miércoles, 11 de diciembre de 2013

Auxiliares invisibles

Mediumnidad

Edgar Armond

Capitulo 33

Bajo el nombre de guías, en general nos referimos a las Entidades que asisten a cada individuo en su pasaje por la Tierra. Conviene distinguir, en ese conjunto, una Entidad de otra, según las funciones que ejercen.
La asistencia individual es hecha por Entidades ligadas, en una forma o en otra, al destino de los encarnados, y el nombre más apropiado a darles sería: protectores, asistentes espirituales.
Guías, en la acepción conferida a esa palabra en los medios iniciáticos, solamente los poseen los individuos que tienen una misión a cumplir con relación a la colectividad, y eso independientemente de otros protectores y asistentes que puedan poseer, como realmente sucede.
Esos protectores y asistentes comunes mantienen con el individuo ligaciones más estrechas, más íntimas y permanentes, y actúan en todos los casos, interfieren incluso en detalles de la vida común, mientras que los Guías, propiamente dichos, solamente intervienen en situaciones de importancia, actúan en las grande líneas de los acontecimientos, se manifiestan solamente en ocasiones o asuntos ligados a la misión que el individuo debe cumplir.

Y entre los Guías se establece también una diferenciación, habiendo “Guías de Encarnación” –ligados al individuo solamente en relación a los acontecimientos de una vida en el plano material–, y “Guías de Evolución” –ligados a períodos más o menos largos de sus vidas anteriores.

El médium bien formado, tanto desde el punto de vista técnico como moral y que realiza su tarea con nobleza y desprendimiento, tendrá oportunidad de entrar en contacto con esas diferentes categorías de entidades, y en esos contactos conseguirá identificarlas, distinguiéndolas unas de las otras, lo que por otra parte es de gran utilidad y conveniencia, entre otras razones por el hecho de quedar sabiendo a quién debe recurrir, en uno o en otro caso, según la naturaleza del problema para el cual necesite asistencia o consejo espiritual.

Para un asunto común, de la vida hogareña, por ejemplo, apelará para un asistente familiar, mientras que para una decisión ligada a la vida pública, se dirigirá al guía de su encarnación, y así por delante.
En los casos, por ejemplo, de molestias o de dificultades domésticas, son los asistentes familiares quienes intervienen, esclareciendo o señalando lo que conviene hacer.
En los casos de curas a distancia, realizadas en sesiones espiritas de centros o grupos, el operador invisible, responsable por el trabajo, no siempre examina directa o personalmente al enfermo sino que simplemente lanza la interrogación al asistente familiar, quien inmediatamente responde dando los esclarecimientos necesarios; además, es éste la mejor autoridad para hacerlo, porque está en continuo y perfecto contacto con el protegido, conoce todos los detalles de la cuestión y puede dar una información segura y precisa.
Solamente en los casos en que la interrogación hecha o la decisión a tomar escapa a los límites de sus atribuciones es que ellos mismos, los familiares, recurren a los guías de encarnación, que poseen mayor autoridad y saber, y que conocen, además de eso, las ligaciones kármicas de la vida actual del protegido que, casi nunca, son del conocimiento del asistente familiar.
Los familiares, protectores y guías, están ligados a la vida del individuo encarnado o porque lo pidieron, en virtud de razones afectivas, o porque recibieron tales tareas, para efecto de rescate kármico. Tienen, por tanto, el mayor interés en llevar a buen término sus misiones, aunque, en la mayoría de los casos encuentren dificultades en realizarlas por falta de comprensión, conocimientos espirituales, posibilidades de ligación, entendimiento, sensibilidad y fe de parte de los asistidos.

Es preciso, pues, por todos los medios, procurar contactos con los asistentes espirituales, ya que ellos representan para todos nosotros una preciosa fuente de esclarecimiento, consejo y ayuda. Pensando en ellos constantemente, nos estamos conectando; pidiendo su auxilio en los casos que superan nuestras fuerzas, nos estamos vinculando; mencionando a esas Entidades en las plegarias que hacemos diariamente, también nos estamos ligando a ellas; mas es necesario además de todo eso reservar, en nuestras labores cotidianas, algunos momentos para las meditaciones diarias, durante las cuales los procuramos con nuestros pensamientos y ajustamos con ellos, en un sincero y franco entendimiento mental, los asuntos más graves de nuestra vida y, con el auxilio de las inspiraciones que entonces recibimos, rectificamos nuestros rumbos.

Es sabido, como ya dijimos, que los asistentes no hacen nuestro trabajo, no cargan nuestro fardo, pues eso sería contrario a las leyes de la vida espiritual, entre otras razones, porque nos quitaría el mérito de la obra y destruiría el libre albedrío individual, que es una cosa sagrada; mas, simplemente nos orientan, nos aconsejan, estimulan e inspiran el procedimiento más acertado y conveniente.

Oírlos, pues, es tener prudencia; obedecerlos, es demostrar sabiduría.


Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL

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