viernes, 12 de mayo de 2017

EL PERDÓN EN LA FAMILIA

Para comenzar a preparar este segmento esta vez hice un ejercicio sencillo, busque en el diccionario el significado de la palabra PERDÓN y busqué en Internet el concepto más generalizado que se publica.

Y en todos los casos hay cierta concordancia que voy a tratar de resumir.

El perdón entendido en su concepto básico dice que: “es la acción por la que una persona perdona a otro una acción considerada como ofensa, renunciando eventualmente a vengarse, o reclamar un justo castigo o restitución, optando por no tener en cuenta la ofensa en el futuro, de modo que las relaciones entre ofensor perdonado y ofendido perdonante no queden afectadas o queden menos afectadas.”

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ELEGIR EL PERDÓN

La escritora Robin Casagian expresa que todas las personas tienen su propia historia de odio, resentimiento y tristeza. Cada uno pasa en la vida por diferentes fases de disgusto, ingratitud, ofensas, separación de cónyuges, agresiones varias, adulterios, intrigas y demás conflictos que siembran la amargura en las profundidades del espíritu. Todos hemos experimentado motivos para sentir rencor, tristeza, rabia.

Ahora bien…muchas son las personas que deciden aferrarse al rencor con la exclusiva finalidad de tener alguien a quien culpar por su desdicha. A partir del instante en que elegimos el perdón expulsaremos de nuestra casa íntima un elemento indeseable: el resentimiento. 

El resentimiento sólo produce desequilibrio y destruye la armonía interior. La opción por el perdón despeja de la mente a uno de los más nefastos enemigos de su tranquilidad, y a partir de entonces comienza a experimentar alivio, a estar más liviana, a producir, por último, una saludable transformación en la vida del individuo. Recuérdese que la otra cara del dolor es la paz, la alegría, lo que hace del perdón una auténtica elección a favor de la felicidad. Busca en tu corazón la bondad, la compasión, la ternura, hasta conseguir el coraje que te permita mirar más allá del miedo y la rabia. Cuando miremos más allá estaremos en condiciones para comprender que cada cual alcanzó un escalón evolutivo, e inevitablemente cometerá, igual que nosotros, actos irreflexivos.

Jesús miraba el fondo del alma humana y comprendía el estado de ignorancia de los que cometen errores y de quienes practican actos imprudentes en la vida. No obstante, lo importante es evitar la repetición de los errores, porque en el futuro constituirán un perjuicio para el individuo. (*)
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Ahora podemos hablar del perdón en la familia.

Como dijimos, en alguna oportunidad, la familia es un grupo solidario formado por seres que han planificado venir juntos a la vida con un objetivo. Muchas veces uno de esos objetivos es el perdón, el acercamiento afectivo con quienes en otra vida pudimos tener graves diferencias.

El olvido del pasado ayuda a conseguir ese perdón, a pulir las diferencias porque nos cuesta romper un lazo familiar así porque sí.

Muchas veces cuando queremos expresar un amor sublime decimos que el amor de una madre o un padre es capaz de perdonar cualquier cosa a un hijo, aún en los momentos más difíciles. Hemos visto a madres pacientes visitando a hijos en la cárcel cada semana, aun sabiendo que este ha cometido hechos de muchísima gravedad. Y no entendemos muy bien como ocurre pero así es, es un genuino sentimiento de amor que se pone por encima de toda circunstancia a nuestros ojos inaceptable.

También observamos en la familia que muchas veces discutimos, nos peleamos con nuestros hermanos por ejemplo y sin embargo al poco rato estamos como si nada hubiese ocurrido. Podríamos decir que escribimos esas ofensas en la arena, donde un leve viento puede borrarlas.

Y todo esto ocurre porque es en el ámbito de la familia donde se dan esas condiciones para purificar el sentimiento del amor, del perdón, de la solidaridad.

Ahora, ustedes me dirán: en mi familia hay quienes han roto esos lazos sin importarles mucho el dolor de los demás, y es verdad, porque como dijimos en el programa anterior muchas veces en esa programación familiar, antes de venir a la vida, decidimos ceder, resignar, y aceptamos que esta posibilidad de venir juntos en el mismo núcleo familiar nos permitirá saldar, o pulir al menos, ese rencor. 

Cuando comienzo a ver la vida, la familia, la sociedad desde el punto de vista espiritual, algunas piezas empiezan a encajar, a tener algún sentido, porque pensemos: ¿Qué explicación le podemos dar a la falta de afinidad o simpatía que muchas veces tenemos con alguno de nuestros hermanos, con nuestra madre o nuestro padre? Muchas veces podemos decir que es por acciones directas en esta vida que no aceptamos o consideramos nos ofenden, pero muchas otras aparentemente no hay hechos relevantes, directos que podamos decir que nos alejaron de esas personas, aun sabiendo y sintiendo que son nuestra familia. ¿Qué pasó que nos alejamos tanto que no sentimos deseos de estar con ellos? Y vemos que la explicación no está a nuestra vista. Entonces comenzamos a ver que la posibilidad de haber tenido esa causa en una vida anterior o en varias vidas anteriores no es tan dispar…Quién esté libre de pecado que arroje la primera piedra, dijo el Maestro Jesús. Yo me pregunto, y les pregunto ¿acaso no será que en nuestro recorrido de vidas pudimos ofender a esta o aquella persona? ¿Acaso somos tan perfectos que no pudimos hacer lo que vemos que otros hacen?...son buenos interrogantes para reflexionar y pensar de que todo efecto tiene una causa…si la causa no está en el aquí y el ahora, puede estarla en el pasado.

Ahora, sigamos pensando; el error que el otro comete ¿justifica que no podamos perdonar?…soltarrrr…como dijimos hoy, para transformar ese hecho en una experiencia de aprendizaje. Porque de nada nos sirve conservar ese rencor con aquel que creemos nos hizo un mal. ¿Por qué?... Porque si individualmente superamos ese conflicto nos liberaremos de volver a pasar por la misma prueba.

Reflexionemos:
  • ¿Vale la pena volver a pasar por lo mismo una y otra vez, tan solo por no aflojar mi postura?
  • ¿Quién es el mayor perjudicado cuando mantengo un rencor o un resentimiento contra alguien?
Con todo lo expuesto, entonces, estamos en condiciones de sentarnos un minuto a reflexionar y pensar cuanto rencor hay dentro mío, a quien debo perdonar, ¿será que mi malestar físico es producto de no poder perdonar?

Recuerda que: “Cuando mantienes tu resentimiento hacia otra persona, estás amarrado a esa persona o a esa situación, por un vínculo emocional que es más fuerte que el acero.
Perdonar es la única forma de disolver ese vínculo y lograr la libertad”.
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PERDÓN

Asomaba a sus ojos una lágrima 
y... en mi labio una frase de perdón; 
habló el orgullo y enjugó un llanto, 
y la frase en mi labio expiró. 
Yo voy por un camino, ella por otro; 
pero al pensar en nuestro mutuo amor, 
yo digo aún: ¿Por qué calle aquel día?. 
Y ella dirá: ¿Por qué no lloré yo?. 

Autor del poema: Gustavo Adolfo Bécquer


(*) Educación de los sentimientos. Jason de Camargo.
AMOR FRATERNAL

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