viernes, 14 de abril de 2017

FRENTE A LA ORACIÓN

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Pronunciar la oración inicial y la de cierre de las reuniones doctrinarias, facilitando, de tal manera, la sintonía con los Benefactores Superiores.

La oración religa(1) a los Espíritus.

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Cuando fuere posible, abandonar las fórmulas de recitación y la pronunciación mecánica de las "oraciones leídas", y vivir, preferentemente, las expresiones creadas de improviso, emotivamente, exaltando la propia fe.

Hay diferencia fundamental entre orar y declamar(2).

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Abstenerse de repetir en voz alta las preces(3) que son proferidas por otros amigos en las reuniones doctrinarias.

La oración, por encima de todo, es sentimiento.

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Prevenirse contra la afectación y el exhibicionismo al pronunciar esta o aquella oración, adoptando concisión y espontaneidad en todas ellas, a efectos de que no sean vehículos o intentos de apariencia.

Fervor en el alma, luz en la oración.

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En nuestras manifestaciones de fe, recordar a todos aquellos a quienes hayamos afectado o herido, aún mismo inconscientemente, rogándoles, en silencio y a la distancia, el necesario perdón de nuestras faltas.

Los resultados de la oración, como los resultados del amor, son ilimitados.

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Abolir los pedidos incesantes en beneficio de nosotros mismos, centralizando nuestro pensamiento por la intercesión en favor de los menos felices.

Quien ora en favor de los demás, se ayuda a sí mismo.

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Controlar la modulación de la voz en las oraciones públicas, huyendo de lo teatral y convencional.

El sentimiento es todo.

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"Vigilad y orad, para que no entréis en tentación" - Jesús
MATEO, 26:41


(1) Religa: Une. Volver a atar.
(2) Declamar: Hablar con el fin de ejercitarse en las reglas de la retórica, casi siempre sobre asunto fingido o supuesto.
(3) Preces: Ruegos, súplicas.


AMOR FRATERNAL

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