sábado, 28 de septiembre de 2013

¿Debe ponerse término a las pruebas del prójimo?

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec

Capitulo V: BIEAVENTURADOS LOS AFLIGIDOS

27. "¿Debe ponerse término a las pruebas del prójimo cuando se puede, o por respeto a la ley de Dios, se les ha de dejar seguir su curso?"
  • Os hemos dicho y repetido muchas veces que estáis en esa tierra de expiación para acabar vuestras pruebas, y que todo lo que os sucede es consecuencia de vuestras existencias anteriores y el interés de la deuda que debéis pagar. Pero este pensamiento provoca en ciertas personas reflexiones que es necesario cortar, porque podrían tener funestas consecuencias.
  • Algunas piensan que desde el momento en que se está en la tierra para expiar, es menester que las pruebas sigan su curso. Los hay también que llegan a creer que no solamente no debe hacerse nada para atenuarlas, sino que, por el contrario, es menester contribuir a hacerlas más provechosas recrudeciéndolas; esto es un gran error. Sí, vuestras pruebas deben seguir el curso que Dios les ha trazado; ¿pero conocéis acaso ese curso? ¿Sabéis hasta qué punto deben llegar; y si vuestro Padre misericordioso ha dicho al sufrimiento de tal o cual de vuestros hermanos "De aquí no pasarás?" ¿Sabéis si su Providencia os ha elegido, no como un instrumento de suplicio para agravar los sufrimientos del culpable, sino como el bálsamo de consuelo que debe cicatrizar las llagas que su justicia había abierto? No digáis, pues, cuando veáis herido uno de vuestros hermanos: es la justicia de Dios, y es preciso que siga su curso; sino decid lo contrario: veamos qué medios nuestro Padre misericordioso ha puesto a mi alcance para aliviar los sufrimientos de mi hermano: veamos si mis consuelos morales, mi apoyo material y mis consejos podrán ayudarle a sobrellevar esta prueba con más fuerzas, paciencia y resignación; veamos si quizá Dios ha puesto en mis manos los medios de hacer cesar ese sufrimiento, o si me ha sido también a mí como a prueba, y tal vez como expiación, cortar el mal y reemplazarlo por la tranquilidad.
  • Ayudáos, pues, siempre, en vuestras pruebas respectivas, y no os miréis jamás como instrumentos de tormento; este pensamiento debe desagradar a todo hombre de corazón, mayormente a todo espiritista; porque el espiritista debe comprender mejor que los otros la extensión infinita de la bondad de Dios. El espiritista debe pensar que su vida entera ha de ser un acto de amor y de abnegación, y que cualquier cosa que haga para contrarrestar las decisiones del Señor, su justicia seguirá su curso. Puede, pues, sin miedo hacer todos los esfuerzos para endulzar la amargura de la expiación; pero sólo Dios es el que puede detenerla o prolongarla, según lo juzgue más conveniente.
  • ¿No habría un orgullo muy grande en el hombre en creerse con derecho a exasperar la herida? ¿En aumentar la dosis de veneno en el pecho del que sufre, so pretexto de que tal es su expiación? ¡Oh! Contempláos siempre como un instrumento elegido para hacerla cesar. Resumamos: Todos vosotros estáis en la tierra para expiar, pero todos sin excepción debéis hacer todos vuestros esfuerzos para endulzar la expiación de vuestros hermanos, según la ley de amor y de caridad. (Bernardino, espíritu protector. Bordeaux, 1863).
28. "Un hombre está en la agonía, presa de crueles tormentos; se sabe que no hay esperanza de salvarle; ¿es permitido ahorrarle algunos instantes de agonía precipitando su fin?"
  • ¿Quién puede daros el derecho de prejuzgar los destinos de Dios? ¿Acaso no puede conducir a un hombre al borde del sepulcro para sacarle de él, con el fin de hacerle volver en si y conducirle a otras meditaciones? En cualquier estado en que se encuentre un moribundo, nadie puede decir con certeza que haya llegado su última hora.
  • ¿Acaso la ciencia no se ha engañado nunca en sus previsiones? Sé muy bien que hay casos que con razón pueden llamarse desesperados; pero si no queda esperanza de vida y salud, ¿no hay innumerables ejemplos de que en el momento del último suspiro, el enfermo se reanima y recobra sus facultades por algunos instantes? Pues bien. Esa hora de gracia que se le concede, puede tener para él la mayor importancia, porque ignoráis las reflexiones que ha podido hacer su espíritu, en las convulsiones de la agonía y los tormentos que puede ahorrarle un rayo de arrepentimiento.
  • El materialista que sólo ve el cuerpo y nada le importa el alma, no puede comprender estas cosas; pero el espiritista que sabe lo que pasa más allá de la tumba conoce el precio del ultimo pensamiento. Mitigad los últimos sufrimientos tanto como podáis, pero guardáos de abreviar la vida, aun cuando no sea sino por un minuto, porque este minuto puede evitar muchas lágrimas en el porvenir. (San Luis. París, 1860).
29. "El que está hastiado de la vida, pero que no quiere quitársela, ¿es culpable si busca la muerte en un campo de batalla, con la idea de hacer útil su muerte?" 
  • Que el hombre se dé la muerte o que se la haga dar, el objeto es siempre abreviar su vida y por consiguiente, hay suicidio de intención, si no de hecho. El pensamiento de que su muerte servirá para algo, es ilusorio; no es más que un pretexto para dar un colorido a su acción y excusarla a sus propios ojos. Si tuviera formalmente el deseo de servir a su país, procuraría vivir defendiéndole y no muriendo, porque una vez muerto, de nada le sirve. La verdadera abnegación consiste en no temer a la muerte cuando se trata de ser útil, en desafiar el peligro, en hacer anticipadamente y sin pensar, el sacrificio de la vida pero la "intención premeditada" de buscar la muerte exponiéndose al peligro, aun cuando sea para hacer un servicio, anula el mérito de la acción. (San Luis. París, 1860).
30. "Un hombre se expone a un peligro inminente para salvar la vida a uno de sus semejantes, sabiendo de antemano que él mismo sucumbirá, ¿puede mirarse esto como un suicidio?"
  • Desde el momento que no existe la intención de buscar la muerte, no hay suicidio, sino sacrificio y abnegación, aun cuando se tenga certeza de perecer. ¿Pero quién puede tener esta certeza? ¿Quién ha dicho que la Providencia no tenga un medio inesperado de salvación en el momento más crítico? ¿Acaso no puede salvar al mismo que esté a la boca de un cañón? Muchas veces se puede querer llevar la prueba de la resignación hasta su último límite; entonces una circunstancia inesperada desvía el golpe fatal. (San Luis. París, 1860).
31. "Aquellos que aceptan sus sufrimientos con resignación, por sumisión a la voluntad de Dios y con la mira de alcanzar la felicidad futura, ¿no trabajan sólo para ellos mismos y pueden hacer que sus sufrimientos sean provechosos a otros?"
  • Estos sufrimientos pueden ser provechosos a otro, material y moralmente. Materialmente, si por el trabajo, las privaciones y los sacrificios que ellos se imponen, han contribuido al bienestar material de su prójimo; moralmente, por el ejemplo que dan de sumisión a la voluntad de Dios. Este ejemplo del poder de la fe espiritista puede excitar a los desgraciados a la resignación, salvarles de la desesperación y de sus funestas consecuencias para el porvenir. (San Luis. París, 1860).

AMOR FRATERNAL

La desgracia real - Melancolia

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec

Capitulo V: BIENVENTURADOS LOS AFLIGIDOS
 

24. Todos hablan de la desgracia, todo el mundo la ha experimentado y cree conocer su carácter múltiple. Yo vengo a deciros que casi todos se engañaban, y la desgracia real de ninguna manera es lo que los hombres, es decir, los desgraciados, suponen. Ellos la ven en la miseria, en el hogar sin fuego, en el acreedor que apremia, en la cuna sin el ángel que sonreía en ella, en las lágrimas, en el féretro que se sigue con la frente descubierta y el corazón destrozado, en la angustia de la traición, en el orgullo del menesteroso que quisiera revestirse con la púrpura y que apenas oculta su desnudez bajo los harapos de la vanidad; todo esto, y aun muchas otras cosas, se llama desgracia en el lenguaje humano. Si, ésa es la desgracia para los que no ven más que el presente; pero la verdadera desgracia consiste antes en las consecuencias de una cosa, que en la cosa misma.
 
Decidme si el acontecimiento más feliz por el momento, pero que tiene consecuencias funestas, no es, en realidad, más desgraciado que aquél que en un principio causa una viva contrariedad y acaba por producir un bien. Decidme si el huracán que destroza vuestros árboles, pero que purifica el aire disipando los miasmas insalubres que hubiesen causado la muerte, no es más bien una felicidad que una desgracia.

Para juzgar una cosa, es menester ver sus consecuencias; así es que para apreciar lo que es realmente feliz o desgraciado para el hombre, es preciso transportarse más allá de esta vida, porque allí es donde se hacen sentir las consecuencias; pues todo lo que llama desgracia según su corta vista, cesa con la vida y encuentra su compensación en la vida futura.
 
Voy a revelaros la desgracia bajo una nueva forma, bajo la forma bella y florida que acogéis y deseáis con todas las fuerzas de vuestras almas engañadas. La desgracia es la alegría, es el placer, el ruido, la vana agitación, la loca satisfacción de la vanidad, que acallan la conciencia, que comprimen la acción del pensamiento y que aturden al hombre sobre el porvenir; la desgracia es el opio del olvido que vosotros llamáis con todos vuestros deseos.
¡Esperad, vosotros los que lloráis! ¡Temblad, vosotros los que reís, porque vuestro cuerpo está satisfecho! No se engaña a Dios, no se esquiva el destino; y las pruebas más temibles que la jauría desencadenada por el hambre, acechan vuestro reposo engañador para sumergiros de repente en la agonía de la verdadera desgracia, de la que sorprende el alma debilitada por la indiferencia y el egoísmo.
Que el Espiritismo os aclare, pues, y coloque en su verdadero puesto la verdad y el error tan extrañamente desfigurados por vuestra ceguera. Entonces obraréis como los bravos soldados, que lejos de huir del peligro, prefieren las luchas de los combates comprometidos a la paz que no puede darles ni gloria ni ascensos. ¿Qué le importa al soldado perder su armas en la reyerta, sus bagajes y sus vestidos, con tal que salga vencedor y con gloria? ¿Qué le importa al que tiene fe en el porvenir, dejar sobre el campo de batalla de la vida su fortuna y su envoltura carnal, con tal que su alma entre radiante en el reino celeste? (Delfina de Girardin. París, 1861).

La melancolía

25. ¿Sabéis por qué una vaga tristeza se apodera a veces de vuestros corazones y os hace encontrar la vida tan amarga? Es vuestro espíritu que aspira a la felicidad y a la libertad, y pegado al cuerpo que le sirve de prisión, hace vanos esfuerzos para salir de él.
Pero viendo que son inútiles, cae en el desaliento, e influyendo en el cuerpo, se apodera de vosotros la languidez y el abatimiento y una especie de apatía, que hace que os consideréis desgraciados.
 
Creedme, resistid con energía esas impresiones que debilitan en vosotros la voluntad. Esas aspiraciones hacia una vida mejor, son innatas en el espíritu de todos los hombres, pero no las busquéis en la tierra, y ahora que Dios os envía a sus espíritus para instruiros en la felicidad que os reserva, esperad con paciencia al ángel de la libertad que debe ayudaros a romper los lazos que tienen cautivo vuestro espíritu. Pensad que tenéis que cumplir durante vuestra prueba en la tierra una misión que no sabéis, ya consagrándoos a vuestra familia, ya llenando diversos deberes que Dios os ha confiado.
 
Y si en el curso de esta prueba y cumpliendo vuestra tarea, véis caer sobre vosotros los cuidados, las inquietudes y los pesares, sed fuertes y valerosos para soportarlos. Arrastradlos denodadamente porque son de corta duración y deben conduciros junto a los amigos que lloráis, que se alegrarán de vuestra llegada entre ellos, extendiéndoos los brazos para conduciros a un lugar en el que no tienen acceso los pesares de la tierra. (Francisco de Genève. Bordeaux).

AMOR FRATERNAL

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Matrimonio y celibato - Poligamia

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

LIBRO TERCERO
Capitulo IV: LEY DE REPRODUCCIÓN

695. El matrimonio, esto es, la unión permanente de dos seres, ¿es contrario a la ley natural?
  • Es un progreso en la marcha de la humanidad.
696. ¿Qué efecto tendría sobre la sociedad humana la abolición del matrimonio?
  • El retorno a la vida de los animales.
La unión libre y fortuita de los sexos es el estado natural. El matrimonio constituye uno de los primeros hechos de progreso registrados en las sociedades humanas, porque establece la solidaridad fraternal y se le encuentra en todos los pueblos, si bien en condiciones diversas. La abolición del matrimonio sería, pues, el retorno a la infancia de la humanidad, y colocaría al hombre por debajo incluso de ciertos animales, que le ofrecen el ejemplo de uniones constantes.
 
697. La absoluta indisolubilidad del matrimonio ¿está en la ley natural, o sólo en la ley humana?
  • Se trata de una ley humana muy contraria a la ley natural. Pero los hombres pueden modificar sus leyes. Sólo las de la Naturaleza son inmutables.
698. El celibato voluntario ¿es un estado de perfección meritorio a los ojos de Dios?
  • No, y los que así viven por egoísmo disgustan a Dios y engañan a todo el mundo.
699. El celibato ¿no es, por parte de ciertas personas, un sacrificio que realizan con el objeto de consagrarse más enteramente al servicio de la humanidad?
  • Eso es muy diferente. Lo he dicho: “por egoísmo”. Todo sacrificio personal es meritorio cuando se hace en pro del bien. Cuando mayor sea el sacrificio, tanto más grande será el mérito.
Dios no puede contradecirse ni encontrar malo aquello que ha hecho. Por tanto, no es posible que vea un mérito en la violación de su ley. Pero, si el celibato de por sí no constituye un estado meritorio, no sucede lo mismo cuando es, mediante el renunciamiento a las alegrías de la familia, un sacrificio que se cumple en provecho de la humanidad. Todo sacrificio personal con miras al bien y sin una segunda intención egoísta eleva al hombre por encima de su condición material.

V.- Poligamia

700. La igualdad numérica que existe más o menos entre los sexos, ¿es un indicio de la proporción en que deben unirse?
  • Sí, porque todo tiene una finalidad en la Naturaleza.
701. Entre la poligamia y la monogamia, ¿cuál de las dos se halla más de acuerdo con la ley natural?
  • La poligamia es una ley humana cuya abolición significa un progreso social. El matrimonio, según los designios de Dios, debe basarse en el afecto de los seres que se unen. Con la poligamia no hay afecto real, sino sólo sensualidad.
Si la poligamia estuviera de acuerdo con la ley natural debería poder ser universal, lo que resultaría materialmente imposible, vista la igualdad numérica de los sexos.
La poligamia ha de ser considerada como una costumbre, o bien una ley particular adecuada a ciertas costumbres, y que el perfeccionamiento social hace que poco a poco vaya desapareciendo.


AMOR FRATERNAL

martes, 17 de septiembre de 2013

Formación de los Mundos - Formación de los seres vivientes

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

Capitulo III: CREACIÓN

El Universo comprende la infinidad de los mundos que vemos y los que no vemos, todos los seres animados e inanimados, la totalidad de los astros que en el espacio se desplazan y los fluidos que llenan este último.
 
37.El Universo ¿ha sido creado o existe de toda eternidad, como Dios?
  • Indudablemente, no ha podido hacerse solo, y si existiese de toda eternidad, igual que Dios, no podría ser obra de Dios.
La razón no dice que el Universo no ha podido autocrearse, y puesto que no puede ser obra del azar, debe serlo de Dios.
 
38.¿Cómo creó Dios el Universo?
  • Para valerme de una expresión corriente: por su voluntad. Nada expresa mejor esa todopoderosa voluntad como las bellas palabras del Génesis: “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz”.
39.¿Podemos conocer cómo se realizó la formación de los mundos?
  • Todo lo que es posible decir, y que podáis vosotros comprender, es que los mundos se forman por la condensación de la materia diseminada en el espacio.
40.Los comentas ¿serían –como hoy se piensa- un principio de condensación de la materia y mundos en vías de formación?
  • Esto es exacto, pero lo absurdo consiste en creer en su influencia. Quiero decir, ese influjo que vulgarmente se les atribuye, dado que todos los cuerpos planetarios tienen su parte de influencia en ciertos fenómenos físicos.
41.Un mundo completamente formado ¿puede desaparecer, y la materia que lo integra dispersarse de nuevo en el espacio?
  • Sí: Dios renueva los mundos, así como renueva los seres vivientes.
42.¿Podemos saber cuánto dura la formación de los mundos: de la Tierra, por ejemplo?
  • Yo no puedo decírtelo, porque sólo el Creador lo sabe, y sería un demente quien pretendiera saberlo, o conocer el número de siglos que esa formación demandó.

II.- Formación de los seres vivientes

43.¿Cuándo comenzó la Tierra a poblarse?
  • En el principio todo era el caos. Los elementos se hallaban confundidos. Poco a poco cada cosa fue tomando su lugar: entonces aparecieron seres vivientes adaptados al estado en que se encontraba el globo.
44.¿De dónde vinieron los seres vivientes a la Tierra?
  • La Tierra contenía los gérmenes que esperaban el momento propicio para desarrollarse. Los principios orgánicos se reunieron tan pronto como cesó la fuerza que los mantenía apartados, y formaron los gérmenes de todos los seres vivos. Estos gérmenes permanecieron en estado latente e inerte, del modo que lo hacen las crisálidas y las semillas de las plantas, hasta el instante favorable para la eclosión de cada especie. Entonces, los seres de cada especie se reunieron, multiplicándose.
45.Antes de la formación de la Tierra ¿dónde estaban los elementos orgánicos?
  • Se hallaban, si así vale decirlo, en el espacio y en estado fluídico, en medio de los Espíritus, o en otros planetas, aguardando la  creación de la Tierra para iniciar una nueva existencia en un globo nuevo también.
La química nos muestra a las moléculas de los cuerpos inorgánicos uniéndose para formar cristales de una regularidad constante, según cada especie, tan pronto como alcanzan las condiciones requeridas. La menor perturbación que se opere en tales condiciones basta para impedir la reunión de los elementos o, cuando menos, su disposición regular, que constituye el cristal. ¿Por qué no ocurriría lo propio con los elementos orgánicos? A menudo conservamos durante años simientes de plantas y gérmenes de animales que sólo se desarrollan a determinada temperatura y en un medio propicio. Se ha visto a granos de trigo germinar pasados varios siglos. Hay, pues, en esas semillas un principio latente de vitalidad, que no espera sino una circunstancia favorable para desarrollarse. Lo que sucede a diario a nuestra mirada ¿no puede haber existido desde el origen del planeta? Esa formación de los seres vivientes que surgen del caos por la fuerza misma de la Naturaleza ¿resta algo a la grandeza de Dios? Lejos de esto, responde mejor a la idea que nos formamos de su poder ejerciéndose sobre infinidad de mundos por medio de leyes eternas. Cierto es que esta teoría no resuelve la cuestión del origen de los elementos vitales, pero Dios tiene sus misterios y ha puesto fronteras a nuestras investigaciones.
 
46.¿Hay todavía seres que nacen por generación espontánea?
  • Sí, pero el germen primitivo existía ya en estado latente. Todos los días sois testigos de este fenómeno. ¿Acaso los tejidos del hombre y de los animales no contienen gérmenes de una muchedumbre de gusanos que aguardan, para hacer eclosión, la fermentación pútrida necesaria a su existencia? Es ese minúsculo mundo que dormita y despierta.
47.Entre los elementos orgánicos contenidos en el globo terrestre ¿se encontraba la especie humana?
  • Sí, y a su tiempo fue creada. Es lo que hizo decir que el hombre ha sido formado del lodo de la tierra.
48.¿Podemos conocer la época de la aparición del hombre y demás seres vivos en la Tierra?
  • No. Y todos vuestros cálculos son quiméricos.
49.Si el germen de la especie humana se hallaba entre los elementos orgánicos del globo, ¿por qué no se forman hombres por generación espontánea, como en su origen?
  • El principio de las cosas permanece entre los secretos de Dios. Mas, sin embargo, se puede afirmar que los hombres, una vez dispersados por el mundo, han absorbido en sí los elementos requeridos para su formación, a fin de transmitirlos según las leyes de la reproducción. Lo propio acontece con las diversas especies de seres vivientes.


AMOR FRATERNAL

martes, 10 de septiembre de 2013

De la infancia

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

LIBRO SEGUNDO
Capitulo VII:  REGRESO A LA VIDA CORPORAL

379. El Espíritu que anima el cuerpo de un niño ¿está tan desarrollado como el de un adulto?
  • Puede estarlo más, si progresó más. Sólo la imperfección de los órganos de que dispone le impide manifestarse. Obra en virtud del instrumento con cuya ayuda puede exteriorizarse.
380. En un niño de tierna edad, el Espíritu, fuera del obstáculo que la imperfección de los órganos opone a su libre manifestación, ¿piensa como un niño o como un adulto?
  • Mientras sea niño es natural que los órganos de la inteligencia, sin desarrollarse, no pueden darle toda la intuición de un adulto. En efecto, su inteligencia en ese período es muy limitada, y ella está a la espera de que los años hagan madurar su razón. La turbación que acompaña a la encarnación no cesa de súbito, en el instante del nacimiento. Sólo en forma gradual se va disipando, con el desarrollo de los órganos.
Una observación acude en apoyo de esta respuesta: los sueños del niño no tienen el mismo carácter que los de las personas mayores. Su tema es casi siempre pueril, lo que denota la índole de las preocupaciones del Espíritu.
 
381. A la muerte del niño ¿recobra de inmediato el Espíritu su primitivo vigor?
  • Debe recuperarlo, puesto que se halla desembarazado de su envoltura carnal. No obstante, sólo vuelve a su lucidez anterior cuando el desprendimiento se ha completado, vale expresar, cuando no existe ya ningún lazo entre cuerpo y Espíritu.
382. ¿Sufre el Espíritu encarnado, durante la niñez, el constreñimiento que la imperfección de sus órganos impone?
  • No: ese estado constituye una necesidad. Está en la Naturaleza y es conforme con las miras de la Providencia. Para el Espíritu se trata de un período de reposo.
383. ¿Qué utilidad tiene, para el Espíritu, el hecho de pasar por el estado de infancia?
  • Puesto que el Espíritu encarna con el objeto de perfeccionarse, durante ese período es más accesible a las impresiones que recibe y que pueden cooperar a su adelanto, al cual deben contribuir aquellas personas que están a cargo de su educación.
384. ¿Por qué el llanto es el primer grito del niño recién nacido?
  • Para despertar el interés de la madre y provocar los cuidados que le son precisos. ¿No comprendes que si sólo lanzara exclamaciones de alegría, cuando aún no sabe hablar, las personas mayores se inquietarían poco de lo que él necesita? Admirad en todo, pues, la sabiduría de la Providencia.
385. ¿A qué se debe el cambio que se opera en el carácter a cierta edad, particularmente al salir de la adolescencia? ¿Es el Espíritu el que se modifica?
  • Es el Espíritu, que recobra su naturaleza y se muestra como era.
  • No conocéis el secreto que ocultan los niños en su inocencia. No sabéis lo que son, lo que han sido ni lo que serán. Y, sin embargo, los amáis, los acariciáis, como si fueran parte de vosotros mismos, de tal manera que el amor de una madre para con sus hijos es considerado el más grande amor que un ser pueda dispensar a otro ser. ¿De dónde procede esa dulce afección, esa tierna benevolencia que incluso los extraños demuestran al niño? ¿Lo sabéis? No; y es esto lo que voy a explicaros.
  • Los niños son Espíritus que Dios envía a nuevas existencias. Y para que no puedan reprocharle una severidad excesiva, les concede todas las apariencias de la inocencia. Aun en un niño de mala índole, sus malas acciones se recubren por la inconsciencia de sus actos. Y esa inocencia no es una superioridad real sobre que eran antes. No: es la imagen de lo que deberían ser, y si no lo son, a ellos solos corresponderá la pena.
  • Pero Dios les ha dado ese aspecto no únicamente por ellos mismos, sino además, y sobre todo, por sus progenitores, cuyo amor es necesario a su debilidad, y ese amor se vería singularmente debilitado por la comprobación de un carácter áspero y brusco, mientras que por el contrario, creyendo los padres que sus hijos son buenos y tiernos, les dispensan todo su afecto y les rodean de las más delicadas atenciones. Mas, cuando los niños dejan de tener ya necesidad de tal protección, de esa asistencia que se les ha prestado durante quince a veinte años, su carácter real e individual reaparece en toda su desnudez. Sigue siendo bueno si fundamentalmente lo era. Pero adquiere siempre matices que habían permanecido ocultos en su primera infancia.
  • Ya veis que los caminos de Dios son siempre los mejores y que, cuando se posee un corazón puro, la explicación de ello es fácil de concebir.
  • En efecto, tened muy en cuenta que el Espíritu de cada niño que nace entre vosotros puede proceder de un mundo en que ha tomado hábitos del todo diferentes. ¿Cómo querríais que fuese, en medio de vosotros, ese nuevo ser que viene con pasiones completamente distintas a las que tenéis, con tendencias y gustos opuestos por entero a los vuestros? ¿Cómo pretenderíais que se incorporara él a vuestras filas de otro modo que según Dios lo quiso, esto es, pasando primero por el tamiz de la infancia? En ella vienen a confundirse todos los pensamientos, caracteres y variedades de seres engendrados por esa multitud de mundos en los cuales crecen las criaturas. Y vosotros mismos, al morir, os encontraréis en una especie de infancia en medio de nuevos hermanos. Y en vuestra nueva existencia no terrenal ignoraréis los hábitos, costumbres y relaciones de ese mundo que es nuevo para vosotros. Manejaréis con dificultad una lengua que no estaréis habituados a emplear, lenguaje más vivo que vuestro pensamiento actual.
La niñez tiene todavía otra utilidad. Los Espíritus sólo ingresan a la vida corporal con el objeto de perfeccionarse, de mejorar. La debilidad de los primeros años los torna flexibles, accesibles a los consejos de la experiencia y de aquellas personas que deben hacerlos adelantar. Es entonces cuando resulta posible reformar su carácter y reprimir sus malas inclinaciones. Tal es el deber que Dios ha puesto en manos de sus padres, misión sagrada por la que tendrán éstos que responder.
Así pues, la infancia del hombre no solamente es útil, necesaria e indispensable, sino que además constituye la consecuencia natural de las leyes que Dios ha establecido y que rigen el Universo.

AMOR FRATERNAL

jueves, 5 de septiembre de 2013

Estudiando la mediumnidad

En los dominios de la Mediumnidad

La vida en el Mundo Espiritual

Francisco Cándido Xavier
Dictado por el Espíritu de ANDRÉ LUIZ

..."Como tantos otros orientadores que yo conocía, Alberio subió a la tribuna sin ninguna ceremonia, como si fuese un simple hermano que iba a conversar con nosotros en tono fraternal.
  • Amigos míos –dijo con seguridad– continuando nuestros estudios anteriores, debemos considerar que la mente es la base de todos los fenómenos médiumnicos.
No ignoramos que el universo, que se extiende en el infinito con millones y millones de soles, es la exteriorización del pensamiento divino, de cuya esencia participamos en nuestra condición de rayos conscientes de la sabiduría eterna y dentro del límite de nuestra evolución espiritual.
Desde la superestructura de los astros hasta la infraestructura subatómica, todo está sumergido en la sustancia viva de la mente de Dios, como los peces y las plantas acuáticas están contenidos en el inmenso océano.
Hijos del Creador, de Él heredamos la facultad de crear y desarrollar, nutrir y transformar. Naturalmente limitados a las dimensiones conceptuales en que nos encontramos, y reconociendo la insignificancia de nuestra situación comparada a la gloria de los espíritus que ya alcanzaron el estado angelical, podemos irradiar la energía activa del propio pensamiento, estableciendo, en torno a nuestra individualidad, el ambiente psíquico que nos es particular.
Cada mundo posee el campo de tensión electromagnética que le es propio dentro del grado de fuerza gravitacional que mantiene su equilibrio, así como cada alma se ubica en el círculo de fuerzas vivas que tienen afinidad con su “hálito” mental, es decir, en la esfera de criaturas a las que se une según sus necesidades de ajuste o evolución espiritual.
Cada planeta hace sus revoluciones en la órbita que le es asignada por las leyes del equilibrio sin exceder las líneas de gravitación que le corresponden, así como cada conciencia evoluciona dentro del grupo espiritual que condiciona su actuación.
Somos, pues, un enorme conjunto de inteligencias sintonizadas en un mismo grado vibratorio de percepción, integrando un Todo constituido por algunos miles de millones de seres que forman, por así decirlo, la humanidad terrestre.
Formando, así, sólo una humilde familia en el infinito concierto de la vida cósmica, en el que cada mundo alberga a una determinada familia de la humanidad universal, conocemos, por tanto, las limitadas expresiones de la vida que nos tocan más de cerca, limitados por el grado de conocimiento que hemos podido alcanzar.
Dependiendo de nuestros semejantes en nuestra trayectoria hacia la vanguardia evolutiva y a la manera de los mundos que se desplazan en el espacio influenciados por los astros que les rodean, actuamos y reaccionamos unos sobre los otros a través de la energía mental con la que nos renovamos constantemente creando, alimentando y destruyendo formas y situaciones, realizaciones y cosas en la estructuración de nuestros destinos.
 
Nuestra mente es, de este modo, un núcleo de fuerzas inteligentes generando un plasma sutil que, al exteriorizarse incesantemente fuera de nosotros, ofrece recursos de objetividad a las figuras de nuestra imaginación, bajo la dirección de nuestros propios designios.
La idea es un “ser” organizado por nuestro espíritu, al que el pensamiento da la forma y la voluntad imprime movimiento y dirección. Del conjunto de nuestras ideas resulta nuestra propia existencia. El orador hizo una pequeña pausa que nadie osó interrumpir, y luego prosiguió comentando:
  • Como es fácil de deducir, todos los seres vivos actúan en la onda de psiquismo que les es peculiar dentro de las dimensiones que les son características o en la frecuencia que les es propia. Ese psiquismo no depende de los centros nerviosos, de modo que, fluyendo de la mente, es quien condiciona todos los fenómenos de la vida orgánica en sí misma.
Examinando, pues, los valores anímicos como facultades de comunicación entre los espíritus, cualquiera que sea el plano en que se encuentren, no podemos perder de vista el mundo mental del agente y el del receptor, ya que, en cualquier acto mediúmnico, la inteligencia receptiva está sujeta a las posibilidades y a la coloración de los pensamientos en que vive, y la inteligencia emisora queda sometida a los límites y a las interpretaciones de los pensamientos que es capaz de producir.
 
Un hotentote1 desencarnado, comunicándose con un sabio terrenal ligado todavía a su envoltura física, no podrá ofrecer a éste otros informes que los de las formas triviales en que se desenvolvían en el mundo sus experiencias primitivas; así como un sabio, sin la vestidura carnal, entrando en relación con el hotentote ligado a su “hábitat” africano, no conseguirá brindarle su cooperación inmediata sino en el trabajo embrionario en el que éste tiene fijadas sus preocupaciones mentales, como ser el auxilio a un rebaño bovino o la cura de males del cuerpo material.
Por ello, el hotentote no se sentiría feliz en la compañía del sabio, y el sabio, a su vez, no se detendría con aquél por falta de ese alimento, casi imponderable, al que podemos denominar “vibraciones compensadas”.
Es por ley que nuestras mayores alegrías son recogidas al contacto de aquellos que, al comprendernos, cambian con nosotros valores mentales de cualidades idénticas a las nuestras, así como los árboles ofrecen un mayor coeficiente de producción si se les coloca entre compañeros de la misma especie, con los cuales intercambian sus principios germinativos.
En la mediumnidad, igualmente, no podemos olvidar el problema de la sintonía. Atraemos a los espíritus que tienen afinidad con nosotros, de la misma manera que somos por ellos atraídos, y si es verdad que cada uno de nosotros solamente puede dar conforme a lo que tiene, es indiscutible que cada uno recibe de acuerdo con lo que da.
 
Encontrándose la mente en la base de todas las manifestaciones médiumnicas, cualesquiera que sean las características en que se expresen, es imprescindible enriquecer el pensamiento incorporándole los tesoros morales y culturales, los únicos que nos posibilitan fijar la luz que desciende hasta nosotros de las esferas más altas, a través de los genios de la sabiduría y el amor que supervisan nuestras experiencias.
Acertaron aquellos que compararon nuestro mundo mental a un espejo.
  • Reflejamos las imágenes que nos rodean y dirigimos en dirección de los demás las imágenes que creamos.
Y como no podemos escapar al imperativo de la atracción, retrataremos solamente la claridad y la belleza si nosotros establecemos la belleza y la claridad en el espejo de nuestra vida íntima.
Los reflejos mentales, según su naturaleza, favorecen nuestro estancamiento o nos impulsan a ir adelante, puesto que cada criatura humana vive en el cielo o en el infierno que edificó para sí misma en los rincones internos del corazón y de la conciencia, independientemente del cuerpo físico, y dado que, observando la vida en su esencia de eternidad gloriosa, la muerte vale únicamente como transición entre dos tipos de la misma experiencia, en el “hoy imperecedero”.
Encontramos la mediumnidad en todos los tiempos y en todos los lugares en que se desarrolló el género humano.
Misiones santificantes y guerras de destrucción, tareas nobles y obsesiones pérfidas tienen su origen en los reflejos de la mente individual o colectiva, combinados con las fuerzas sublimes o degradantes de los pensamientos que las nutren.
  • Sepamos, pues, cultivar la educación, perfeccionándonos más cada día.
  • Todos somos médiums, sea cual fuere la actividad que desempeñemos.
  • La fuerza psíquica, en muchos niveles de expresión, es peculiar a todos los seres, pero no existe perfeccionamiento mediúmnico sin la purificación de la individualidad.
Es contraproducente, por tanto, intensificar el movimiento de la energía sin disciplinar sus impulsos.
  • Es peligroso poseer sin saber usar.
El espejo sepultado en el lodo no refleja el esplendor del Sol. El lago agitado no refleja la imagen de la estrella que titila en el infinito.
  • Elevemos nuestro caudal de conocimientos con el estudio bien llevado y perfeccionemos la calidad de nuestras emociones con el ejercicio constante de las virtudes superiores, si queremos recoger el mensaje de las Grandes Almas.
  • La mediumnidad no basta por si sola.
  • Es imprescindible saber qué tipo de onda mental asimilamos, para conocer la calidad de nuestro trabajo y juzgar acerca de la dirección tomada.
Alberio prosiguió aún con sus valiosos comentarios, y más tarde pasó a responder a complicadas preguntas que le fueron hechas por diversos aprendices.
Por mi parte recogí abundante material de meditación, razón por la cual, en compañía de Hilario, nos despedimos de los instructores con algunas palabras de agradecimiento, prometiendo Áulus volvernos a encontrar al día siguiente..."

AMOR FRATERNAL

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Limites de la encarnación

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec

Capitulo IV: NADIE PUEDE VER EL REINO DE DIOS, SINO AQUEL QUE RENACIERE DE NUEVO.

24. "¿Cuáles son los límites de la encarnación?" 
  • Propiamente hablando, la encarnación no tiene límites bien marcados, si se entiende por tal la envoltura que constituye el cuerpo del espíritu atendido que la materialidad de esta envoltura, disminuye a medida que el espíritu se purifica. En ciertos mundos más adelantados que la tierra, es menos compacta, menos pesada y menos grosera, y por consiguiente, sujeta a menos vicisitudes; a un grado más elevado, es diáfana y casi fluídica; de grado en grado se desmaterializa y acaba por confundirse con el periespíritu. Según el mundo en que debe vivir el espíritu, toma éste la envoltura apropiada a la naturaleza de aquel mundo.
  • El mismo periespíritu sufre transformaciones sucesivas; se hace cada vez más etéreo hasta la completa depuración, que constituye la esencia de los espíritus puros. Si mundos especiales están afectos, como estaciones, a los espíritus muy adelantados, estos últimos no están sujetos a ellos como en los mundos inferiores; el estado libre en que se encuentran les permiten transportarse a todas las partes a que les llaman las misiones que les son confiadas.
  • Si se considera la encarnación desde el punto de vista material, como tiene lugar en la tierra, se puede decir que está limitada a los mundos inferiores; por consiguiente, depende del espíritu desembarazarse de ella más pronto, trabajando para su purificación.
  • Debe también considerarse que en el estado errante, es decir, en el intervalo de las existencias corporales, la situación del espíritu está en relación con la naturaleza del mundo al que le liga su grado de adelanto; así es que en la erraticidad, es más o menos feliz, libre e ilustrado, según esté más o menos desmaterializado. (San Luis. París, 1859).

AMOR FRATERNAL

martes, 3 de septiembre de 2013

Destino de la Tierra. Causas de las miserias humanas

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec

Capitulo III: HAY MUCHAS MORADAS EN LA CASA DE MI PADRE

6. Nos maravillamos de encontrar en la tierra tanta maldad y malas pasiones, tantas miserias y enfermedades de todas clases, y de esto sacamos en consecuencia que la especie humana es una triste cosa. Este juicio proviene del punto de vista limitado en que nos colocamos y que da una falsa idea del conjunto. Es menester considerar que en la tierra no se ve toda la humanidad, sino una pequeña fracción de ella. En efecto, la especie humana comprende todos los seres dotados de razón que pueblan los innumerables mundos del universo; así, pues, ¿ qué es la población de la tierra con respecto a la población total de estos mundos? Mucho menos que una aldea al lado de un grande imperio. La situación material y moral de la humanidad terrestre nada tiene de extraordinario si nos hacemos cargo del destino de la tierra y de la naturaleza de los que la habitan.
7. Nos formaríamos una idea muy falsa de los habitantes de una gran ciudad si los juzgásemos por la población de los barrios más ínfimos y sórdidos. En un hospital, sólo se ven enfermos y lisiados; en un presidio sólo se ven todos los vicios, todas las torpezas reunidas; en las comarcas insalubres la mayor parte de los habitantes están pálidos, enfermizos y achacosos. Pues bien, figurémonos que la tierra es un arrabal, una penitenciaría, un país malsano, porque es a la vez todo esto, y se comprenderá por qué
las aflicciones sobrepujan a los goces;
por qué no se llevan al hospital a los que tienen buena salud, ni a las casas de corrección a aquellos que no han hecho daño; pues ni los hospitales ni las casas de corrección son lugares de delicias.
Pues así como en una ciudad, toda su población no está en los hospitales o en las cárceles, tampoco toda la humanidad está en la tierra; de la misma manera que uno sale de un hospital cuando está curado y de la cárcel cuando ha sufrido su condena, el hombre deja la tierra por mundos más felices, cuando está curado de sus dolencias morales.

AMOR FRATERNAL

lunes, 2 de septiembre de 2013

La nueva era

El Evangelio según el Espiritismo

Allan Kardec

Capitulo I: YO NO HE VENIDO A DESTRUIR LA LEY

9. Dios es único, y Moisés el espíritu que Dios envió en misión para darle a conocer, no sólo a los hebreos sino a los pueblos paganos. El pueblo hebreo, fue el instrumento del que Dios se valió para hacer su revelación por medio de Moisés y los profetas, pues las vicisitudes de este pueblo eran a propósito para impresionar y rasgar el velo que ocultaba a los hombres la divinidad.
Los mandamientos de Dios dados por Moisés envuelven el germen de la más alta moral cristiana; los comentarios de la Biblia restringían el sentido, porque puesta en obra en toda su pureza, no se hubiera comprendido; pero los diez mandamientos de Dios no dejaron por esto de ser el frontispicio brillante, como el faro que debía iluminar a la humanidad en el camino que tenía que recorrer.
La moral enseñada por Moisés era apropiada al estado de adelanto en que se encontraban los pueblos que debía regenerar, y estos pueblos, medio salvajes en cuanto al perfeccionamiento de su alma, no hubieran comprendido que se pudiese adorar a Dios de otra manera que por medio de holocaustos, ni que hubiese de perdonarse al enemigo.
Su inteligencia, notable respecto de las cosas materiales y aun respecto de las artes y de las ciencias, estaba muy atrasada en moralidad, y no se hubiera sujetado al imperio de una religión enteramente espiritual; les era necesario una representación semimaterial tal como la ofrecía entonces la religión hebrea. Así es que los holocaustos hablaban a sus sentidos, mientras que la idea de Dios hablaba a su espíritu. Cristo fue el iniciador de la más pura moral, la más sublime, de la moral evangélica cristiana que debe renovar el mundo, reunir a los hombres y hacerlos hermanos; que debe hacer brotar de todos los corazones humanos la caridad y el amor al prójimo, y crear entre todos los hombres una solidaridad común; en fin de una moral que debe transformar la tierra y hacer de ella una morada para espíritus superiores a los que hoy la habitan. Es la ley del progreso, a la que está sometida la naturaleza, que se cumple, y el Espiritismo es la palanca de que Dios se sirve para hacer avanzar a la humanidad.
Han llegado los tiempos en que las ideas morales deben desarrollarse para realizar los progresos que entran en los designios de Dios, siguiendo el mismo camino que han recorrido las ideas de libertad y que fueron sus precursores. Pero no creáis que este desarrollo se realice sin luchas, no; esas ideas necesitan, para llegar a la madurez, sacudimientos y discusiones, con el fin de que llamen la atención de las masas; una vez fijada la atención, la hermosura y la santidad de la moral impresionarán a una ciencia que les da la clave de la vida futura y les abre las puertas de la eterna felicidad. Moisés fue el que abrió el camino; Jesús el que continuó la obra; el Espiritismo la concluirá. (Un espíritu israelita. Mulhouse, 1861).

10. Un día Dios, en su caridad inagotable, permitió al hombre viera que la verdad atravesaba las tinieblas; este día fue el advenimiento de Cristo. Después de la luz viva, volvieron las tinieblas; el mundo, después de las alternativas de verdad y de oscuridad, se perdía de nuevo. En ese momento es cuando los espíritus, semejantes a los profetas del Antiguo Testamento, os hablan y advierten; ¡el mundo está conmovido en sus cimientos: el trueno rugirá, estad firmes!
El Espiritismo es de orden divino, puesto que descansa en las mismas leyes de la naturaleza; y creed que todo lo que es de orden divino, tiene un objeto grande y útil.
Vuestro mundo se perdía; la ciencia, desarrollada a expensas de lo que es de orden moral, conduciéndoos al fin material, redundaba en provecho del espíritu de las tinieblas.
 

Vosotros lo sabéis, cristianos; el corazón y el amor deben marchar unidos a la ciencia. El reino de Cristo ¡ah! después de dieciocho siglos, y a pesar de la sangre de tantos mártires, aun no ha llegado. Cristianos, volved al maestro que quiere salvaros. Todo le es fácil al que cree y ama; el amor le llena de un goce inefable. Sí, hijos míos; el mundo está conmovido, los espíritus buenos os lo dicen a menudo, dobláos bajo el soplo precursor de la tempestad, a fin de que no seáis derribados; es decir, preparáos, y no os parezcáis a las vírgenes locas que estaban desprevenidas a la llegada del esposo.
La revolución que se prepara es más bien moral que material; los grandes espíritus, mensajeros divinos, inspiran la fe para que todos vosotros, operarios, esclarecidos y ardientes, hagáis oír vuestra humilde voz; porque vosotros sois el grano de arena, y sin granos de arena no habría montañas. Así, pues, que esta expresión "somos pequeños", no tenga sentido para vosotros. A cada uno su misión, a cada uno su trabajo.
¿No construye la hormiga el edificio de su república y los animalitos imperceptibles no levantan acaso continentes? La nueva cruzada ha empezado; apóstoles de una paz universal y no de la guerra, san Bernardos modernos, mirad y marchad adelante: la ley de los mundos es la ley del progreso. (Fenelón. Poitiers, 1861).



11. San Agustín es uno de los más grandes propagadores del Espiritismo; se manifiesta casi en todas partes, y la razón de ello está en la vida de este gran filósofo cristiano. Pertenece a aquella vigorosa falange de Padres de la Iglesia a los cuales la cristiandad debe sus más sólidos apoyos. Como muchos, fué arrebatado al paganismo, mejor dicho, a la más profunda impiedad, por el resplandor de la verdad. Cuando en medio de sus desvíos sintió en su alma esta vibración extraña que le hizo volver en sí mismo y comprender que la felicidad estaba en otra parte y no en los placeres embriagadores y fugitivos; cuando, en fin, marchando por el camino de Damasco, oyó también la voz santa que le gritaba; Saul, Saul, ¿por qué me persigues?, exclamó: ¡Dios mío! ¡Dios mío! perdóname, creo, ¡soy cristiano!; y desde entonces fue uno de los más firmes defensores del Evangelio. Se pueden leer en las notables confesiones que nos dejó este espíritu eminente, las palabras características y proféticas al mismo tiempo, que pronunció después de haber perdido a santa Mónica: "Estoy convencido de que mi madre volverá a visitarme y a darme consejos, revelándome lo que nos espera en la vida futura". ¡Qué enseñanza en estas palabras, y que resplandeciente previsión de la futura doctrina! Por esto hoy día, viendo llegada la hora para divulgar la verdad que en otro tiempo presintió, se ha hecho su ardiente propagador y se multiplica, por decirlo así, para acudir a todos los que le llaman. (Erasto, discípulo de San Pablo. París, 1863).

Nota. - ¿Acaso San Agustín viene a echar abajo aquello que edificó? Seguramente que no; pero como tantos otros, ve con los ojos del espíritu lo que no veía como hombre; su alma desprendida entrevé nuevas claridades y comprende lo que no comprendía antes; nuevas ideas le han revelado el verdadero sentido de ciertas palabras; en la tierra juzgaba las cosas según los conocimientos que poseía, pero luego que se hizo para él una nueva luz, pudo juzgarlos más sanamente; así es que ha reformado su creencia respecto a los espíritus íncubos y síncubos y sobre el anatema que lanzó contra la teoría de los antípodas. Ahora que el cristianismo se le presenta en toda su pureza, puede pensar sobre ciertos puntos de otro modo que cuando vivía, sin dejar de ser el apóstol cristiano y sin renegar de su fe, puede hacerse propagador del Espiritismo, porque ve en él el cumplimiento de las cosas predichas; proclamándolo hoy, no hace otra cosa que conducirnos a una interpretación más sana y más lógica que los textos. Lo mismo sucede con otros espíritus que se encuentran en una posición análoga.

AMOR FRATERNAL