viernes, 17 de abril de 2015

El Perdón

Educación de los Sentimientos

Jason de Camargo

JESÚS Y EL PERDÓN


El perdón es uno de los capítulos más simples y al mismo tiempo uno de los más importantes de las enseñanzas de Jesús. Antes de Él no se había conferido a este tema la relevancia que merecía. El Nazareno ya sabía de los innumerables perjuicios que los resentimientos producen en el alma humana, y que solamente el perdón sería capaz de liberar al individuo de la esclavitud de sus penas y remordimientos. El Maestro apuntó a los aspectos fundamentales de esa virtud que necesitaba ser desarrollada.Conocía el atraso espiritual de la humanidad, e indicó los caminos necesarios para el cambio de paradigmas, para la aceptación de conceptos y conductas que ofrecieran al ser humano mejores condiciones para conquistar mayor felicidad. La felicidad habría de ser el resultado de la pureza espiritual, pero ¿cómo llegar a ser puro si se alimentan rencores, disgustos, remordimientos, resentimientos? Por eso dijo Jesús: "...depositad vuestra ofrenda al pie del altar e id a reconciliaros con vuestro hermano; recién después volved para presentarla". No se puede ir en busca de Dios cuando se conservan manchas en el altar de la conciencia. Reconciliémonos primero con nuestro prójimo, limpiemos nuestra conciencia, y después estaremos en mejores condiciones para hacer la ofrenda de nuestro trabajo al Creador.

El Sublime Terapeuta indicó algunos aspectos importantes acerca del perdón que no podemos dejar de recordar:

a) Todos cometen errores
El Mesías se propuso que las personas tomaran conciencia de que todos cometemos errores, que cometemos faltas graves, y por ese motivo no podemos acusar severamente ni punir a nuestro prójimo sin compasión. Cuando el dijo que "...no debemos juzgar para no ser juzgados" o que "...no arrojáramos piedras al tejado del vecino cuando el nuestro es de vidrio", estaba dirigiéndose a lo más profundo del ser humano, a la conciencia. Ese punto es importante en la medida que cada uno desea ser perdonado por sus errores, aunque no siempre esté dispuesto a perdonar las faltas cometidas por sus semejantes en contra de él. Si quiero ser perdonado deberé perdonar; con la misma medida con que yo mida seré medido: estos son elementales principios de justicia. En la famosa anécdota de la mujer sorprendida en adulterio, por ejemplo, los hombres querían apedrearla y el Maestro los reprendió al decirles: "Quien nunca haya pecado que le arroje la primera piedra". Nadie osó lanzar ninguna piedra porque todos habían cometido errores. Él mismo se limitó a hacer un llamado a sus conciencias.
Jesús trataba de abrir la mente de las personas para que cumplieran las leyes de Dios, pues perdonar es un deber de los seres humanos. Quien no perdona infringe la ley y padecerá las consecuencias de sí mismo.

b) Cuantas veces perdonar.
El segundo de los puntos abordados por el Maestro Galileo se refiere a perdonar siempre. La respuesta que dio a Pedro, en cuando a que deberíamos perdonar setenta veces siete veces, establece que perdón debe ser una praxis del ser humano que no tendrá límites. El perdón no puede ser una puerta que se abra o se cierre según nuestros caprichos. El perdón es de índole trascendente, espiritual, y forma parte de los cánones de la ley divina. Aunque una sola vez omitiéramos perdonar, eso produciría una inmensa energía rencorosa suficiente para destruir la armonía de la mente. Perdonar siempre significa haber convertido al perdón en un hábito sano de higiene espiritual. Significa estar abierto a la compasión y no considerar que el perdón sea un acto reservado exclusivamente a los espíritus elevados. Jesús lo enseñó y eso indica que tenemos plenas condiciones para perdonar y ser perdonados.

c) A quién perdonar.
Jesús no hacía distinciones entre los seres humanos. Sabía que la ignorancia de las leyes de Dios era la tónica de aquella época en que predominaba la pena del talión: "ojo por ojo, diente por diente". El perdón a los enemigos era inadmisible. Sin embargo, su propuesta consistía en perdonar tanto a los amigos como a los enemigos. El mismo dio el ejemplo en ese sentido al disculpar las indecisiones de Pedro, el acto irreflexivo de Judas y a quienes lo calumniaron y persiguieron hasta matarlo. Incluso en los instantes finales de su existencia rogó a Dios: "Padre, perdónalos, no saben lo que hacen".

Tan importante como perdonar a los otros es que nos perdonemos a nosotros mismos. Nos referimos al auto-perdón de nuestros errores. Desde el punto de vista psicológico el auto-perdón evita que lleguemos a penetrar en la terrible zona del remordimiento, capaz de provocar la destrucción absoluta del sistema de equilibrio psíquico. Como consecuencia de los sentimientos de culpa muy intensos aparecen las peligrosas psicosis, enfermedades tales como la esquizofrenia y otros trastornos del comportamiento. Lógicamente se debe evitar la repetición de un error que, sin embargo, podrá ser reparado mediante un trabajo sustancial en la dirección del bien. La bondad repara las faltas; el remordimiento destruye el alma.

d) Cuando debemos perdonar.
Estamos en camino, en este viaje de perfeccionamiento. Por lo tanto el perdón debe ser realizado ahora, no después. Eso significa que éste es el momento de perdonar, y si no perdonáramos estaremos sometidos a nuevas encarnaciones depuradoras en el futuro, porque es imposible crecer espiritualmente mientras se conserva rencor en el corazón. Emmanuel nos ha recomendado sabiamente que "expulsemos del corazón todos los resentimientos". Esa advertencia tiene un significado psicológico, porque perdonar equivale a liberarse de las cadenas forjadas por la intranquilidad y el sufrimiento guardados en los archivos de la mente.

ELEGIR EL PERDÓN

...Cada uno pasa en la vida por diferentes fases de disgusto, ingratitud, ofensas, separación de cónyuges, agresiones varias, adulterios, intrigas y demás conflictos que siembran la amargura en las profundidades del espíritu. Todos hemos experimentado motivos para sentir rencor, tristeza, rabia.
El resultado de tales sucesos ha sido la aparición de un excesivo apego a los resentimientos. Las personas se aficionan de tal modo a los sentimientos inferiores que estos llegan a pertenecer, o lo que es lo mismo, a instalarse en su propia casa mental. Son de la familia y, sin ceremonias previas, provocan la tristeza, la rabia, la intranquilidad y los demás sufrimientos del alma. Muchas son las personas que deciden aferrarse al rencor con la exclusiva finalidad de tener alguien a quien culpar por su desdicha. A partir del instante en que elegimos el perdón expulsaremos de nuestra casa íntima a un elemento indeseable: el resentimiento.
El resentimiento solo produce desequilibrio y destruye la armonía interior. La opción por el perdón despeja de la mente a uno de los mas nefastos enemigos de su tranquilidad, y a partir de entonces comienza a experimentar alivio, a estar mas liviana, a producir, por último, una saludable transformación en la vida del individuo. Recuérdese, que la otra cara del dolor es la paz, la alegría, lo que hace del perdón una auténtica elección a favor de la felicidad. Busca en tu corazón la bondad, la compasión, la ternura, hasta conseguir el coraje que te permita mirar más allá del miedo y la rabia. Cuando miremos más allá estaremos en condiciones para comprender que cada cual alcanzó un escalón evolutivo, e inevitablemente cometerá, igual que nosotros, actos irreflexivos.

EL PERDÓN EN LA FAMILIA
La relación entre los miembros de una familia constituye el fundamente emocional de la estabilidad del hogar. Conseguir la paz entre sus miembros es esencial para la paz interior de cada uno, puesto que la familia es un sistema perfectible y, como tal, la conquista del perdón en su seno es un acto de perfeccionamiento para todo el grupo. En la mayoría de los hogares existe algún miembro que representa problemas para el equilibrio emocional de la estructura familiar. Aquí, el marido es afecto a las bebidas alcohólicas y se pone violento, allá, un hijo se desvía hacia las drogas y se deja arrastrar por torrentes de contradicciones sin fin. En ciertos casos los trastornos kármicos se traducen en incompatibilidades de toda índole: la madre o el padre tienen afinidad con uno de los hijos y dificultades con el otro. En otras partes surgen las infidelidades conyugales que producen desesperación y dolores atroces. Cuantas situaciones de violencia verbal o física, de ofensas mutuas, de incomprensiones de los padres con los hijos adolescentes y jóvenes, de ingratitud entre unos y otros. En definitiva, el hogar es un excepcional lugar para las reparaciones del pasado lejano y un importante laboratorio para la práctica del perdón. En el hogar hallamos significativas oportunidades para enmendar los errores cometidos en encarnaciones anteriores, y para perdonar a quienes nos han ofendido en otras épocas de nuestra experiencia humana.
Por lo tanto, considerar a la rabia una fuente de fuerza no es más que un auto-engaño.La rabia solamente alimenta el amor propio herido por las desavenencia familiares. La rabia perpetúa una lucha en la que ninguno triunfa. Por lo general exigimos al otro lo que nosotros no damos, y principalmente concentramos nuestra exigencia en quienes no nos inspiran un afecto demasiado profundo. 
El Espiritismo viene a explicarnos que en cierta forma es común que se vuelvan a encontrar en el hogar espíritus afines y no afines. En los procesos inherentes a las reencarnaciones anteriores es probable que hayamos cometido acciones que han afectado profundamente a muchas personas, algunas de las cuales pueden estar dentro de nuestra propia familia, en la presencia de un esposo necesitado de comprensión, o en ese hijo amado que necesita apoyo para superar los desequilibrios de su alma. De tal manera, el Espiritismo aporta otra forma de ver la vida. El perdón está insertado en esa modalidad humana y respetuosa de las relaciones familiares. Mira a tus familiares con ojos de ternura, perdónales las faltas que puedan haber practicado y avanza confiado hacia el futuro.

EL HABITO DE PERDONAR
Podemos estar abiertos, o no, a la práctica del perdón.Por lo general las personas todavía necesitan abrirse a esa práctica; se hallan cerradas y pocas son las que perdonan desde el fondo de su alma. No existe el hábito del perdón en el individuo, y a eso se debe el cúmulo de dolores que conserva dentro de sí mismo. El disgusto es como una espina que se lleva clavada y mientras no la extraiga le provocará sufrimiento. Ese hábito de no perdonar deriva del predominio que todavía tienen en nosotros los sentimientos inferiores. El orgullo, la vanidad, el egoísmo, la violencia, el rencor, etc., aún subsisten y generan resistencia a los hábitos virtuosos. Sin embargo, es conveniente considerar que la repetición del perdón tantas veces comos sean necesarias, conducirá al desenvolvimiento de esa virtud, que de acuerdo con lo previsto pasará a formar parte del patrimonio moral del ser humano. Cuanto más sea ejercitada, más fácilmente serán adoptadas las nuevas actitudes relativas a perdonar.
Al mirar a los otros desde el corazón, buscando en ellos señales de gentileza, generaremos una predisposición al perdón. En un primer momento no estaremos habituados a realizar esas observaciones, pero a medida que pase el tiempo nos resultará más sencillo. Podemos practicar el perdón varias veces al día, en principio con personas que no estén entre nuestras relaciones amistosas, hasta que ese gesto llegue a ser automático. 
El auto-perdón también está incluido entre los hábitos saludables para el ser humano. Obsérvate a ti mismo con bondad. Quien se perdona a sí mismo tiene condiciones para perdonar al prójimo. Muchas veces criticamos con excesivo rigor nuestras propias acciones y no nos perdonamos ciertos deslices. En otras ocasiones nos torturamos tan intensamente que llegamos a crearnos un sentimiento de culpa, terrible remordimiento que consumirá nuestras defensas psíquicas. De ahí a las enfermedades psicosomáticas hay un solo paso. 
Contémplate con compasión y considera que al igual que los demás estas realizando un viaje de perfeccionamiento. Si no eres capaz de perdonarte tampoco podrás perdonar a los otros, y no es ése el objetivo de la vida. La ley del perdón llego para advertir al ser humano sobre la necesidad de expulsar de su alma todo vestigio de remordimientos o rencores. Esa ley establece uno de los aspectos importantes de la felicidad humana: el perdón a sí mismo y a los otros.
Cultiva el hábito de perdonar. Haz del perdón tu senda hacia la paz interior. Ten la certeza de que el perdón representa el punto final de una batalla contigo mismo, con tus familiares, con tus amigos e inclusive con tus enemigos. Significa el alivio del dolor, la curación de la tristeza del corazón y la posibilidad de vivir con mayor compasión y auto-respeto.


Observaciones importantes:


  • a) Retira al perdón del estante de las cosas inaccesibles y distantes: Instálalo a tu alcance en la vida cotidiana. Si fuera inaccesible Jesús no nos lo hubiera legado dos mil años atrás. Aplícalo como una simple práctica cotidiana, omitiendo las observaciones severas sobre los actos de los semejantes. 
  • b) Piensa siempre en el otro con bondad: Tus pensamientos pueden ser de resentimiento o de bondad. Elige siempre la bondad porque ella atenuará, a tus ojos, las faltas cometidas por los otros.
  • c) Plegaria y meditación: utiliza esos momentos de luz para enviar al otro mensajes de paz. Modifica así el tenor energético de la comunicación mental que mantienes con él. De esa forma extraeremos de nuestros archivos internos las energías dañinas de la insatisfacción y de ahí en adelante estableceremos un saludable canal de comunicación con nuestros hermanos, basado en el perdón y la solidaridad.
  • Persevera y verás los resultados.


Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL

lunes, 6 de abril de 2015

EL CAMBIO DE PARADIGMAS

¿Qué son los paradigmas¹?
Los seres humanos adoptan, por lo general, reglas que caracterizan su forma de pensar y de obrar. Conservan durante largos años el mismo sistema de vida, la misma forma de encarar los acontecimientos, sin llegar a percibir que el conjunto de normas personales que rige sus actos les impide muchas veces la asimilación de nuevas ideas.Consideran a ese conjunto de principios la expresión cabal de la verdad, y muchos de ellos están instalados en su propio inconsciente.

De acuerdo con el punto de vista Espirita, un gran número de paradigmas ha sido adquirido en las reencarnaciones anteriores y está arraigado en la psiquis profunda o inconsciente. Cuando el individuo llega a la encarnación presente trae un conjunto de conceptos en relación a los valores intelectuales y morales de la vida. Es así que algunos procederán de una determinada manera ante una situación ética, mientras que otros en la misma situación adoptarán una actitud antagónica, aunque hayan nacido de los mismos padres y recibido la misma educación. Es común que encontremos personas con puntos de vista muy diferentes aun siendo hermanos. La explicación está en que cada uno es portador de un espectro de experiencias estrictamente individuales reunidas en las diferentes etapas palingenésicas de su espíritu: cada uno trae sus propios y diferentes componentes atávicos. Son los paradigmas consolidados que definen el rumbo de su conducta en relación con la vida.…

EFECTO PARADIGMA
Joel Barker realizó investigaciones relacionadas con este tema, identificó las consecuencias derivadas del apego a las ideas, así como los inconvenientes que tal apego acarrea a la vida de las personas. Barker bautizó a este fenómeno efecto paradigma. A continuación citaremos algunas de sus observaciones:
  • Los paradigmas son comunes: los encontramos en casi todos los aspectos de la vida profesional, personal, espiritual y social.
  • El paradigma es un aviso: puede llegar a convertirse en una enfermedad fatal de seguridad, en cuyo caso impedirá la conquista de nuevos conceptos.
  • Puedes decidirte a cambiar tus reglas y reglamentos: los seres humanos tienen la capacidad para desechar un determinado paradigma y adoptar uno nuevo. El desafío consiste en lograrlo.
Agrega Barker: “quienes opinan que no hay nada que hacer deben apartarse del camino de los que están trabajando”. Es un hecho: el progreso siempre se ha debido a la osadía de quienes confiaron en la posibilidad de cambiar, de los que se armaron de coraje y avanzaron en dirección al futuro. Los cobardes se aferran a los paradigmas con los que están familiarizados, eluden los nuevos, y sin darse cuenta retardan su propio crecimiento. ¡Qué hubiera sido de nosotros si Jesús se hubiera conformado con los paradigmas de la época!...

CAMBIO DE PARADIGMAS
Si aplicamos lo expuesto a nuestras propias vidas veremos que, en general, somos un subproducto de nuestros paradigmas. De modo que si todavía no somos felices ello se debe a que necesitamos modificar algunos elementos. Es ese uno de los aspectos básicos de nuestro estudio, realizar esas modificaciones.

Persistir tozudamente en el error, repetir una y otra vez acciones inconvenientes, es petrificar el sufrimiento de nuestras almas. Somos personas condicionadas por determinados hábitos generadores de preocupaciones, ansiedades, deseos y más deseos, que producen la tristeza y dolores humanos. Preferimos los paradigmas que nos causan sufrimiento en lugar de los que propician nuestra felicidad. El meollo de la cuestiónestá en modificar, en sustituir los paradigmas negativos por los que contribuyen a la plenitud humana. 

Estamos hablando de cambio, de reorganización mental y de proyectos de felicidad. Si no hemos alcanzado la felicidad, reiteramos, se debe a que nuestros atavismos² hablan todavía muy alto en nuestro interior y nos condicionan a proceder siempre desde el punto de vista del sufrimiento. Observamos todo, analizamos todos los acontecimientos y en todos los casos obramos según las lentes del pesimismo, lo que deriva en efectos destructores del campo espiritual. El gran vuelo hacia el desarrollo de la espiritualidad pasa obligatoriamente, por el cambio en esa manera distorsionada de enfocar, sea a la sociedad o a nosotros mismos.

Estamos realizando un viaje de perfeccionamiento en la Tierra y por lo tanto es natural que debamos efectuar algunas correcciones en el rumbo. Eso es parte del proceso educativo del Espíritu. Hacer correcciones significa abandonar la vestimenta gastada del hombre atormentado por la impertinencia, apesadumbrado por el orgullo o vencido por el resentimiento, para cubrirse con la ropa nueva de la tolerancia, la humildad, el perdón. En definitiva, significa despojarse de las impurezas inservibles para quedarse con el traje nupcial y puro de las virtudes humanas, las únicas que purifican el campo de la conciencia y nos ofrecen la suprema felicidad....

Educación de los Sentimientos
Jason de Camargo
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¹Paradigma: es un término de origen griego, "parádeigma", que significa modelo, patrón, ejemplo. En un sentido amplio se corresponde con algo que va a servir como modelo o ejemplo a seguir en una situación dada. Son las directrices de un grupo que establecen límites y que determinan cómo una persona debe actuar dentro de los límites.
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²Atavismo: Tendencia a imitar o a mantener formas de vida, costumbres, etc., arcaicas.

AMOR FRATERNAL

jueves, 12 de marzo de 2015

UN NUEVO NIVEL DE COMPRENSIÓN: LA EMPATÍA

Una de las frases más famosas de la literatura inglesa dice: “No preguntes por quién doblan las campanas, están doblando por ti”. Esta poderosa frase encierra el núcleo y el significado más profundo de la empatía. Una poderosa sintonía que responde a una verdad, la cual, reside en lo hondo de cada persona; los sentimientos y padecimientos de otro ser humano no pueden pasar inadvertidos ante nuestros ojos. Y esta genuina capacidad, la habilidad de saber y compenetrar con lo que siente el otro, es lo que propicia el crecimiento y el desarrollo de nuestra especie.

Sin embargo, en nuestra sociedad actual, los comportamientos empáticos escasean en detrimento del egoísmo y la individualidad. Ante este panorama, surgen las siguientes preguntas: ¿Cómo se genera una manera de ser empática? ¿Cuáles son las claves para desarrollar una empatía eficiente? La empatía se construye sobre la propia conciencia de lo que somos como individualidad y colectivo.

Cuanto más abiertos estemos a nuestras propias emociones, más hábiles seremos para interpretar los sentimientos de los demás. El requisito previo para desarrollar una empatía eficiente es ser capaz de evaluar profundamente nuestras emociones y sentimientos, viendo cuáles son sus interrelaciones con la realidad y el entorno próximo que nos rodea. Esto nos proporcionará la fuerza y claridad mental necesarias para posicionarnos y entender adecuadamente la conducta y las emociones que rigen el comportamiento de los demás.

Una de las claves para intuir los sentimientos del otro está en la habilidad para interpretar el lenguaje no-verbal: Así como la mente racional se expresa a través de palabras y razonamientos lógicos, las emociones, sin embargo, se expresan a través de posturas, expresiones faciales o tonos de voz particulares. Esta singular habilidad de detectar e interiorizar adecuadamente el significado implícito del lenguaje no verbal, nos ayudará a adelantarnos a las necesidades y requerimientos del otro. De esta manera, sabremos cómo actuar y aportar la solución adecuada que logre serenar el estado emocional de la persona necesitada.

La empatía también tiene una estrecha relación con el amor y la compasión. Los seres humanos tenemos la habilidad innata de sentir y “ponernos en la piel” de otro, entre otras cosas, porque nos vemos reflejados en los sucesos que vivencia la otra persona. En este preciso instante nos percatamos de que las necesidades de alguien son en realidad las nuestras, ya que todos viajamos en la misma nave que se llama VIDA. La vida nos depara aprendizajes, experiencias, obstáculos, dichas y penas, y cada uno de nosotros sin excepción pasa por cada una de estas fases. Cuando tomamos verdadera conciencia de esto, es cuando aplicamos la compasión (entendida como empatía en acción) con cada ser que habita este mundo.

Está demostrado que las personas altamente empáticas, son personas más alegres, felices y sensibles. Y esto es así, porque la retroalimentación que se obtiene siendo empático va en consonancia con las virtudes que ésta lleva adheridas. Si nuestro patrón de conducta y comportamiento siempre tiene en cuenta las necesidades y el bienestar de los demás, nuestro patrón se verá fortalecido y ampliado, porque recibirás más de lo mismo. Tu siembra será tu cosecha, al igual que lo que reflejas en el exterior es un espejo de tu alma.

Debemos trabajar y fortalecer la empatía no solo con nuestro círculo más cercano, sino con todo aquel que necesite apoyo y ayuda. Nadie se merece quedar desatendido y desamparado ante sucesos que cualquiera de nosotros puede atender de manera efectiva, solidaria y compasiva. Los beneficios de esta práctica son innumerables tanto para el que los recibe como para el que los ejecuta. Brindemos nuestro máximo exponente y tacto emocional a todo aquel que lo necesite. Un mundo mejor es posible si todos desarrollamos esta magnífica virtud.

“La empatía es la capacidad de pensar y sentir la vida interior de otra persona como si fuera la propia”


Ignacio Novo

Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL

jueves, 8 de enero de 2015

Mediumnidad

ADAPTACIÓN PSÍQUICA

Edgard Armond


CAPÍTULO 21
Cualquiera que sea, no obstante, la naturaleza de la mediumnidad, el trabajo de desarrollo debe siempre comenzar por un período preparatorio que denomino –a falta de un término mejor– de adaptación psíquica.
Todo médium de prueba es, por regla general, un individuo perturbado, en los primeros tiempos, porque él, por si mismo, es un Espíritu deudor, y la prueba a la que se somete es de resistencia y de combate a elementos espirituales inferiores, correspondientes a las propias faltas.
La encarnación, por otra parte, no se le brinda para que el individuo repose, tenga bienestar o comodidades, sino únicamente para que luche, se renueve y evolucione moralmente.
La mediumnidad, en estos casos, comienza a manifestarse desde el principio, bajo la forma de perturbaciones da variada naturaleza, tanto físicas como psíquicas. Molestias de todo orden, que resisten a los más variados tratamientos; alternaciones físicas incomprensibles por causas desconocidas que desafían la competencia y la argucia de la medicina; complicaciones de las más variadas, con reflejos en la vida subjetiva, que la medicina descarta, impotente, para el lado del vago-simpático y de los malestares alérgicos, los que deben entonces cargar con la paternidad de toda una sintomatología compleja e indefinible de nerviosidades, angustias y depresiones; o bien de alteraciones, ya del mundo mental, como temores, misantropía, alejamiento de la vida, manías, amnesias, etcétera, o también perturbaciones más graves que requieren aislamiento en sanatorios.
Lo cierto es que, en el fondo de todas esas perturbaciones y en una gran proporción, existe siempre ese factor – mediumnidad– como causa determinante y, por lo tanto, pasible de su regularización.
Y declarase desde ahora que todas estas anormalidades, en ese estado inicial, son propias de las circunstancias, ocurriendo justamente para ponerse en evidencia y llamar la atención del individuo para su condición de médium y que, en el caso de que las advertencias no sean tenidas en cuenta, por escepticismo, ignorancia, pre-conceptos sociales o religiosos, van creciendo de volumen e intensidad, pudiendo llevar al individuo a extremos realmente lamentables.
Por otra parte, en la mayoría de los casos, provienen de otras sectas o del materialismo, y necesitan un período preparatorio durante el cual toman contacto con la nueva situación, con la Doctrina, con sus protectores espirituales, etcétera, antes de pasar al desarrollo propiamente dicho. De ahí la necesidad imperiosa de esa fase de adaptación psíquica.
Ese período preparatorio busca, pues, justamente, promover el equilibrio general, orgánico y psíquico, disciplinar la causa perturbadora y dar al médium un cierto e inicial
autodominio, armonía y serenidad internas.
La mediumnidad de prueba, como vimos, tiene hondos reflejos en el organismo físico, pero aun así, cuando por la
violencia de las manifestaciones o por su antigüedad, haya sido el organismo lesionado, el tratamiento beneficia al médium, restableciendo la función de los órganos o, por lo menos, restringiendo los efectos de las perturbaciones.
Mas ¿cuáles son los agentes de esas perturbaciones?
Todos lo sabemos: defectos morales propios e influencias directas o indirectas de fuerzas y entidades espirituales inferiores ligadas al caso personal y que así cumplen también su papel como elementos cooperadores que son, incluso inconscientes, de los protectores individuales y de las entidades responsables, que dirigen a los hombres y a los mundos en su elevada tarea de ejecutores de las leyes divinas.
Es necesario, pues, que se inicie enseguida el debido tratamiento, cuyos principales factores son: el ambiente, la corriente y el tratamiento directo, que puede ser resumido en los pases, en las radiaciones, en las sesiones de curas espirituales, en las radiaciones a distancia y en las de esclarecimiento y de evangelización personal.
Examinemos cada uno de ellos separadamente.

EL AMBIENTE
Nos referimos tanto al ambiente individual, a la atmósfera, digamos así, en el que vive el médium, como al de las reuniones que frecuenta.
El ambiente individual debe ser creado y mantenido por el propio interesado, tanto cuanto le sea posible. Cada uno de nosotros vive dentro de su propio mundo, lo lleva consigo y lo alimenta constantemente con sus propios pensamientos y actos; y el conjunto de esos mundos individuales forma el mundo exterior colectivo, que es el escenario donde todos se mueven y representan los más variados papeles. Cada uno ve, siente y comprende ese mundo exterior de una cierta manera, según su propia capacidad de ver, sentir y comprender, y según el modo como reacciona a sus influencias.
El médium tiene que formar para sí un mundo individual bien equilibrado y armónico, bien claro y bien metódico, donde las cosas materiales y espirituales estén inteligentemente reguladas, cada una en su debido lugar, ejerciendo su acción en el tiempo debido, sin atropello y sin predominancias arbitrarias.
Por efecto de su propia mediumnidad, hay en él una fuerte tendencia a dejarse absorber por las cosas del campo espiritual, con menoscabo del mundo físico; no obstante, en ese período preparatorio, cuando busca antes que nada el equilibrio, es necesario evitar esos desbordes para que pueda continuar cumpliendo normalmente sus deberes y compromisos materiales.

Se percibe, pues, por lo dicho, que debe huir de las cosas que ofenden la sensibilidad y deprimen e irritan al Espíritu; de las frivolidades que relajan las energías morales; de los espectáculos don
de las pasiones inferiores se desencadenan frenéticamente.
Necesita, por otra parte, crear un ambiente hogareño favorable, pacífico, evitando las discusiones estériles y los desentendimientos, y sufriendo las contrariedades inevitables con paciencia y tolerancia evangélicas.
Como padre, como hermano o como hijo, mas, sobre todo, como esposo, debe vivir en su hogar como un ejemplo vivo de pacificación, de moralidad, de sensatez y de buena voluntad.
No debe olvidar que, en su calidad de médium de prueba, aún no desarrollado o mejor dicho, no educado, representa siempre una puerta abierta a las influencias perniciosas de grado inferior que, por su intermedio, afectan comúnmente a los individuos con quienes convive, y en especial a los niños.
Y, en cuanto a su vida social, debe ejercer sus deberes con rigor y honestidad, cuidándose, principalmente, de no dejarse contaminar por las influencias malévolas naturales de los medios con los que se ponen en contacto individuos de toda especie, sin homogeneidad de pensamientos, creencias, educación y sentimientos.
Es muy difícil, en los tiempos que corren, conservar el equilibrio y mantener la armonía en la vida de relación con los semejantes, porque el mundo pasa por una transición profunda en la que todos los valores morales están siendo invertidos, cayéndose en la degradación, y porque el médium, además de las perturbaciones exteriores que debe enfrentar, también posee las de su propio Espíritu, carente siempre, de virtudes sustentadoras.
Por eso, tiene que emplear un mayor esfuerzo que el común de los hombres para vivir con rectitud y mantener la comunión con lo Invisible, porque sin esa comunión, debidamente seleccionada y purificada, no soportará el peso de las cosas del mundo ni superará sus obstáculos.
Sin embargo, y por eso mismo, los médiums reciben una mayor ayuda: tienen mayor facilidad y frecuencia en los contactos con lo invisible y, en una gran medida, desciende sobre ellos la asistencia de lo Alto siempre que, bien entendido, se esfuercen, orando y vigilando, para cumplir devotamente sus deberes.
En cuanto a las reuniones doctrinarias que frecuenta, debe huir de aquellas cuyas prácticas y objetivos demuestran ignorancia o superstición, porque en ellas hallará forzosamente fuerzas negativas que es conveniente evitar.
Seleccione, pues, las reuniones que frecuenta y en aquella donde se sienta mejor, más reconfortado, más amparado por lo invisible, más sereno y confiado y más fortificado en sus buenos sentimientos; donde sienta bienestar espiritual, durante y después de los trabajos; en aquella, principalmente, que tenga carácter evangélico y esté exenta de artificios, explotación por dinero, exteriorizaciones grotescas e inútiles, allí permanezca
y considérela merecedora de su concurso.
La asistencia a las buenas reuniones es necesaria, mas cuando ello no pueda conseguirse, sea por el estado de agitación, descontrol o rebeldía del médium, o sea por inexistencia, en el lugar, de tales reuniones –como ocurre a veces en el interior o en pleno campo– organice entonces, en su propio hogar doméstico, reuniones simples e íntimas, destinadas a ese fin y dirigidas por quien se sienta más capacitado para hacerlo.
Aunque no se dé a esas reuniones el carácter de sesión espirita, conforme a como a ésta se la entiende, bastará que haya una concentración y oraciones, para que el médium, apoyado en estos elementos de protección y reconforto, reciba enseguida la necesaria asistencia espiritual que nunca le será negada de lo Alto.
En todos los casos, un buen ambiente de trabajo espiritual es de capital importancia.

Continuará...

Un abrazo fraterno.
AMOR FRATERNAL