sábado, 20 de abril de 2013

Suerte de los niños despues de la muerte

El Libro de los Espíritus

Libro Segundo: MUNDO ESPIRITISTA O DE LOS ESPÍRITUS
Capitulo IV: PLURALIDAD DE EXISTENCIAS

V.- Suerte de los niños después de la muerte

197. El Espíritu de un niño muerto a temprana edad ¿está tan adelantado como el del adulto?
  • A veces mucho más, porque puede haber vivido mucho y poseer mayor experiencia, sobre todo si ha progresado.
197 a. Así pues, ¿puede el Espíritu de un niño estar más evolucionado que el de su padre?
  • Esto es muy frecuente. ¿No lo comprobáis vosotros mismos a menudo, en la Tierra?
198. Puesto que el niño muerto a tierna edad no ha podido hacer el mal, ¿pertenece su Espíritu a los grados superiores?
  • Si no ha hecho el mal, tampoco hizo el bien, y Dios no lo exime de las pruebas que ha de padecer. Si es puro no será porque era niño, sino porque se hallaba más adelantado.
199. a. ¿Por qué muchas veces se ve interrumpida la vida en la niñez?
  • La duración de la vida del niño puede ser, para el Espíritu en él encarnado, el complemento de una existencia interrumpida antes del término debido, y su muerte es a menudo una prueba o una expiación para los padres.
199 a. ¿En qué se transforma el Espíritu de un niño muerto a edad temprana?
  • Recomienza una nueva existencia.
Si el hombre tuviera una sola vida, y si después de ella su suerte futura estuviese fijada para la eternidad, ¿cuál sería el mérito de la mitad de la especie humana que muere a tierna edad, para disfrutar sin esfuerzos de la dicha eterna, y con qué derecho sería liberada de las condiciones con frecuencia tan duras impuestas a la otra mitad? Semejante orden de cosas no podría estar de acuerdo con la justicia de Dios. Por medio de la reencarnación se establece la igualdad para todos. El porvenir pertenece a todos sin excepción y no hay favor para nadie. Los que llegan últimos sólo pueden atribuirlo a sí mismos. El hombre debe tener el mérito de sus acciones, así como le cabe la responsabilidad de ellas.
Por otra parte, no es racional considerar a la infancia como un estado normal de inocencia. ¿No vemos niños dotados de los peores instintos en una edad en que la educación no ha podido todavía ejercer su influjo? ¿No conocemos otros que parecieran haber traído de nacimiento la astucia y la falsedad, la perfidia y el instinto mismo del robo y el crimen, no obstante los buenos ejemplos de que están rodeados? La ley civil les absuelve de sus delitos porque alega que han obrado sin discernimiento. Y tiene razón, pues en efecto actúan más por instinto que en forma deliberada. Pero ¿de dónde pueden proceder esos instintos tan diversos en niños de una misma edad, educados en idénticas condiciones y sometidos a iguales influencias? ¿De dónde proviene esa precoz perversidad, si no es de la inferioridad del Espíritu, puesto que la educación no ha intervenido para nada en ello? Los que son viciosos, lo son porque sus Espíritus han progresado menos y sufren entonces las consecuencias de esto, no por sus acciones de niño, sino por las de sus anteriores existencias, y de esta manera la ley es la misma para todos y la justicia de Dios a todos alcanza.


Aprendamos a ver a nuestros hijos como Espíritus encarnados que comienzan una nueva vida de posibilidades para ser mejores y entonces comprenderemos mejor sus acciones. Es nuestro deber marcarles el camino que deben recorrer para evitar que se desarrollen sus estados negativos latentes, ellos vienen a nuestro hogar con el objetivo de superar sus errores, asi como nosotros encarnamos en nuestros hogares donde nuestros padres nos dieron las herramientas necesarias para transitar la vida de manera mas o menos conciente.

Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL.

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