternamente y que el vicio no se circunscribe sólo a los componentes del organismo físico, sino también a los del periespíritu y, más que ello, le alcanza la médula espiritual. Este hecho determina disfunciones psíquicas y físicas que se prolongan en la continuidad de la vida, repercutiendo en la constitución periespiritual y somántica en posterios encarnaciones, constituyendose en la causal de muchas de las deformaciones presentes en los seres terrenos; conoce dentro de la visión global que le da la doctrina, qué es, porqué y para qupe es; comprende que su cuerpo físico es un santuario, levantado por la Sabiduría Divina, para servirle de instrumento de crecimiento y que la vida es inflexible, devolviendo invariablemente, con respuestas certeras, las agresiones que sufre.
Claro está que ello por sí mismo no alcanza para eliminar el problema interior pero el sujeto entiende que ya no tiene sentido o significado canalizar sus frsutraciones hacia comportamientos flageladores y auto-aniquilantes, porque la realidad es persistente, permanente, confortable o desconfortable, conforme a la actitud tomada y vivida.
Entonces, desencantos, desiluciones, angustias, miedo, inseguridad y otros elementos que generalmente estan ligados a los comportamientos viciosos, son canalizados para la producción del bien, o sea, que el espírita sabe que la proyección sobre los demás, la donación, el compartir sentimientos, constituyen remedios eficaces para los descarríos. De otro modo, los únicos caminos útiles, porque son los que producen respuestas compensatorias. Entonces el aprendizaje de "sevir" no es más un ejercicio de virtud en el sentido salvacionista, sino una terapia, capaz de devolver el equilibrio perdido y, desde el punto de vista espírita, mostrar perspectivas realmente alentadoras, sustentadoras del esfuerzo de superación de uno mismo.
Es también posible señalar que, a la luz de la filosofía espiritista, la vida se ve valorizada por la creación y participación en el bien, o sea, por la superación del egoísmo, causa profunda de todos los estados depresivos, viciosos y dolientes del alma.
Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL
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