martes, 12 de marzo de 2013

Ley de Adoración

De todas las herramientas que Dios a puesto a nuestro alcance para poder acercarnos a Él, la oración es la mas importante, si logramos hacer nuestro pedido con humildad y sencillez Dios nos proveera de las herramientas para solucionar nuestros problemas.

La cuestión mas importante a saber es que debemos pedir, como debemos hacerlo y a quien. A continuacion compartimos lo que los espírtus le manifestaron a Kardec en su libro: El libro de los espíritus.

 

I.- Finalidad de la adoración

649. ¿En qué consiste la adoración?
  • Es la elevación del pensamiento hacia Dios. Mediante la adoración acercamos nuestra alma a Él.
650. La adoración ¿es resultado de un sentimiento innato, o producto de una enseñanza?
  • Sentimiento innato, como el de la Divinidad. La conciencia de su debilidad lleva al hombre a prosternarse ante Aquel que puede protegerlo.
651. ¿Ha habido pueblos carentes de todo sentimiento de adoración?
  • No, porque jamás hubo pueblos de ateos. Todos comprenden que hay por encima de ellos un Ser Supremo.
652. ¿Se puede pensar que la adoración tenga su origen en la ley natural?
  • Está en la ley natural, puesto que es el resultado de un sentimiento innato en el hombre. De ahí que la encontremos en todos los pueblos, si bien con formas diferentes.
II.- Adoración externa
 
653. ¿Tiene la adoración necesidad de manifestaciones exteriores?
  • La verdadera adoración está en el corazón. En todas vuestras acciones, pensad siempre que el Señor os observa.
653 a. La adoración externa ¿es útil?
  • Sí, cuando no constituye un vano simulacro. Siempre es útil dar un buen ejemplo. Pero aquellos que sólo lo hacen por afectación y amor propio, y cuya conducta desmiente su piedad aparente, ofrecen un ejemplo más malo que bueno, y hacen más daño del que piensan.
654. ¿Otorga Dios una preferencia a aquellos que lo adoran de tal o cual modo?
  • Dios prefiere a los que lo adoran desde los hondones de su corazón, con sinceridad, haciendo el bien y evitando el mal, y no a esos otros que creen honrarlo con ceremonias que no los tornan mejores para con sus semejantes.
Todos los hombres son hermanos entre sí e hijos de Dios. Él llama hacia sí a todos aquellos que observan sus leyes, sea cual fuere la forma con que se expresen.
El que no posee más que las apariencias de la piedad es un hipócrita. Aquel cuya adoración es sólo afectada y se contradice con su conducta, de un mal ejemplo.
El que se ufana de adorar a Cristo y por otra parte es orgulloso, envidioso y celoso, duro e implacable para con los demás, o codicioso de los bienes del mundo, yo os digo que la religión está en sus labios pero no en su corazón. Dios, que todo lo ve, dirá: Aquel que conoce la verdad es cien veces más culpable del mal que comete, que el ignorante salvaje del desierto, y en el día de la justicia será tratado en consecuencia. Si un ciego os hace caer a su paso, le excusáis, pero si es un hombre que ve bien, os quejaréis, y con razón.
No preguntéis, por tanto, si hay una forma de adoración que sea más conveniente, porque equivaldría a preguntar si es más grato a Dios que lo adoren en un idioma más bien que en otro. Una vez más os digo: Los cánticos sólo llegan a Él por la puerta del corazón.
 
655. ¿Es reprobable practicar una religión en la que no se cree de corazón, cuando lo hacemos por respeto humano y para no escandalizar a aquellos que piensan de otro modo?
  • La intención es la regla, en esta como en otras muchas cosas. El que sólo tiene en vista respetar las creencias ajenas no procede mal: incluso procede mejor que aquel otro que las pusiera en ridículo, porque éste carecería de caridad. Pero el que practica una religión por interés y ambición es despreciable a los ojos de Dios y a los de los hombres. A Dios no pueden serle gratos quienes fingen humillarse ante Él para granjearse la aprobación de los hombres.
656. La adoración en común ¿es preferible a la individual?
  • Los hombres congregados por una comunión de pensamientos y sentimientos tienen más fuerza para llamar hacia sí a los buenos Espíritus. Lo propio acontece cuando se reúnen para adorar a Dios. Pero no creáis por esto que la adoración persona sea inferior, porque cada cual puede adorar a Dios pensando en Él.
III.- Vida contemplativa
 
657. Los hombres que se consagran a la vida contemplativa, no haciendo mal alguno y sólo pensando en Dios, ¿tienen un mérito a los ojos de Él?
  • No, porque si no hacen mal, tampoco realizan el bien y son inútiles. Por otra parte, no practicar el bien es ya un mal. Dios quiere que se piense en Él, pero no quiere que sólo en Él se piense, puesto que ha dado al hombre en la Tierra deberes que cumplir. Aquel que se consume en la meditación y la contemplación no hace nada meritorio a los ojos de Dios, porque su vida es enteramente personal e inútil para la humanidad, y Dios le pedirá cuentas del bien que no haya realizado. (Véase parágrafo 640).
IV.- De la oración
 
658. La plegaria ¿es grata a Dios?
  • La oración siempre es agradable a Dios cuando ha sido dictada por el corazón, por cuanto la intención lo es todo para Él, y la plegaria que te surge del corazón es preferible a la que puedes leer, por bella que ésta sea, si las estás leyendo más con los labios que con el pensamiento. La oración es grata a Dios cuando se dice con fe, sinceridad y fervor. Pero no creas que Él escuche la del hombre vano, orgulloso y egoísta, salvo que se tratara de un acto de arrepentimiento sincero y de genuina humildad.
659. ¿Cuál es el carácter general de la plegaria?
  • La plegaria es un acto de adoración. Orar a Dios es pensar en Él. Acercarse a Él. Ponerse en comunicación con Él. Mediante la plegaria se pueden hacer tres cosas: loar, pedir, agradecer.
660. La oración ¿hace mejor al hombre?
  • Sí, porque el que ora con fervor y confianza es más fuerte contra las tentaciones del mal, y Dios le envía Espíritus buenos para que lo asistan. Es una ayuda que jamás se rehúsa cuando ha sido pedida con sinceridad.
660 a. ¿Cómo se explica que algunas personas que oran mucho sean, a pesar de esto, de un carácter muy malo, celosas, envidiosas, avinagradas; que carezcan de benevolencia e indulgencia; que a veces, incluso, sean viciosas?
  • Lo esencial no es orar mucho, sino hacerlo bien. Esas personas creen que todo el mérito estriba en la longitud de la plegaria y cierran los ojos antes sus propios defectos. La oración es para ellas una ocupación, un modo de emplear el tiempo, pero no un estudio de sí mismas. No es el medicamento el que sea ineficaz, sino la manera como se suministra.
661. ¿Podemos orar con buen resultado a Dios, pidiéndole que nos perdone nuestras faltas?
  • Dios sabe discernir el bien del mal. La oración no oculta las culpas. El que pide a Dios el perdón de sus propias faltas sólo lo obtiene si cambia de conducta. Las buenas acciones son la mejor de las plegarias, porque los hechos valen más que las palabras.
662. ¿Se puede orar por otros con buen resultado?
  • El Espíritu del que está orando obra por su voluntad de hacer el bien. Mediante la plegaria atrae hacia él a los buenos Espíritus, los cuales se asocian al bien que quiere realizar.
En nosotros mismos poseemos, por el pensamiento y la voluntad, un poder de acción que se extiende mucho más allá de los lindes de nuestro ámbito corporal. La oración por los demás constituye un acto de esa voluntad. Si es ardorosa y sincera, podemos apelar en nuestra ayuda a los Espíritus buenos, a fin de que nos sugieran buenos pensamientos y nos otorguen la fuerza del cuerpo y del alma que necesitamos. Pero en este caso también la plegaria del corazón lo es todo, y la de los labios nada vale.
 
663. Las oraciones que hacemos por nosotros mismos ¿pueden cambiar la índole de nuestras pruebas y desviar su curso?
  • Vuestras pruebas están en manos de Dios, y las hay que deben ser soportadas hasta el final, pero en tal caso Dios siempre toma en cuenta la resignación. La plegaria atrae hacia vosotros a los Espíritus buenos, los cuales os dan fuerza para resistirlas con valor, y entonces os parecen menos duras. Lo hemos dicho ya: nunca es inútil la oración si ha sido bien realizada, porque otorga fuerza y este es, de por sí, un importante resultado. Ayúdate, que el cielo te ayudará, ya conoces eso. Por otra parte, Dios no puede cambiar el orden de la Naturaleza a gusto de cada cual, porque lo que es un gran mal desde vuestro mezquino punto de vista y del de vuestra vida efímera suele ser a menudo un gran bien en el orden general del Universo.Además, ¿cuántos males no hay de los que el hombre es autor, debido a su imprevisión y a sus faltas? A causa de ellos se le castiga por donde pecó. Sin embargo, los pedidos justos son satisfechos con más frecuencia de la que creéis. Pensáis que Dios no os ha escuchado porque no ha obrado un milagro para vosotros, mientras que en realidad Él os está asistiendo por medios tan naturales que os parecen efectos del azar o de la fuerza de las circunstancias. A menudo también, incluso casi siempre, os inspira Él la idea adecuada para que os liberéis vosotros mismos de la dificultad.
664. ¿Es útil orar por los difuntos y por los Espíritus sufrientes? Y en caso afirmativo, ¿cómo pueden nuestras preces llevarles alivio y abreviar sus padecimientos? ¿Tienen ellas el poder de hacer que ceda o se apiade la justicia de Dios?
  • La oración no puede tener por efecto el cambiar los designios de Dios, pero el alma por la cual se está orando experimenta alivio con ello, porque es un testimonio de interés que se le ofrece, y a causa de que el desdichado se alivia siempre que encuentra almas caritativas que se compadecen de sus dolores. Por otra parte, mediante la plegaria se le induce al arrepentimiento y al deseo de hacer lo necesario para ser dichoso. En este sentido se puede abreviar su pena, si por su lado ayuda con su buena voluntad. Ese deseo de mejorar, intensificado por la oración, atrae junto al Espíritu sufriente a otros Espíritus más evolucionados que acuden a instruirlo, confortarlo e infundirle esperanzas. Jesús oraba por las ovejas descarriadas. Con esto os mostró que seríais culpables si no lo hicierais vosotros por aquellos que más lo necesitan.
665. ¿Qué pensar de la opinión que rechaza a la oración por los difuntos, debido a que no ha sido prescrita por los Evangelios?
  • Cristo dijo a los hombres: Amaos los unos a los otros. Esta recomendación implica la de emplear todos los medios posibles para testimoniarles afecto, sin que por esto se entre en detalle alguno acerca de la manera de poner en práctica esa máxima. Si es cierto que nada puede desviar al Creador de la aplicación de la justicia –que a Él es inherente- a todas las acciones del Espíritu, no es menos verdad que las preces que hacia Él eleváis, en favor de aquella persona que os inspira afecto, constituyen para ella un testimonio de recordación que no puede sino contribuir a aligerar sus sufrimientos y confortarla. Tan pronto como dé muestras del menor signo de arrepentimiento, y solamente entonces, será socorrida. Pero no se le permitirá nunca ignorar que un alma simpática se ocupó de ella, y le queda la tierna creencia de que la intercesión de esa alma le ha sido útil. De lo cual resulta por fuerza, de su parte, un sentimiento de gratitud y de afecto hacia aquel que le ha dado esa prueba de adhesión o de piedad. En consecuencia, el amor que recomendaba Cristo a los hombres no ha hecho sino aumentar entre esas dos almas. Ambas han obedecido, pues, a la ley del amor y unión de todos los seres, ley divina que debe llevar a la unidad, objetivo y fin del Espíritu.
666. ¿Podemos orar a los Espíritus?
  • Se puede suplicar a los Espíritus buenos en su carácter de mensajeros de Dios y ejecutores de sus mandatos. Pero su poder está en razón de su superioridad y depende siempre del Señor de todas las cosas, sin cuyo permiso nada se hace. De ahí que las oraciones que se les dirijan sólo sean eficaces si son aprobadas por Dios.




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